Este es el sencillo truco, según la ciencia, para superar la falta de motivación
La ciencia, en definitiva, confirma lo evidente: la motivación no surge antes de actuar, sino durante. Solo hay que atreverse a empezar
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La falta de motivación es uno de los grandes enemigos de la productividad, tanto en el ámbito laboral como en el personal. El reto de cumplir objetivos y mantenerse enfocado puede parecer abrumador, especialmente cuando la procrastinación aparece como un obstáculo constante. Sin embargo, distintos expertos coinciden en que la clave para recuperar el impulso es mucho más simple de lo que parece: empezar.
El profesor Manu Kapur, especialista en Ciencias del Aprendizaje en la ETH de Zúrich, recuerda que al cerebro humano le encanta cerrar ciclos. Completar tareas genera satisfacción emocional y activa un mecanismo interno que empuja a seguir avanzando. Algunos expertos en psicología han indicado que nuestra mente recuerda mejor lo que está pendiente de terminar, lo que se traduce en una tendencia natural a cerrar aquello que hemos comenzado.
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De ahí que dar el primer paso, por pequeño que sea, se convierta en un recurso poderoso. La autora y conferenciante Mel Robbins lo denomina “energía de activación”: dedicar apenas unos minutos a una actividad basta para que el propio cerebro encuentre la manera de sostener el esfuerzo hasta acabarla. Además de arrancar, la ciencia sugiere otras estrategias para alimentar la motivación.
Una de ellas es dividir las tareas grandes en pequeños tramos alcanzables. Otros investigadores demostraron que cada progreso, aunque sea mínimo, despierta una sensación de logro que libera dopamina, la hormona de la recompensa. Otra táctica es cambiar la mirada hacia lo que ya se ha conseguido en lugar de enfocarse únicamente en lo que falta. Este enfoque, conocido como “efecto gradiente del objetivo”, permite reinterpretar el camino recorrido como un motor psicológico para no detenerse.
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También es útil reconocer cuándo la llamada “falacia del coste hundido” está jugando en contra: continuar en un proyecto solo por el tiempo o esfuerzo invertido no siempre es la decisión más sensata. Valorar lo aprendido y abrirse a nuevos horizontes puede ser más motivador que seguir atado a algo que ya no entusiasma. Y, por último, está el famoso “esprint final”: esa inyección de energía que aparece cuando la meta está cerca. Aprovechar esa aceleración natural del cerebro es otra forma de garantizar que lo empezado no se quede a medias.
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