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Lana del Rey cumple 35: catolicismo, problemas con el alcohol y un exnovio policía
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Lana del Rey cumple 35: catolicismo, problemas con el alcohol y un exnovio policía

La cantante ha sido poco dada a los escándalos y mantiene un misterio a su alrededor que ha ayudado a cimentar la popularidad entre sus seguidores

Foto: La artista, en una imagen de archivo. (Reuters)
La artista, en una imagen de archivo. (Reuters)

Lana del Rey parece salida de una máquina del tiempo. Desde su propio nombre artístico (en honor a Lana Turner) a las influencias de su música o su propia estética, la cantante es una especie de anacronismo; una pin-up de la América dorada de los años 40 y 50, en la que se hacían barbacoas en los porches y brillaban las luces de neón en todas las ciudades.

Su pop es, sin embargo, mucho más crítico e indie que el de entonces, cuando ni siquiera existía ese término. Y su vida personal, una galería de curiosidades tan jovial y diferente como ella misma y sus hiperbólicos looks. Pasen y vean...

placeholder Lana del Rey, en una imagen reciente. (EFE)
Lana del Rey, en una imagen reciente. (EFE)

Siendo una adolescente, Elizabeth (ese es su verdadero nombre) tuvo serios problemas con el alcohol. Ella misma explicó esa oscura etapa de su vida en una entrevista con la revista 'GQ'. "Bebía mucho entonces. Bebía todos los días. Bebía sola. Pensaba que el hecho de hacerlo era genial. Una gran parte de lo que escribí en 'Born to Die' es sobre estos años salvajes. Cuando escribo sobre lo que he perdido, siento como que estoy escribiendo sobre el alcohol, porque ese fue el primer amor de mi vida. Mis padres estaban preocupados, yo estaba preocupada. Sabía que era un problema cuando me gustaba mucho más de lo que le gusta a cualquier otra persona. Me decía a mí misma: 'Estoy jodida. Totalmente jodida". A los 19 años, aquella caída en los infiernos desapareció en favor de potenciar su carrera como cantante. Acababa de llegar a Nueva York, ciudad en la que su tío le enseñó a tocar la guitarra. Ese fue el impulso para empezar a escribir canciones y llamar a la puerta de muchos locales de Brooklyn que recibieron con los brazos abiertos a un talento en ciernes como el de ella.

Poco dada a los escándalos, desde que saltó a la fama en 2011, cuando el planeta entero vio el videoclip de su 'Videogames', una pregunta ha rondado a aquellos que quieren saber más sobre su vida privada: si se ha hecho una rinoplastia o ha aumentado el tamaño de sus labios. Pese a las sospechas (incluso de sus fans), ella siempre ha negado la mayor y se ha centrado en su música, que en muchas ocasiones habla de ese sueño americano que representaron Marilyn, Kennedy o Elvis; de una América que cada vez parece más lejana. Lo que nunca ha negado, en muchas entrevistas, es su ferviente catolicismo, que la ha llevado a ayudar a los más desfavorecidos.

placeholder Lana Del Rey, durante una entrega de premios. (EFE / Andrew Cowie)
Lana Del Rey, durante una entrega de premios. (EFE / Andrew Cowie)

En cuanto a amores, la cantante los ha tenido de todos los colores. Su primer novio conocido fue el cantante escocés Barrie-James O'Neill, después vino un fotógrafo llamado Francesco Carrozzini, que trabajaba en 'Vogue'. El último de todos es Sean Larkin, un policía con el que apenas ha estado unos meses. El agente concedió, poco antes de la pandemia, una entrevista al 'New York Times', para explicar que, pese a todo, siguen siendo buenos amigos. “Todavía hablamos y todas esas cosas, aunque no mucho porque ahora mismo tenemos horarios muy ocupados (...). Nos seguimos cayendo igual de bien que el primer día”.

Misteriosa, ecléctica, dueña de sus silencios y de un estilo muy particular, Lana del Rey puede presumir de ser una especie de princesa de la música indie del siglo XXI aunque sus maneras parezcan las del Estados Unidos del American Dream.

Lana del Rey parece salida de una máquina del tiempo. Desde su propio nombre artístico (en honor a Lana Turner) a las influencias de su música o su propia estética, la cantante es una especie de anacronismo; una pin-up de la América dorada de los años 40 y 50, en la que se hacían barbacoas en los porches y brillaban las luces de neón en todas las ciudades.

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