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Una ruta para foodies hacia Saint Andrews
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Una ruta para foodies hacia Saint Andrews

La mera contemplación de la ruinas de la Catedral del Mar o San Andrés, nada más entrar en la preciosa ciudad de Saint Andrews y observar

Foto: La Catedral de St. Anndrews. Foto: Capriles
La Catedral de St. Anndrews. Foto: Capriles

La mera contemplación de la ruinas de la Catedral del Mar o San Andrés, nada más entrar en la preciosa ciudad de Saint Andrews y observar sus orgullosas ruinas que mantienen las espectaculares portadas delantera y trasera enhiestas, mientras guardan y dan cobijo a las tumbas de cuantos quisieron descansar junto a ella. Es una visión para contemplar en silencio durante horas. La ruta que discurre por la costa desde Edimburgo hacia Saint Andrews, es el suave y verde de las praderas por un lado y; el gris plata del mar, por el otro. Un camino salpicado de pequeños y encantadores pueblos de pescadores de casas de tejas rojas y playas vírgenes que hay que recorrer despacio, saboreando y deteniéndose en cada uno de ellos.

Al cruzar la bahía por el moderno Forth Road Bridge que corre en paralelo al imponente Forths Ferry, el puente ferroviario de estructura romboidal, símbolo de Escocia y que por sus colores recuerda el Golden Gate; se entra en el llamado Fife Kingdom. Al sur del puente, una parada en The Hawes inn, para tomar un café frente al puente o una ‘schooner’ de cerveza en el diminuto Ferry pub que hay justo al lado, donde charlar con tipos de aspecto duro y ‘harlistas’ . Si continúa el camino hasta llegar al pueblo de Elie, un lugar idílico de casas bajas, encaladas, junto al mar, se encuentran numerosas granjas que venden las fresas, peras y frambuesas que recogen en sus tierras.

Al llegar al viejo puerto de pescadores del pueblo de Anstruther, nos topamos con el restaurante del mismo nombre, que ha sido designado en numerosas ocasiones como el local que mejor Fish & Chips hace de toda Escocia.

Un poco más allá, en Crail, un encantador pueblecito que en tiempos alojó el que fue mayor mercado callejero de Europa, encontramos The Pottery, un pequeño taller con cerámicas originales y, más abajo hacia el puerto, un Tea Shop con una preciosa terracita sobre el mar donde beber algo antes de seguir. Ya en el puerto encontramos cientos de nasas con las que pescan las preciadas langostas que preparan en pequeñas casetas bien cocida o a la plancha para tomar allí mismo.

Saint Andrews, la considerada cuna del Golf, es una ciudad con un estilo y una clase sin igual, por la categoría de sus mansiones, la presencia altiva y orgullosa de su catedral en ruinas, el viejo castillo de su obispo, la incomparable y majestuosa universidad y el exclusivo Club Royal junto al mítico campo de Golf Old Court.

Maisha, un restaurante ubicado en uno de los típicos callejones adyacentes a Market Street, es uno de los lugares frecuentados por los estudiantes por su rica cocina bengalí y cuya entrada decorada con flores y plantas cautiva tanto como su rico Kebab de atún.

Pero hay un lugar especial donde comer en un día radiante de sol, el SeaFood Restaurant, una pecera sobre la misma playa de West Sands donde se filmo Carros de Fuego. Sus pescados y langostas preparados en la cocina vista, acompañados de cerveza artesana del lugar es la mejor opción.

Guía práctica

Madrid-Edimburgo, con Iberia express, 4 vuelos semanales.

Hotel: Nira Caledonia. Un encantador hotel boutique en un barrio residencial de Edimburgo a solo 8 minutos andando de George Street (10 Gloucester Place, Edinburgh)

Seafood Restaurant (Bruce Embankment; St. Andrews)

La mera contemplación de la ruinas de la Catedral del Mar o San Andrés, nada más entrar en la preciosa ciudad de Saint Andrews y observar sus orgullosas ruinas que mantienen las espectaculares portadas delantera y trasera enhiestas, mientras guardan y dan cobijo a las tumbas de cuantos quisieron descansar junto a ella. Es una visión para contemplar en silencio durante horas. La ruta que discurre por la costa desde Edimburgo hacia Saint Andrews, es el suave y verde de las praderas por un lado y; el gris plata del mar, por el otro. Un camino salpicado de pequeños y encantadores pueblos de pescadores de casas de tejas rojas y playas vírgenes que hay que recorrer despacio, saboreando y deteniéndose en cada uno de ellos.

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