Ángela Quintas, experta en nutrición: "Estos son los marcadores de inflamación que tienes que vigilar en tus analíticas"

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La inflamación es un proceso que puede pasar desapercibido, pero que tiene un impacto significativo en la salud. Según explica la experta en nutrición Ángela Quintas, en sus redes sociales, existen marcadores en una analítica de sangre que pueden ayudar a detectarla sin necesidad de pruebas específicas.

Aunque en muchas ocasiones los médicos solicitan la proteína C reactiva o la interleucina-6 para medir la inflamación, no siempre estos valores están disponibles en los análisis de rutina. Sin embargo, hay dos parámetros que sí suelen aparecer: los neutrófilos y los linfocitos.

A partir de estos dos valores, se puede calcular un índice conocido como NLR (neutrophil-to-lymphocyte ratio o índice neutrófilo-linfocito). Este indicador permite evaluar el nivel de inflamación del cuerpo de una forma sencilla. Para calcularlo, basta con dividir el número de neutrófilos entre el de linfocitos.

Por ejemplo, si una persona tiene 12.000 neutrófilos por microlitro de sangre y 1.000 linfocitos por microlitro, el resultado del cálculo será 12. Un NLR elevado puede ser una señal de inflamación crónica, incluso en ausencia de síntomas, y se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y otros problemas de salud.

El valor obtenido debe interpretarse con ayuda de un especialista, ya que no todas las elevaciones del NLR significan que hay una enfermedad grave. No obstante, este índice puede servir como una señal de alerta para quienes desean conocer su estado de salud con más detalle. Identificar la inflamación a tiempo permite tomar medidas para reducirla y prevenir complicaciones futuras.

Para prevenir la inflamación y mejorar el bienestar general, es fundamental tener claros nuestros hábitos alimenticios, ya que juegan un papel clave. Elegir una alimentación saludable, rica en alimentos antiinflamatorios como frutas, verduras y grasas saludables, es esencial.

También es importante evitar el consumo excesivo de azúcares y ultraprocesados, que pueden contribuir a la inflamación. La actividad física regular, el control del estrés y un descanso adecuado son otros hábitos fundamentales para reducir la inflamación y promover una mejor calidad de vida.

No obstante, lo más recomendable es acudir siempre a un profesional de la salud que nos guíe y, sobre todo, que sea quien interprete los resultados y nos dé las recomendaciones adecuadas. Este es el primer paso para sentirnos mejor a medio y largo plazo.