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Dadès, el descanso del guerrero
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VIAJE

Dadès, el descanso del guerrero

Es uno de los escenarios predilectos de los grandes estudios de Hollywood. Allí rodó González Iñárritu su conocida película Babel. El director mexicano lo escogió por

Es uno de los escenarios predilectos de los grandes estudios de Hollywood. Allí rodó González Iñárritu su conocida película Babel. El director mexicano lo escogió por sus espectaculares parajes montañosos a los que se llega por caminos zigzagueantes y vertiginosas gargantas que parezcan vayan a engullir a sus visitantes. Las poblaciones se suceden majestuosas a los pies de las formaciones montañosas, con las casas reptando por las laderas en un orden no premeditado y las kasbas presidiendo desde lo alto. Hablamos del valle de Dadès, un paraíso para los amantes de la aventura y el trekking.

Marruecos es un país de contrastes. Del desierto del Sahara a las montañas nevadas del Alto Atlas apenas hay un par de horas en coche. El valle de Dadès se encuentra en las estribaciones del Atlas. Es mundo bereber, donde nadie hace nada ni nada parece suceder. Excavadas en las rocas hay pequeñas cuevas donde viven familias numerosas de colorida vestimenta y sonrisa inofensiva que no tienen más actividad que cuidar de sus cabras, tomar té al carbón y aumentar la prole. Así, los niños no van al colegio, tienen el pelo enmarañado y saludan al turista al paso del 4x4.

Se puede recorrer Dadès en todoterreno o buggies, pero lo más recomendable es hacerlo a pie y con mochila. Sin correr. Hay tiempo. Ya lo dicen los bereberes: la prima mata, el móvil te remata. Así son los bereberes. Confunden a una actriz de segundo nivel con “esa francesa famosa que ha ganado cuatro oscar” y a un simple delegado de una compañía de refrescos con “el ministro de la Coca-Cola”. La edad, al igual que el tiempo, es algo relativo. No hay cifras exactas. Dicen: “Él nació tres años después de la Marcha Verde, ella cuatro antes de la muerte de Hassan”. Así de simple.

 

Los parajes de Dadès han sido pintados con tierra caliza, que al combinarse con ese cielo azul inmenso que baña Marruecos adquiere tonalidades pastel. El valle termina en la espectacular Garganta de Todra, comunicada a su vez con la Garganta de Dadès. Se pueden recorrer ambas en un par de días durmiendo en albergues. Están bañadas por los wadis de Draa, Dadès y Ziz. La de Todra transcurre por un estrecho corredor escoltado a ambos lados por escarpadas paredes de roca de trescientos metros muy conocidas por los escaladores.

 

Formaciones de tierra caliza con silueta de pezuña de camello gigante, piedras erosionadas por el paso del tiempo y profundos cañones surcados por águilas reales se suceden a lo largo de la Garganta de Dadès. Algunos trayectos transcurren por ríos pedregosos y caminos intransitables que sólo se pueden cruzar con mulas. En contra de lo que sucede en España, estos animales están muy bien considerados en Marruecos y su posesión denota estatus de riqueza.

 

Tras varios de días de caminata, llega la hora de que el ‘guerrero’ se relaje. Descansar en el sur de Marruecos es más que una necesidad. Es un capricho. Al principio de la garganta, en lo alto de Boumalne, se encuentra Xaluca Dadès, un lujoso hotel inaugurado hace un año y regentado por un empresario catalán enamorado de Marruecos. Cuida los más nimios detalles. Tiene un jacuzzi y una piscina al aire libre donde uno puede relajarse mientras contempla de fondo las montañas nevadas del Atlas. También cuenta con baño turco, hamman y masajes. Es el descanso del guerrero. Hay otros hoteles en la zona como el Kasba Tizzarouine o el Hotel Tombouctou.   

Todos estos establecimientos ofrecen comida internacional, así como un amplio surtido de especialidades marroquíes, tales como el Cuscús, la Pastilla de pichón, la sopa marroquí Harira o Tajín con carne. Para llegar a Dadès, la alianza entre Iberia y Royal Air Maroc cubre numerosos vuelos regulares desde Madrid, Barcelona, Málaga y las Palmas de Gran Canaria hasta Casablanca. La low cost Easy Jet también hace este trayecto. Desde Casablanca habrá que coger otro avión hasta Ouarzazate, donde comienza el recorrido de Dadès.

Es uno de los escenarios predilectos de los grandes estudios de Hollywood. Allí rodó González Iñárritu su conocida película Babel. El director mexicano lo escogió por sus espectaculares parajes montañosos a los que se llega por caminos zigzagueantes y vertiginosas gargantas que parezcan vayan a engullir a sus visitantes. Las poblaciones se suceden majestuosas a los pies de las formaciones montañosas, con las casas reptando por las laderas en un orden no premeditado y las kasbas presidiendo desde lo alto. Hablamos del valle de Dadès, un paraíso para los amantes de la aventura y el trekking.