Mireia, hermana de Carme Chacón, y amigos hablan en su 50 cumpleaños: "Te extraño"

“Hoy mi hermana hubiera cumplido años y yo estoy organizando su fiesta de cumpleaños (con pandemia y todo). Tendríamos que ser 7 pero seremos 6. Desgraciadamente cumpliremos la ley con nuestro grupo 'bombolla”, nos cuenta Mireia Chacón, hermana menor de Carme Chacón. Positiva y entusiasta como lo era Carme, Mireia encuentra en este día la fuerza que nos asegura que aún no halla su madre.

Mireia ya tiene todo organizado para celebrar el que habría sido el 50 cumpleaños de una de las políticas más queridas y recordadas de nuestro país. “Cumplir 50 años desde el cielo merece una buena fiesta, “una fiestarraka”, una de esas en las que ella se bebía la vida. Sonarán 'Sin documentos', 'Mediterráneo', 'Vivir así es morir de amor', 'La Gozadera', 'Mi tierra', 'Al alba', 'Cadillac solitario', 'La Flaca', 'La raja de tu falda'... Habrá mucho vino blanco bien frío, risas, llantos, recuerdos imborrables e impagables, bailes, mucha nostalgia, brindis con cubitos dentro, y abrazos y besos que quedaron pendientes...”, comenta Mireia, quien tiene claro cómo quiere finalizar este día: “El final está asegurado: un viento nacido en la isla de Terreros subirá por la orilla del mar Mediterráneo hasta convertirse en brisa fresca en las montañas del Baix Llobregat. Y en nuestro lugar secreto, se apagarán las velas”.

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C. V.

Mireia le dedica unas palabras muy emotivas directamente a su hermana: “Nos has dejado muy solos, pero nos has dado una lección de vida. Carpe diem. ¡Por muchos años, Carmen! Te quiero y te echo de menos”.

Carme Chacón murió el 9 de abril de 2017 a los 46 años de edad. Padecía un problema cardiaco que le había sido detectado hacía años: “Las primeras palabras que me vienen a la cabeza cuando pienso en Carme son energía, vitalidad, entusiasmo, ganas de vivir. Era imparable, infatigable. Sabía que llevaba en el pecho una herida mortal y estaba decidida a apurar la vida a fondo. Sin hacer cosas raras ni extravagantes: solo sacando todo el jugo a cada cosa que hacía. Deporte, amistad, pasión política... y sobre todo maternidad”, nos cuenta Miguel Barroso, su exmarido y padre del hijo que ambos tuvieron, Miquel. “He conocido a madres de todos tipos pero nunca he visto a una más enamorada de su hijo que Carme. Dejaba cualquier cosa por estar con él; suspendía cualquier compromiso por acudir junto a él. No había nadie ni nada en el mundo más importante para ella que Miquel. Se embarcó en la maternidad -como en todo- advertida de los riesgos que entrañaba para su vida. Y la disfrutó con la máxima intensidad”, añade.

Aquel fatídico 9 de abril de 2017, uno de los mejores amigos de Carme, Bernardo Pérez, fotógrafo de 'El País', había quedado con ella para cenar. Le extrañó que Carme no se pusiera en contacto con él: “Tuve la desgracia de ser quien descubrió que había fallecido, quien llamó a la policía para que echaran la puerta abajo. Éramos como hermanos. Habíamos quedado para cenar juntos y no me llamaba… Me desplomo cada vez que recuerdo ese momento…”, nos comenta.

Asegura que lo suyo fue “amistad a primera vista”: “El día que ella llegó como la diputada más joven del Congreso, cuando ya me marchaba, me pidieron que la buscara. La encontré y empezamos a hablar. Me encontré con una persona llena de alegría, generosa en todo. Le pregunté que cómo se iba a organizar en Madrid y me dijo que no lo sabía porque en esta ciudad no conocía a nadie. Me la llevé a tomar unas cañas y desde ese día nos convertimos en los amigos más buenos del mundo. Su hijo me llama tío Bernardo… Hemos perdido algo muy grande con su falta. Lamento además que nos falte la talla política que tenía, ahora que más falta hace. Su sensatez, su solidez. No tenemos mucho de eso hoy…”.

El compromiso con el trabajo, la generosidad, el entusiasmo y la humildad de Carme son algunas de las cualidades que más destacan los que la quieren. “Carmen -para su padre, andaluz; Carme para su madre, catalana- era una mujer de enorme sensibilidad social y personal. Trabajadora y tenaz, minuciosa en extremo, optimista y decidida. Disfrutábamos del trabajo, que siempre tenía un objetivo compartido y un sentido social. No la olvidaremos nunca. No olvidaremos esa risa inmensa con que condimentaba sus eternas horas de trabajo al servicio del país”, nos dice Luis Arroyo, quien fue jefe del gabinete de Chacón y con la que tuvo una relación muy cercana.

“Se entregaba a fondo a cualquier cosa que hiciera: lo mismo el Derecho constitucional, que la apasionaba, como la política. También al deporte y a la poesía. Era generosa en todos los sentidos; regalaba afecto a sus compañeros, a sus amigos y también a los adversarios en la política. Obsequiaba tiempo y atención incluso a los desconocidos que la paraban por la calle”, afirma Miguel Barroso.

“La echo mucho de menos. A este mundo le falta algo maravilloso, de bondad, de entusiasmo y generosidad. Y eso era mi amiga Carme Chacón. Hemos perdido algo muy válido y siempre la llevo en el corazón”, añade su gran amigo Bernardo.

“Para Carme no ha habido reto al que no le haya hecho frente. Nunca se daba por vencida. Siempre con determinación, trabajo y esfuerzo llegó muy lejos”, nos recalca Mónica Melle, economista y estrecha colaboradora de Carme. “Creo que ha hecho historia. Siempre tan responsable y rigurosa con el trabajo y a la vez cercana y divertida cuando la ocasión lo permitía. Hablar con Carme era aprender. Era muy inteligente y tenía muchísimo sentido común, siempre acertada en sus análisis. Y como son las personas inteligentes, era a la vez humilde y generosa. Pero, por encima de todo, era muy humana y entrañable. Se hacía querer mucho”, agrega.

A lo largo de su camino, Chacón marcó a muchas personas, tanto de su entorno laboral como de su círculo más personal.

Miquel Iceta, ministro de Política Territorial y Función Pública, y José Zaragoza, diputado por Barcelona y coordinador de los diputados del PSC en el Congreso de los diputados, son dos de los compañeros políticos de Carme que la recuerdan hoy con enorme cariño. Ellos fueron, por ejemplo, dos de las primeras personas a los que confió su decisión de renunciar a presentarse como cabeza de lista por Barcelona en las elecciones del 26 de junio de 2016.

“Cada vez que hablo de Carme, me acabo emocionando porque era una persona joven a la que perdimos de forma inesperada, abrupta. Era un ejemplo de trabajo, de compromiso, una persona preparada, muy responsable con todo lo que le correspondía. Realmente, me parece que se hace verdad el dicho de que se acaban yendo los mejores. En el caso de Carme, por desgracia, se cumplió la frase”, nos dice Iceta.

“Era una persona feminista, trabajadora y competente, y aunque era muy competitiva, sabía perder y aceptar las derrotas. Una mujer valiente y muy humana, siempre se preocupaba por la gente que tenía a su alrededor. Una gran amiga y compañera para todos los que tuvimos la suerte de trabajar a su lado. En los últimos años, Carme y yo discutíamos mucho, y siempre acababa de la misma forma: '¿Estas segura, Carme?', y ella respondía: 'Sí'. 'Pues entonces te acompaño”, cuenta José Zaragoza.

Mónica Melle nos asegura que “para mí, va a estar siempre presente. Es un referente, un ejemplo a seguir, una luchadora, una trabajadora incansable, una mujer valiente. Aplicó la máxima de Eleanor Roosevelt, que nos decía: 'Haz una cosa al día que te dé miedo”.

Sus compañeros de universidad tampoco olvidan a Carme. Hoy la felicitan con pequeñas y emotivas cartas, que algunos de ellos han tenido la generosidad de compartir con nosotros, como es el caso de Beatriz Buelta Segarra: “Te quiero y te añoro... Te recuerdo y te sonrío… Muchas felicidades, Carmeta, brindo por ti con una copa de vino blanco helado, riendo, bailando, comiéndonos la vida... ¡como lo hicimos tantas y tantas veces!”. O Elisabet Cano: “Destacaba por lo natural y sencilla que era, por tocar con los pies en el suelo, por ser ante todo mujer, hija, hermana, madre y amiga, por poner pasión y arte en todos sus proyectos, por su amor por la belleza de la poesía, por su corazón deportista y apasionado, por su rectitud moral y por haber sido mi amiga en las aulas de la Universidad de Derecho de Barcelona entre 1989 y 1994”.

María Rodríguez Cape, otra compañera en las aulas, apunta que la quiere recordar para "tenerte siempre a mi lado, para darte las gracias por ser mi amiga, mi alma gemela, para seguir viviendo con tu presencia en mi vida, desde hace ya casi cuatro años sin ti, pero siempre conmigo”.