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Philippe Starck anuncia el fin del diseño: "Es inútil e innecesario"
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Philippe Starck anuncia el fin del diseño: "Es inútil e innecesario"

¿Es Philippe Starck la última persona que se ha cansado de Philippe Starck? Parece que definitivamente sí. El diseñador entre diseñadores, el rey Midas del objeto,

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Philippe Starck anuncia el fin del diseño: "Es inútil e innecesario"

¿Es Philippe Starck la última persona que se ha cansado de Philippe Starck? Parece que definitivamente sí. El diseñador entre diseñadores, el rey Midas del objeto, se ha cansado del mundo del diseño. “Todo lo que he hecho es absolutamente innecesario. Por hablar estructuralmente, el diseño es algo absolutamente inútil”, reconocía hace poco en una entrevista con el magazine del diario alemán Die Zeit.

Starck es una marca en sí mismo. Su Juicy Salif, por ejemplo, el emblemático exprimidor que creó para la firma italiana Alessi, se ha convertido en icono del diseño industrial del siglo XX. Con sus 29 centímetros de altura y sus afiladas patas, Starck lo concibió como un limón exprimido sobre un calamar pero para la mayoría de la gente lo que había tras aquella forma era una simple araña. Dicen que el creador no se cansaba de repetir tras presentarlo que “el exprimidor no fue creado para exprimir limones, sino para iniciar conversaciones”.

Ahí posiblemente se encierre el quid de la cuestión: la complicada relación entre forma y función. Sus objetos (y según afirma él ahora, los de todos los diseñadores) carecen de relevancia porque “el diseño no es nada”. La crisis de Starck no es superficial y su confianza personal parece haber desaparecido por completo: “He tratado de dar a mis productos energía y de hacerlos significativos, pero aunque lo he intentado con todas mis fuerzas ha sido completamente inútil”, afirma.

Es cierto que sus creaciones habían llegado a algún límite y quizás incluso lo habían superado. ¿Querría alguien pagar 4.500 dólares por un taburete que “sirve como soporte para personas que quieren permanecer en pie”? Eso se pregunta Allison Arieff, ex redactora jefe del magazine Dwell y blogera de The New York Times, que opina que “el diseño de mobiliario de Starck parecía inteligente la primera vez que lo veías, pero no demasiado la segunda vez que lo hacías”. Por eso le pudieron ocurrir cosas como que el ‘ornamento flamígero’ que colocó en la azotea de una fábrica de cervezas japonesa acabara siendo conocido entre los vecinos como ‘el zurullo dorado’ por su forma rolliza y aspecto sinuoso, cuando él en realidad quería representar el dinámico corazón de la factoría.

Ahora Starck se transforma en el Francis Fukuyama del mundo del diseño anticipando, aunque sin sonido de trompetas, la llegada de su fin. “No necesitamos objetos físicos; necesitamos la capacidad de amar. El amor es el mejor invento de la humanidad”, asegura en Die Zeit. ¿Y qué pasará entonces con los diseñadores? “No habrá más”, sentencia Starck. “El diseñador del futuro es el coach personal, el entrenador del gimnasio, nuestro dietista... eso es todo”.

Starck anuncia que en dos años dejará de crear objetos (“Voy a ser un productor de conceptos”) y cuando habla parece como si entonara un mea culpa por su papel en el precio de muchos diseños, aunque sin dejar atrás la ironía. Preguntado por el periodista acerca de si había logrado su objetivo de destruir el diseño, respondió que “¡por supuesto!”. Nada de elitismo, porque “es vulgar; la única elegancia reside en la reproducción”. A pesar de su inusitado interés por la democratización, va a diseñar un motor para el yate de un millonario ruso, algo que él intenta justificar hablando de Robin Hood. ¿Es este Starck justiciero y enamorado del amor el verdadero Philippe? Como señala Arieff, “lo que hace falta es amor y una buena nota de prensa”. El resto es inútil... ¿Como los trabajos de Starck?

¿Es Philippe Starck la última persona que se ha cansado de Philippe Starck? Parece que definitivamente sí. El diseñador entre diseñadores, el rey Midas del objeto, se ha cansado del mundo del diseño. “Todo lo que he hecho es absolutamente innecesario. Por hablar estructuralmente, el diseño es algo absolutamente inútil”, reconocía hace poco en una entrevista con el magazine del diario alemán Die Zeit.