Los curiosos caprichos del gurú de la moda

Karl Lagerfeld es un hombre líbre. El diseñador alemán no necesita de las veleidades modernas para ser feliz, y ‘pasa’ de tener reloj ni convicción. ¿Los motivos? Por convicción, nada más y nada menos. El jefe creativo de la casa Chanel considera que uno de los mayores lujos es no tener que estar localizable en todo momento.

¿Cuál es el mayor lujo? Cuando uno es un diseñador de moda tan afamado como Lagerfeld, y cuenta con acceso a cualquier capricho que quisiera permitirse, podría parecer que el mejor placer de la vida es algún gadget peculiar, pero en su caso no es así. Lagerfeld ha asistido en su país natal a un coloquio organizado por la editorial Burda y ha asegurado que para él “el lujo es no tener que estar mirando continuamente el reloj o hablando por teléfono”.

El diseñador es de esas personas que creen que las conversaciones telefónicas son inútiles: "El 99% de las llamadas de teléfono son superfluas. Los teléfonos son algo para el servicio", explicó. El excéntrico diseñador aseguró que cuando quiere comunicarse con amigos o socios, les escribe una carta, pues ni siquiera el correo electrónico es una opción para él.

"No quiero ser un esclavo de la tecnología o de sensaciones del tiempo equivocadas. Para ser creativo necesito tranquilidad y concentración", manifestó el veterano diseñador.

A Karl tampoco le gusta ser el centro de atención de los turistas que visitan el barrio en el que habita. En su nueva residencia parisina a orillas del Sena a Lagerfeld le molesta el ruido que hacen las barcazas llenas de visitantes cuando pasan delante de sus ventanas. "Cuando estoy en casa escucho siempre las voces por megafonía que dicen 'aquí viven Jacques Chirac y Karl Lagerfeld'. ¡Horrible!", exclamó.

Lagerfeld es un hombre polémico y provocador, que mide sus palabras para lanzar sus cargas de fondo en el momento más oportuno. Sólo hay que recordar sus declaraciones arrepintiéndose de haber desarrollado una línea para H&M porque no le gustaba que “las gordas” vistieran sus diseños. Aunque el creador de Chanel igual diseña haute couture que pasteles de Navidad, tiene muy claro lo que quiere para su vida y lo que no. ¿Y quién no lo tendría claro con el mundo a sus pies?