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Lucía Ruiz Lafita o cómo dirigir el catering de alta cocina que enloquece a las celebridades
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OÍDO CHEF

Lucía Ruiz Lafita o cómo dirigir el catering de alta cocina que enloquece a las celebridades

Entre el clan Ronaldo-Georgina y el de los Preysler hay un abismo; el mismo que entre los Borbón, los Habsburgo-Lorena o los Rothschild. Ahora bien: todos aman la cocina de Ruiz Lafita

Foto: Lucía Ruiz Lafita: una vocación con mucha pasión. (Cortesía)
Lucía Ruiz Lafita: una vocación con mucha pasión. (Cortesía)

La pasión de nuestra protagonista por la cocina se desató en 2011, año en el que la madrileña Lucía Ruiz Lafita caminaba por los 16 años. Ocurrió en aquel verano, en Nottuln, una pequeña ciudad del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, a la que Lucía fue a aprender el idioma. Una exquisita tortilla de patatas precipitó los acontecimientos e hizo que acabase cocinando para la familia que la acogía, casi como en un juego. Allí empezó también a escribir su primer recetario, fruto de traducir las elaboraciones que más le llamaron la atención de los libros de cocina que había en aquella casa. Al final de aquel verano del año 11, la joven Lucía volvió a Madrid con una certidumbre que muy pocos a esa edad llegan a alcanzar, había encontrado su vocación: iba a dedicarse a los fogones el resto de su vida.

Hoy, Ruiz Lafita dirige Delirium, un catering emergente con una progresión aritmética de infarto. Alta cocina servida en hermosas mesas por atildados profesionales. Y sí, claro, mencionar los apellidos de sus más ilustres clientes siempre sirve de anzuelo para atraer a otros buenos pescados, pero lo cierto es que, por encima de esta digna herramienta de marketing, en Delirium hay una gran cocina manejada con instinto, savoir faire y talento, mucho talento.

placeholder Buena mano para la cocina, buenas recetas, buen gusto. Todo eso se concentra en Lucía Ruiz Lafita. (Cortesía)
Buena mano para la cocina, buenas recetas, buen gusto. Todo eso se concentra en Lucía Ruiz Lafita. (Cortesía)

¿Qué importancia se daba en tu casa a una buena mesa?

Mucha. Tengo preciosos recuerdos de mi infancia sobre reuniones familiares todos los fines de semana en el campo. Comíamos muchas personas y teníamos una cocinera estupenda que nos preparaba platos buenísimos. También hacíamos muchas fiestas infantiles en las que me encantaba ayudar cocinando o colocando y decorando la mesa. Los fines de semana nos dejaban a cada hermano traer a algún amigo. Cuando volvíamos del colegio lo primero que hacíamos al entrar en casa era ir directamente a la cocina, ese era lugar de reunión. Así aprendí que se cocina para compartir, para reunir y disfrutar de la compañía de la gente que quieres.

Inicialmente, estudias Administración de Empresas, pero luego decides enfocar tus pasos definitivamente hacia la gastronomía. ¿Cómo arranca esa nueva andadura?

Pensé estudiar hostelería en el École Hôtelière de Lausanne, que llegué a visitar, pero finalmente me decidí por Administración y Dirección de Empresas, en ICADE, y por Le Cordon Bleu. Toda mi carrera de ADE la viví muy cerca de la cocina; me compraba cada revista, veía cada programa de 'MasterChef', cocinaba todo lo que podía y hacía todo tipo de experimentos. También aprendí mucho viviendo fuera de casa. Y he tenido muchísima suerte con los profesores y jefes en las prácticas y en los primeros trabajos. Todos me han enseñado el lado bueno de este trabajo, que es sacrificado, pero muy gratificante a la vez. La gente de la que te rodeas influye decididamente en que ames u odies lo que estás haciendo.

Imaginamos que pasar por Le Cordon Bleu era innegociable, ¿pero por qué en la sede de México?

Desde pequeña me ha encantado e interesado mucho la comida mexicana, así que aproveché que estaba muy de moda la fusión en aquel momento y lo vi como una oportunidad fantástica para aprender sobre la comida y la cultura de un país que siempre me ha maravillado.

Con la sensibilidad para cocinar, ¿se nace o se adquiere con el tiempo?

No creo que sea algo con lo que se nazca. Es un don que se desarrolla desde muy temprano y en el que la influencia familiar tiene mucho que ver. También influyen el contacto con la naturaleza; el campo y la tierra, a su manera, te enseñan a cocinar mimando sus productos.

placeholder Lucía, con las manos en la masa. (Cortesía)
Lucía, con las manos en la masa. (Cortesía)

Hay un dicho que sostiene que el que sabe hacer un postre delicioso no cocina bien, ¿verdadero o falso?

De entrada, son dos mundos totalmente paralelos. A mí, personalmente, la repostería me encanta, ya que saca a relucir toda mi creatividad y puedo utilizar más colores, formas atrevidas, sorprender con texturas, combinar sabores. La repostería obliga ser muy precisos y a seguir las recetas al pie de la letra para que todo salga bien. Dicho esto, también me divierte mucho cocinar porque me permite experimentar y saltarme las reglas. Humildemente, me desenvuelvo bien en ambos escenarios.

¿Cómo surge la idea Delirium, ese catering de alta cocina que está enamorando a celebridades de nuestro país?

Mi pasión por la cocina va de la mano de mi pasión por la gente. Me encanta, necesito, estar con la gente y hablar con cada persona que prueba mis platos. Soy feliz viendo a la gente disfrutar y compartir.

¿Las celebridades son especialmente tiquismiquis por exigencias de su guion o son sencillos y llevaderos?

He tenido la suerte de poder trabajar con distintas celebridades. Creo que en el mundo de la gastronomía cada cliente supone un reto en sí mismo porque sus gustos y exigencias no tienen nada que ver con los de otra persona. En Delirium siempre intentamos entender al cliente lo mejor posible para hacer realidad sus ideas, sin renunciar a nuestro estilo de cocina refinado y muy cuidado. Esa es nuestra principal seña de identidad: somos flexibles sin renunciar a nuestra esencia.

¿Por qué el nombre de Delirium?

Elegí Delirium porque es el nombre de nuestro chat familiar en WhatsApp y porque nuestro barco se llama igual. En casa usamos delirium cuando queremos expresar máxima felicidad. Es nuestra palabra clave. Uno de mis principales objetivos era y sigue siendo que mis clientes al asistir a nuestros eventos entren en ese estado de felicidad y de delirio maravilloso. Estoy muy agradecida por la gran acogida de este proyecto y por la enorme confianza que tanta gente deposita en mí.

¿Qué hace que Delirium sea diferente?

Nos chifla enredar, hablar con los clientes, experimentar con platos nuevos y ponerle a todo mucha pasión y cariño. La gente percibe positivamente todo eso y lo aprecia. Luego añadimos a la receta la mejor materia prima, grandes platos, una fantástica puesta en escena, el servicio más exquisito y lo tenemos. Eso y mucha flexibilidad. Tras cada servicio preguntamos si todo ha estado de su gusto. Ese feedback es vital para nosotros.

Háblanos, por favor, de esas maravillosas vajillas y cuberterías antiguas que usais.

Siempre ofrecemos la opción de alquilar nuestro propio menaje. Tenemos vajillas antiguas que son auténticas joyas, así como cuberterías de plata y también platos de porcelana pintados a mano —algunos por mí—. Me gusta dedicar tiempo a la decoración de la mesa, siempre le pongo mucho cariño a esa tarea.

España tiene un gran nivel de caterings, sobre todo en las grandes ciudades. ¿Es dura la competencia?

Ni más ni menos que en cualquier otro sector. En Delirium tratamos siempre de ofrecer el mejor servicio, calidad y trato, y al final eso es lo que nos distingue de otros caterings en Madrid. Hay trabajo para todos y yo admiro mucho el trabajo de otros compañeros. Siempre que no puedo asumir un evento recomiendo personalmente otros caterings que me gustan.

¿Qué te motiva cada mañana para saltar de la cama?

Lo que más me motiva es el equipazo que tengo ahora. Me gusta ir a trabajar, voy feliz porque tenemos muy buena relación y cada día es diferente. Mi gente potencia mis ganas de superarme. Nos respetamos y admiramos entre nosotros y eso es importantísimo. Y como cada cliente es diferente, cada encargo es una nueva aventura. No conocemos la monotonía laboral, lo cual también es un privilegio.

placeholder Delirium también son regalos gourmet. (Cortesía)
Delirium también son regalos gourmet. (Cortesía)

En la construcción de tu sueño: ¿cuál es el próximo paso a dar?

Mi gran sueño sería tener una marca Delirium más potente. Me gustaría ampliar nuestra gama de productos gourmet y de platos caseros envasados al vacío listos para llevar. Me encantaría ampliar el stock y poder atender a muchos más clientes sin perder un ápice de calidad. Ya estamos buscando un obrador nuevo para poder poner en marcha todo esto.

¿Cuántas horas dedicas a tu particular Delirium?

Delirium se ha convertido en mi vida porque es mi proyecto más personal y por ello le dedico muchísimas horas. Para mí Delirium, además de trabajo, es pasión, es hobby y es diversión. Realmente siempre estoy conectada, pero eso no me impide estar con mi familia, mi pareja y mis amigos. Soy una persona muy organizada y familiar, y siempre encuentro el tiempo para todo y para todos.

La pasión de nuestra protagonista por la cocina se desató en 2011, año en el que la madrileña Lucía Ruiz Lafita caminaba por los 16 años. Ocurrió en aquel verano, en Nottuln, una pequeña ciudad del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia, a la que Lucía fue a aprender el idioma. Una exquisita tortilla de patatas precipitó los acontecimientos e hizo que acabase cocinando para la familia que la acogía, casi como en un juego. Allí empezó también a escribir su primer recetario, fruto de traducir las elaboraciones que más le llamaron la atención de los libros de cocina que había en aquella casa. Al final de aquel verano del año 11, la joven Lucía volvió a Madrid con una certidumbre que muy pocos a esa edad llegan a alcanzar, había encontrado su vocación: iba a dedicarse a los fogones el resto de su vida.

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