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¿Trendy o mamarracha? Así llevan las chaquetas los millennials
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¿Trendy o mamarracha? Así llevan las chaquetas los millennials

Para el próximo invierno, los abrigos se dejan caer... sobre los hombros. Una tendencia apta para trendsetters e egobloggers, pero nada práctica para quien no quiera pasar frío

Foto: Gigi Hadid, Bryan Boy y Eva Chen no se resisten al shrobing.
Gigi Hadid, Bryan Boy y Eva Chen no se resisten al shrobing.

Tener Cabify o cualquiera de las apps que hacen que un coche te espere en la puerta en cuestión de segundos hace que bajar las escaleras del metro (es decir, jugarte un esguince por culpa de los tacones) o morir de frío en la parada del bus dejen de ser preocupaciones para las fashionistas. Porque hay que asumir que las adictas a la moda no llevan looks funcionales. Recorrer a toda velocidad calles empedradas subida a unos stilettos sin ser modelo de Dolce & Gabbana no es sencillo. Subir al autobús enfundada en una falda lápiz exige unas capacidades motrices dignas de El Circo del Sol. Llevar un maxibag repleto de cosas –innecesarias, probablemente– como si se tratara de un bolso sobre mientras llevas las bolsas de la compra sin tener los bíceps de Madonna es complicado. Y la última tendencia impuesta desde las pasarelas parece empeñarse en que cojamos una pulmonía y no podamos llevar una bandolera con tranquilidad de la que sacar pañuelos para sonarnos la nariz.

Tras la moda de llevar los abrigos off-shoulders (prueba a correr por la calle para coger el transporte público con tu chaqueta sobre los hombros sin que esta termine en medio de la carretera), Demna Gvasalia impulsó el shrobing en su primer desfile para Balenciaga. Sus plumas abrochados únicamente hasta el inicio del pecho y colocados bien abiertos, tanto como para mostrar los hombros, dieron el pistoletazo de salida a la nueva forma de abrigarnos. ¿El truco? Pasar frío. Como suena.

Otra de las formas de llevar tu abrigo en plena tormenta de nieve es colocarlo a la altura de los codos, como si fuera un chal. Por supuesto, no puedes llevar una bandolera contigo. De hecho, dada la mínima movilidad que permite esta forma de lucir la chaqueta, lo mejor es que pongas tu móvil y tu tarjeta de crédito en los bolsillos. Y puestos a pedir, quizás deberías llevar un jersey de cuello vuelto para evitar terminar hospitalizada víctima de una pulmonía.

Si no eres de tacones, tenemos un nuevo problema. La moda propone ahora lucirlo hasta los pies. Tanto que a no ser que te subas a unos stilettos, puede que termines por limpiar la ciudad a tu paso. Al menos así lo demuestran las propuestas de Rihanna para Fenty. Eso sí: por muy largo que sea tu abrigo, asegúrate de no ponértelo de la forma ortodoxa, no vaya a ser que te abrigues. Deja un hombro al descubierto y asegúrate de que la otra manga te caiga por el codo. Cuando te hagas el selfie de rigor para inmortalizar tu momento RiRi, reza para que al levantar el brazo no se te mueva la chaqueta y tu truco de estilismo quede condenado al ostracismo. Quizás esta tendencia esté hecha para ser captada únicamente por Scott Schuman, porque no parece destinada a amantes de los autorretratos. A no ser que seas adepta a los palos selfie, pero tú verás si quieres ser vista con semejante accesorio por la calle…

Chanel apuesta por los plumas llevados a modo de mantón. Si los combinas con los abrigos abrochados acorde a las tendencias, tal vez tengas un look complicado y ciertamente esperpéntico (que terminará por ser fotografiado por todos los blogs de street style y se erigirá como baluarte de estilo), pero quizás consigas no pasar frío. Por mucho que le duela a la moda…

Y si todo lo anterior te parece poco absurdo (hay gente para todo), no pierdas de vista la forma en la que Balenciaga propone abrochar los abrigos en su último desfile. ¿Sabes cuando te despiertas sin haberlo hecho del todo y te abrochas confundiendo los botones? Pues ese es el truco. No ser consciente de lo que haces.

¿Un último consejo? Para llevar los looks acorde a las tendencias, te recomendamos que la temporada que viene te hagas con una camiseta interior térmica y con cientos de caramelos mentolados. Porque el accesorio que mejor acompaña esta moda es un buen catarro. Lo sabemos: a las tendencias no les basta con llevarse tu nómina. Ahora también quieren tu salud.

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Tener Cabify o cualquiera de las apps que hacen que un coche te espere en la puerta en cuestión de segundos hace que bajar las escaleras del metro (es decir, jugarte un esguince por culpa de los tacones) o morir de frío en la parada del bus dejen de ser preocupaciones para las fashionistas. Porque hay que asumir que las adictas a la moda no llevan looks funcionales. Recorrer a toda velocidad calles empedradas subida a unos stilettos sin ser modelo de Dolce & Gabbana no es sencillo. Subir al autobús enfundada en una falda lápiz exige unas capacidades motrices dignas de El Circo del Sol. Llevar un maxibag repleto de cosas –innecesarias, probablemente– como si se tratara de un bolso sobre mientras llevas las bolsas de la compra sin tener los bíceps de Madonna es complicado. Y la última tendencia impuesta desde las pasarelas parece empeñarse en que cojamos una pulmonía y no podamos llevar una bandolera con tranquilidad de la que sacar pañuelos para sonarnos la nariz.

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