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Tánger, un sueño árabe de playas y riads
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Tánger, un sueño árabe de playas y riads

La nostalgia de un tiempo perdido se recupera en Tánger, una ciudad que se reinventa y cobija entre sus recientes paredes el sueño roto de Goytisolo.

Foto: Terraza de La Maison Blanche
Terraza de La Maison Blanche

La nostalgia de un tiempo perdido se recupera a pasos agigantados en la concepción del nuevo Tánger. La ciudadse reinventa a símisma cobijando entre sus recién esculpidas paredes de hormigónel sueño roto de Goytisolo.Inversionistas de toda Europa llegan a este enclave mítico de Africa para edificar sus propios diseños en la urbe. Españoles con iniciativa no faltan.Es el caso de Pilar Rodríguez, una malagueña que cruzóel Estrecho para competir con míticos establecimientos comoEl Minzah o Villa Josephine con el concepto del lujo de una casa de huéspedes llena de encanto y personalidad. Impregnada del ambiente de principios de siglo surge La Maison Blanche, uno de los nuevos riadsque ya marca tendencia de moda para el turista. Su creadora es de las que piensan que la magia eligió este lugar para vivir y que pocas ciudades existen en el mundoque tengan esta irracional atracción que acaba cobijando formas tan diferentes de vivir.

DE HUMPHREY BOGART A FELIPE GONZÁLEZ

La leyenda tangerina cuenta que en el clásico Hotel Minzah se inventó el mito de Tánger. Pero ya han pasado décadas. Aun así, aunque sea solo por formar parte de lo que fue,vale la pena alojarse en alguna de sus destartaladas habitaciones cargadas de cuentos orientales. Desde su inauguración, a finales de los años veinte, la primera parada de muchos de los personajes que llegaron a la ciudadera este lugar de la Medina. Aquí buscaban una exoticidad confortableno exenta de lujos ypasada por el tamiz de la cultura occidental.

Todavía hoy al arreciar la noche retumban en su bar-pianolas palabras que Humphrey Bogart: "Cada uno debe aceptar su destino, sea bueno o malo".Este lugar con sus jardines llenos de palmeras y plantas tropicales sabe muy bien de esencias y leyendas. Es la filosofía deLe Mirage Hotel Club, un espejismo que se hace realidad en forma de un deslumbrante oasis de lujo frente al Atlántico.

Un refugio perfecto para los nuevos personajes y famosos que se acercan a Tánger pero que prefieren permanecer fuera de las miradas curiosas, como los expresidentesFelipe González yJosé Luis Rodríguez Zapatero, que disfrutó, este último,de la flamantesuiteque cuestaocho mil euros por día. Los clientes comparten una inmensa playa que se pierde en el horizontesolo con miembros de la familia real marroquí, jeques y sultanes que cuentan con un palacio en las cercanías.

LOS RIADS DE LA MEDINA

Del magnetismo irresistible de la Medina mucha culpa tiene el pintor Eugène Delacroix, que dejósu impronta en sus cuadernos de dibujos cuando fue agregado del embajador francés en Marruecos. Sus pinturas han servido deacicate para que cientos de viajeros pusieran rumbo al estrecho de Gibraltar, provocando la apertura de hoteles que satisficieran sus necesidades. Ahora los riadsde la Medina son su mejor estampa. Todos tienen un nexo común: su situación privilegiadaa dos pasos de la Plaza de Francia, con sus famosos cafés, como el de París, centro neurálgico de escritores y artistas. OLa Española, recreada por el escritor Ángel Vázquez como parada de Juanita Narboni. El local es pequeño yaquí acuden muchos de los nuevos personajes que llegan buscando quizás algo que todavía no se encuentra en ninguna parte.

Muy cerca se atisba El Continental, allado del puerto y a espaldas del barrio de Dar Barud. Un lugar perfecto para sentarse en su magnífica terrazay recordar los tiempos de Castelar, Pío Baroja, Jacinto Benavente, William Somerset Maughamodel mismo Antonio Gaudí, quien apoyando sus planos en esas mesas quiso proyectar una catedral para Tánger que nunca llegó a construirse por ser "demasiado revolucionaria".

Y así, de esta manera, en la ciudad moderna resurgen los riads, después de languidecer durante añoslos palacetes en un estado de semiabandono. La mayoría de estas casas vuelven a recuperar gran parte del encanto que tenían cuando Tennesse Williams vivió en una de sus habitaciones o Bertolucci las recreóen su versión cinematográfica deEl Cielo Protector, de Paul Bowles, alimentando el mito de Tánger.

LA KASBAH, LO MÁS 'COOL'

La Kasbahes lomas 'cool'en Tánger: la ciudad fortificada anexa a la Medina, donde aún se conserva la casa de Bárbara Hutton, el morabito que Matisse inmortalizó en su cuadro El Marabú, el antiguo Palacio del Sultán, y donde estáLa Maison Blanche, alojamiento de nueve habitaciones con una desbordante personalidad muy cerca de la Plaza del Mechuar. Una decoración extremadamente cuidada donde se mezclan de forma imaginativa varios estilos, un servicio exquisito y unas vistas desde su terraza que cortan la respiración;son algunas de sus virtudes.

Como bien decía la gran Juanita Narboni: "Gracias a Dios hemos nacido en una ciudad donde no somos ni del todo cristianas, ni del todo judías, ni del todo moras. Somos lo que quiere el viento. Una mezcla". Y así, casi escondida en el interior de la Kasbah, se encuentra este palacete como sueño de cualquier nómada errante. En su diseño, un tejado de torres interconectadas donde se esconden habitaciones con un encanto infinito que se abren al cielo: "Si vas algún día, te darás cuenta de que a Tánger hay que verla al amanecer, cuando el sol y el aire la acicalan de encanto,pero también de noche, desde una terraza, cuando se transforma en un lugar irreal".

La nostalgia de un tiempo perdido se recupera a pasos agigantados en la concepción del nuevo Tánger. La ciudadse reinventa a símisma cobijando entre sus recién esculpidas paredes de hormigónel sueño roto de Goytisolo.Inversionistas de toda Europa llegan a este enclave mítico de Africa para edificar sus propios diseños en la urbe. Españoles con iniciativa no faltan.Es el caso de Pilar Rodríguez, una malagueña que cruzóel Estrecho para competir con míticos establecimientos comoEl Minzah o Villa Josephine con el concepto del lujo de una casa de huéspedes llena de encanto y personalidad. Impregnada del ambiente de principios de siglo surge La Maison Blanche, uno de los nuevos riadsque ya marca tendencia de moda para el turista. Su creadora es de las que piensan que la magia eligió este lugar para vivir y que pocas ciudades existen en el mundoque tengan esta irracional atracción que acaba cobijando formas tan diferentes de vivir.

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