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El arte de repetir plato en Extremadura
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El arte de repetir plato en Extremadura

El color rojizo del atardecer, el olor característico a verano, la fascinación que produce recoger espárragos en primavera, el calor que desprenden los braseros de picón

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El arte de repetir plato en Extremadura

El color rojizo del atardecer, el olor característico a verano, la fascinación que produce recoger espárragos en primavera, el calor que desprenden los braseros de picón en invierno... y, más concretamente, el placer de comer un trozo de morcilla, un refrescante gazpacho o unas sabrosas migas. Sabrosos recuerdos de la tradición culinaria extremeña de ayer pero también de hoy.

La gastronomía de Extremadura ha estado ligada desde siempre a las largas jornadas en el campo, antaño capitaneadas por los ‘señoritos’ ya extinguidos y ahora por las cooperativas y los abusos de los intermediarios. Se trata de una gastronomía contundente y algo austera aunque en su dehesa se críe uno de los manjares más importantes de nuestro país: el auténtico jamón ibérico, el de bellota.

Hablamos de los cochinos negros criados en la dehesa (situada en Jerez de los Caballeros, Oliva de la Florenta, Higuera la Real, Barcarrota, Zafra, Monesterio...), un ecosistema autosuficiente poblado de alcornoques y encinas sobre una alfombra verde de hierbas y flores silvestres. De sus ramas se desprenden las bellotas que tan bien saborean los cerdos ibéricos. Hay quien dice y, no sin razón, que la encina es un colgadero de jamones ibéricos.

Un despertar con carácter

Pero vayamos al principio. Con el primer canto del gallo, los agricultores y ganaderos extremeños iniciaban un duro día en el campo tras haber llenado su estómagos previamente con un buen plato de migas con tocino. Lo que ayer fuera un alimento reconstituyente se ha convertido actualmente en un elemento más de la tradición culinaria de Extremadura que se puede degustar a todas horas y en eventos de muy diversa clase, unas veces con chicharros (salchichón frito) y pimientos y otras con chocolate o café.

Hotel La Comarcal) ; 4. Perrunillas, magdalenas y galletas rizadas; 5. Chorizos y salchichones en la Finca Las Bejaranas; 6. Torta de La Serena; 7. Higos; 8. La Parra (Badajoz); 9. Gazpacho; 10. Vista de la dehesa extremeña tomada en el Hotel Monasterio de Rocamador.

El color rojizo del atardecer, el olor característico a verano, la fascinación que produce recoger espárragos en primavera, el calor que desprenden los braseros de picón en invierno... y, más concretamente, el placer de comer un trozo de morcilla, un refrescante gazpacho o unas sabrosas migas. Sabrosos recuerdos de la tradición culinaria extremeña de ayer pero también de hoy.