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Halloween en la Gran Manzana
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Halloween en la Gran Manzana

Por más que se diga que, en Nueva York, todos los días son Halloween, por las indumentarias, La Gran Manzana se convierte en la Gran Calabaza al llegar Halloween.

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Por más que se diga queen Nueva Yorktodos los días son Halloween -habida cuenta de las extrañas indumentarias que visten los neoyorquinos-, La Gran Manzana se convierte en la Gran Calabaza cuando se trata de Halloween. La más exportada de las celebraciones estadounidenses tiene el máximo sabor cuando se disfruta en casa. Así que nos vamos hasta Nueva York para sacarle todo el jugo a la fiesta en planes inolvidables -e inevitables-.

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Todos los años, más de 50.000 neoyorquinos se echan Sexta Avenida arriba disfrazados con los atuendos más extravagantes que uno se pueda imaginar, acompañados de muñecos gigantes ymedio centenar de bandas de música. Cualquiera, incluso un visitante, puede participar si cumple las reglas: ir disfrazado -obvio-, a ser posible con un traje hecho por uno mismo; ser creativo,hasta el punto de que no es extraño que no le dejen pasar a uno en los controles de acceso, que están en la esquina de la Sexta Avenida con la calle Canal.Si no,siempre nos quedará la opción de contemplar el desfile desde las aceras. El desfile comienza a las siete de la tardey sube hacia el norte, hasta la calle 16. Más info en halloween-nyc.com.

Los más pequeños de la casa son los verdaderos protagonistas. El Museo Americano de Historia Natural-sí, el de la saga cinematográfica Noche en el Museoque protagonizaban Ben Stiller y Robin Williams-abre 30de sus salas para que los niños jueguen, pinten, hagan calabazas de Jack O'Lantern, ydisfruten de espectáculos de magia y conciertos.Cuesta 12 dólares por persona y el museo está en Central Park West y la 79th Street. Para niños algomayores, una buena idea es llevarles a la fiesta de Halloween del famoso Museo de Cera de Madame Tussauds (Times Square y la 42nd Street, entre las avenidas 7ª y 8ª), donde los niños menores de doce años entran gratis (acompañados de un adulto) para darlo todo entre las más de doscientas figuras de cera -de aterradora verosimilitud- y los talleres de todo tipo que les tienen preparados.

Pero es por la noche cuando todos los gatos son pardos, y al terminar el desfile, la noche de Halloween de Nueva York es una colección infinita de fiestas, en una cantidad y variedad tal solo superada por las de Año Nuevo. Todos los barrios tienen sus propios desfiles y fiestas de Halloween, pero de todas ellas, siempre hay una que es unánimente reconocida como "la mejor": Webster Hell, que se celebra desde 1886 en el Webster Hall, uno de los clubes nocturnos más famosos de Nueva York y que, gracias a la fiesta de Halloween, tiene el sobrenombre de "sala de juegos del Diablo".

Las cuatro plantas del Webster Hall -en el 125 de East 11th St, entre las avenidas 3ª y 4ª- se convierten en un mausoleo viviente lleno a rebosar de gente con ganas de pasarlo bien y entre quienes es muy sencillo encontrarse con celebs de la vida social o del mundo del espectáculo, convenientemente cubiertas con máscaras y disfraces. Todo es excesivo en esta fiesta: desde la dificultad de hacerse con una entrada (a la fecha de elaboración de este artículo apenas quedaban) a la espectacularidad de los disfraces del personal de la sala: auténticos devoracadáveres que llenan el espectacular Grand Ballroom del club -no por nada está en un edificio protegido de finales del siglo XIX-, una ceremonia de sacrificio de una virgen -en honor de la Reina del Inframundo- o el más terrenal concurso de disfraces, dotado con un premio de 5.000 dólares. Una fiesta refinada que es una locura a medio camino entre un cómic underground y un besamanos que hay que experimentar en primera persona. ¡Qué miedo!

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Por más que se diga queen Nueva Yorktodos los días son Halloween -habida cuenta de las extrañas indumentarias que visten los neoyorquinos-, La Gran Manzana se convierte en la Gran Calabaza cuando se trata de Halloween. La más exportada de las celebraciones estadounidenses tiene el máximo sabor cuando se disfruta en casa. Así que nos vamos hasta Nueva York para sacarle todo el jugo a la fiesta en planes inolvidables -e inevitables-.

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