Mirabel, el tesoro dorado del campo gallego
Cerca de la frontera de agua con la que el Miño separa España de Portugal se encuentra O Rosal, el último municipio antes de llegar a
Cerca de la frontera de agua con la que el Miño separa España de Portugal se encuentra O Rosal, el último municipio antes de llegar a A Guarda. Tierra de buenos vinos, de lampreas y de angulas, este concello -y toda la comarca del Baixo Miño en general- es conocido como el jardín de la costa gallega. Además de una cuarta parte de la producción nacional de kiwis, es hogar desde hace décadas del mirabel, una dorada fruta que llegó desde la Selva Negra alemana.
Primo de cualquier variedad de ciruela que encontramos en los puntos de venta (ambos son, además, familiares del rosal), el mirabel (Prunus x domestica var. syriaca) es una exquisitez gastronómica difícil de encontrar fuera del ámbito geográfico gallego y más allá de los 15 escasos días que dura su comercialización como producto fresco. El verano es su gran momento: a comienzos de julio se procede a su recolección, llegando a los puntos de venta inmediatamente... y acabándose casi tan rápido como aparece.
Con los frutos en su sazón, este pasado jueves comenzó a primera hora de la mañana la cosecha del mirabel en O Rosal. Salvador Martínez Valladares es administrador de Froitas do Rosal, una cooperativa que se formó en 2004 y de la que forman parte más de 30 vecinos. En sus 20 hectáreas se produce el único mirabel gallego que posee la etiqueta de garantía de producción ecológica, además de contar con algunos cerezos “en experimentación”.
De todos modos este año tienen prevista una expectativa mínima de producción: “El tiempo complicó muchísimo la producción y no ha cuajado bien la fruta”. Aun asi, Martínez Valladares asegura que “al haber menos frutos, serán de muy buena calidad”.
La distribución del mirabel de O Rosal será bastante limitada este año. Eroski, cadena que venderá la fruta en sus establecimientos de Galicia, espera recibir unos 2.000 kilos de mirabel a partir de este lunes, en contraste con los 6.250 kilos que se vendieron el año pasado. Cada dos días llegarán 1.000 nuevas tarrinas a la plataforma de distribución de la cadena de supermercados hasta que se agoten las existencias.
Aunque en España se trata de un gran desconocido, el mirabel goza de una amplísima popularidad en Alemania y Francia, sobre todo en las regiones fronterizas entre los dos países como Lorena o el Palatinado. En las ciudades de Metz, Bayon y Nancy se celebran cada verano las Fêtes de la mirabelle. En todas estas zonas la mayoría de la producción del mirabel se destina a la transformación alimentaria: a un lado y otro de la frontera franco-germana se suceden elaboraciones como mermeladas, tartas o aguardientes con esta fruta como principal materia prima.
Debido a la acusada estacionalidad de la fruta y a su delicadeza, la producción y comercialización del mirabel en España ha estado limitada a las conservas hasta hace muy poco tiempo. Sólo en los últimos años alguna cooperativa como Froitas do Rosal se ha aventurado con su producción para su consumo final, aunque con unas cantidades aún limitadas.
Orense también produce
Pero el mirabel gallego no sólo crece junto al mar. Desde hace cuatro años la orensana Hortoflor viene cultivando el fruto en altura y actualmente cuenta con unos 700 árboles distribuidos entre las fincas de los cooperativistas. “Este año ha habido poca floración en las zonas bajas por culpa del tiempo, pero en zonas de media altura hemos conseguido producir algo más”. Sus expectativas pasan por igualar la cosecha de 2009.
La producción orensana va destinada “en un 99%” al procesado en conserva. De este aspecto se encarga la empresa Marron Glacé de José Posada, famosa por sus dulces elaboraciones con castañas. “Producimos unos 4.000 o 5.000 tarros”, explica este veterano empresario que los vende a un precio aproximado de cuatro euros. “El mirabel del Ribeiro tiene las características organolépticas perfectas”, asegura. Es de esperar que que el mirabel llegue a más hogares en poco tiempo: “Es cuestión de producción, que aún es pequeña, y de fama”. Por ahora, y mientras la cosecha sea tan reducida, no desaproveche la ocasión: si está en Galicia estos días, búsquelo y seguro que no le defraudará.
Cerca de la frontera de agua con la que el Miño separa España de Portugal se encuentra O Rosal, el último municipio antes de llegar a A Guarda. Tierra de buenos vinos, de lampreas y de angulas, este concello -y toda la comarca del Baixo Miño en general- es conocido como el jardín de la costa gallega. Además de una cuarta parte de la producción nacional de kiwis, es hogar desde hace décadas del mirabel, una dorada fruta que llegó desde la Selva Negra alemana.