Erico Navazo: el decorador que aprendió de los grandes y llegó a rey de la elegancia equilibrada

Encargos y propuestas no dejan de llamar a su puerta. Entre sus colaboraciones más recientes encontramos una con la firma textil alicantina KA International, con la que acaba de presentar una fascinante colección de telas estampadas inspiradas en el arte y la naturaleza. Suya es también la cosmopolita colección de sofás que ha realizado junto a la firma sevillana Ormo’s en la que madera y hierro se combinan con plumas naturales, terciopelos y tweeds. Y, desde luego, tampoco podemos olvidar las alfombras que ha diseñado para la firma granadina La Alpujarreña, una de las fábricas artesanales más antiguas de Europa.

Haga lo haga, Erico Navazo da en la diana y provoca placer visual. Siempre con sencillez, humildad y verdad.

¿A qué jugaba el pequeño Erico en su Burgos natal?

Yo era un niño que no paraba. Muy inquieto y activo. Cuando no estaba con los recortables o las maquetas me dedicaba a hacer marionetas. A los 16 me saqué el carné de conducir y me iba por los rastros y mercadillos de Burgos buscando muebles que luego restauraba, o cachivaches a los que les daba otra vida. En casa se reían un poco de mí. "¿Qué vas a inventar hoy?", me decían. Muchos de aquellos muebles siguen hoy conmigo, pero, sobre todo, considero que esa etapa fue un gran aprendizaje para entender cómo se construyen las cosas reales. Cuando estudias arte todo está idealizado y no analizas la inteligencia necesaria para crear, por ejemplo, un sofá. Aprendí a ver con otros ojos. Esa inquietud sigue en mí, siempre tengo que estar investigando y haciendo algo.

¿Dónde te formaste?

Estudié en la Escuela de Artes Aplicadas de Burgos y de ahí salté a Madrid para estudiar Diseño de Interiores en la Escuela Oficial de Artes Aplicadas. Mis padres me animaron mucho, conté con todo su apoyo. Recuerdo perfectamente mi viaje de ida cuando empiezas a llegar a Madrid y el paisaje cambia y aparecen naves industriales y fábricas, como la de cerveza que hay en la recta del Jarama. La sensación era de subidón absoluto. Madrid es una ciudad que me ha dado mucho y a la que le estoy muy agradecido. En Madrid he sido y sigo siendo muy feliz.

¿Te resultó difícil incorporarte al mercado laboral?

Todo fue muy rodado, la verdad. En el último curso, cuando tienes que presentar tu proyecto, empecé a trabajar con Duarte a media jornada. Estuve con él un año y fue un gran aprendizaje. También estuve con Fernando Campo, un anticuario fantástico del que aprendí un montón. Luego me tocó el servicio militar, ¡el del último reemplazo! y a la vuelta empecé a trabajar con Pascua Ortega.

¿Cómo fue eso de trabajar con el inmenso Pascua Ortega, uno de los más trascendentes interioristas de este país, en su momento de máxima plenitud?

Lo que más me impresiona de Pascua es su generosidad. Es una de esas personas ultraocupadas que, pese a todo, se sienta contigo para explicarte con toda la paciencia del mundo lo que sea necesario, te ayuda y te guía el tiempo que haga falta. Pascua me dio alas, confianza, y me dejó hacer. Aprendí muchísimo a su lado. Eran tiempos complicados, mediados de los 90 con una crisis de las gordas. Fue bastante duro, pero me hice mayor. Pascua es muy grande.

¿Cuándo nace la firma Erico Navazo?

En 2000. Yo estaba a punto de irme a Estados Unidos para seguir formándome y para trabajar en un estudio, pero la aventura se truncó por una hepatitis. No puede ir. Cuando me recuperé empezaron a salirme bastantes trabajos aquí en Madrid, trabajos muy bonitos, y así nació la firma.

¿Cómo te relacionas con los muebles y con los objetos con los que haces tu magia?

Sigo haciendo lo mismo que cuando era niño. Los observo al detalle, casi con mirada de cirujano. En qué época se construyó, cómo lo fabricaron, cuál es su uso… A nuestros becarios siempre les insisto para que se fijen mucho en estas cuestiones. Los objetos tienen que ser bonitos, sí, pero es más importante que sean prácticos y que nos hagan la vida más cómoda. Siempre he creído en la verdad de los muebles y en decir no a las réplicas e imitaciones.

Una de tus principales señas de identidad como decorador es que tus trabajos no se copian entre sí, no clonas las fórmulas que te han funcionado. ¿Es más divertido hacer de cada encargo una nueva aventura?

Lo que tengo claro es que cada cliente es distinto y hay que adaptase a él, a sus gustos y necesidades. Mi trabajo es ponerme al servicio del otro para hacer que su rincón en el mundo sea más agradable, para que disfrute de su casa o de su negocio. No hay clientes difíciles. Yo aprendo de ellos y ellos de mí. La clave está en generar confianza.

¿Cómo te llevas con las redes sociales?

Me parecen un invento estupendo para todo lo relacionado con lo profesional, pero me preocupan si hablamos de la gente joven porque realmente pueden hacerles mucho daño. Veo a los chavales con el ojo demasiado puesto en una fantasía, en una irrealidad total.

¿Cómo será la Casa Decor 2023 de Erico Navazo?

En estos días vamos a ir a ver el edificio y el espacio que nos ha tocado, a partir de ahí empezaré a plantear el proyecto. Tengo ya algunas ideas, pero aún no es algo consistente.

¿Qué proyecto futuro te ilusiona especialmente?

Estamos haciendo una colección de cerámica que me tiene muy enamorado. Todavía no puedo anunciar el nombre de la firma, pero son una gente muy proactiva y adorable. Eso ahora, y más a largo plazo, mi casa en el campo, con la que llevo soñando toda la vida. Ya tengo la casa, una casa antigua y modesta que ahora debo que transformar en mi sueño.

¿Cuál es el objeto más querido de tu casa?

No tiendo a idealizar los objetos, porque si existen es para darnos un servicio. Dicho esto, le tengo muchísimo cariño a dos sillas que pertenecieron a mi gran amigo Fernando Campo; me recuerdan mucho a él y tenerlas es como sentirle cerca. También estaría una fotografía de mi amigo Juan Baraja, que me encanta porque su trabajo es excepcional. Aunque suene contradictorio: no soy materialista, no tengo excesivos apegos a las cosas.

Acumulas premios y reconocimientos que te sitúan en la élite del interiorismo español y europeo. ¿Qué tal llevas tu ‘fama’?

Soy una persona con los pies en la tierra. Soy ambicioso y esa ambición es la que me lleva a realizar buenos trabajos, pero no me impongo imposibles. Al final, todos necesitamos que se nos reconozca. Es humano. Soy feliz estableciendo relaciones directas con mis clientes y dando forma a sus sueños. La verdad es que, sencillamente, intento ser coherente. Vivo tranquilo. Duermo bien.