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Los ‘moretti’ de Nardi, una tradición joyera digna de reinas
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Los ‘moretti’ de Nardi, una tradición joyera digna de reinas

A comienzos del siglo XX Guilio Nardi quería hacerle a su prometida un regalo de pedida que resultara inolvidable. Es cierto que como joyero lo tenía

Foto: Los ‘moretti’ de Nardi, una tradición joyera digna de reinas
Los ‘moretti’ de Nardi, una tradición joyera digna de reinas

A comienzos del siglo XX Guilio Nardi quería hacerle a su prometida un regalo de pedida que resultara inolvidable. Es cierto que como joyero lo tenía más fácil que el común de los mortales, pero no se conformó con una pulsera o un anillo cualquiera: Nardi diseñó para su mujer una pieza que sin querer ha pasado a formar parte de la historia de las joyas más sofisticadas.

Todo tiene como origen el embriagador encanto que esconde la ciudad asentada sobre la laguna serenissima. El ya inmortal regalo a la prometida de Nardi nació en un soportal situado en el número 68 de la popular Piazza San Marco. Allí Giulio quiso hacer un homenaje en forma de broche al Otello de William Shakespeare que ha pasado a la historia. Alegóricamente lo bautizó como el árbol de la vida, queriendo simbolizar el nacimiento de su nueva familia.

Para la creación del Moretto, Nardi se sumergió en la tradición de la propia ciudad sin saber que él mismo estaba creando una nueva costumbre. En el siglo XVIII solía ocurrir que los soldados de la por entonces república del norte de la península italiana lucieran un pendiente con la cara de un turco como símbolo de su bravura en combate. A partir de su boda y de la posterior inclusión de la joya en el catálogo de la casa los Moretti se convirtieron en el regalo de pedida por antonomasia entre los novios de la ciudad italiana.

La fama de los Venecianos de Nardi aumentó cuando la princesa Gracia de Mónaco y Paola de Bélgica se ‘encapricharon’ con su diseño. Las dos encargaron a la casa piezas exclusivas que, con pequeñas diferencias, acabaron también en el catálogo general de Nardi. Y de él, a la historia.

De la infanta Elena a Esther Koplowitz

Las delicadas (y únicas, porque todas tienen detalles que las hacen diferentes y exclusivas) joyas de Nardi son objeto del deseo de reinas, princesas, mujeres elegantes y rostros famosos. La actriz Ingrid Bergman estaba enamorada del suyo, pero no es la única. En España, la Infanta Elena los ha lucido en varias ocasiones (por ejemplo, en el bautizo de su hija Victoria Federica), al igual que las modelos María León y Nieves Álvarez. La última en mostrar su Moretto en público ha sido la empresaria Esther Koplowitz, que remató con uno el traje con el que recogió una distinción la semana pasada de manos de la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre.

Los moretti son piezas exclusivas elaboradas en oro de 18 quilates y esmalte, e incluyen incontables combinaciones de diamantes, perlas o piedras preciosas y semipreciosas que se incrustan en el turbante, los pendientes y el peto.

Esta laboriosidad en el trabajo, unida a la fantasía y habilidad de los artesanos joyeros de la casa encabezados por Alberto Nardi (que representa ya a la tercera generación de la familia al frente del negocio), sigue siendo la marca de la casa, aunque sus diseños no se limitan a los Venecianos, y no sólo éstos reciben alabanzas. Nardi ha sido galardonada en las dos últimas ediciones de los premios Vogue Joyas por piezas rabiosamente modernas y que poco tienen que ver (al menos en cuanto a estilo) con las figuras que la hicieron popular: un broche aguamarina que obtuvo en 2006 el galardón a la mejor joya única y unos pendientes que han sido considerados en este 2007 la mejor pieza para novias. Al fin y al cabo, si de algo saben en Nardi es de esponsales.

A comienzos del siglo XX Guilio Nardi quería hacerle a su prometida un regalo de pedida que resultara inolvidable. Es cierto que como joyero lo tenía más fácil que el común de los mortales, pero no se conformó con una pulsera o un anillo cualquiera: Nardi diseñó para su mujer una pieza que sin querer ha pasado a formar parte de la historia de las joyas más sofisticadas.