Ni lejía ni salfumán: cinco mezclas que no debes hacer con productos de limpieza
La regla de oro, según los expertos, es no mezclar productos sin conocer su composición
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En el intento de dejar el hogar reluciente, muchas personas cometen un error potencialmente grave: mezclar productos de limpieza sin conocer las reacciones químicas que pueden producir. Aunque a primera vista parezcan fórmulas inofensivas, algunas combinaciones pueden liberar gases tóxicos, generar irritaciones respiratorias o provocar daños materiales irreversibles. Lejos de mejorar los resultados, estos cócteles domésticos pueden convertirse en un serio peligro para la salud. Organismos como el Instituto Nacional de Toxicología o asociaciones de consumidores como la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) insisten desde hace años en evitar ciertas mezclas frecuentes. A continuación, repasamos cinco combinaciones de productos de limpieza que nunca deben realizarse y explicamos por qué.
1. Lejía y amoniaco: una bomba química en casa
Es, probablemente, la combinación más peligrosa. Al mezclar lejía (hipoclorito sódico) con amoniaco, se libera cloramina, un gas tóxico que puede causar tos, ardor en los ojos, dificultad para respirar e incluso neumonía química si se inhala en cantidades altas. En espacios cerrados, esta mezcla puede resultar especialmente peligrosa. En casos extremos, puede derivar en reacciones más violentas y liberar tricloruro de nitrógeno, un compuesto aún más tóxico.
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2. Lejía y vinagre: una mezcla que libera cloro
Aunque ambos productos son eficaces por separado, mezclar lejía con vinagre genera una reacción química que libera gas cloro, un agente tóxico que fue incluso utilizado como arma química en la Primera Guerra Mundial. Sus efectos van desde irritación ocular y dificultad respiratoria hasta quemaduras en vías respiratorias si la exposición es prolongada o intensa.
3. Amoniaco y productos con alcohol: otro riesgo respiratorio
El alcohol, presente en muchos limpiacristales, puede reaccionar con el amoniaco y formar gases tóxicos, como cloruro de amonio y formaldehído, un compuesto potencialmente cancerígeno. Este tipo de mezcla es especialmente peligrosa en baños y cocinas, donde la ventilación es limitada y la exposición a vapores puede ser directa.
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4. Salfumán y lejía: un cóctel corrosivo
El salfumán (ácido clorhídrico) se utiliza frecuentemente para limpiar cal o desatascar tuberías. Al mezclarse con lejía, produce gas cloro, igual que con el vinagre, pero en una cantidad aún mayor por la concentración del ácido. Además, el salfumán es extremadamente corrosivo, y al reaccionar con otros productos puede dañar materiales como acero inoxidable, grifería o azulejos.
5. Bicarbonato y vinagre: inocuo, pero ineficaz (y peligroso si se almacena)
Esta combinación es popular en redes sociales como remedio casero para limpiar cañerías o desinfectar superficies. Aunque no es tóxica, su efectividad está sobrestimada. La reacción entre el ácido acético (del vinagre) y el bicarbonato de sodio produce dióxido de carbono y agua, lo que genera una efervescencia que limpia superficialmente. Sin embargo, si se guarda en un recipiente cerrado, puede acumular gas y provocar explosiones menores.
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