El mal fario de Alejandro Sanz

El 2007 no fue un buen año para el cantante Alejandro Sanz. Primero llegó la traición de unos empleados malvados que pretendían hacerle daño revelando secretos familiares. Para no hacerles el juego, él mismo explicó en un comunicado que tenía un hijo secreto. Se trataba de un niño de seis años fruto de su relación con Valeria, una joven diseñadora de Miami.

Más tarde, y debido a problemas de salud, suspendió parte de su gira musical por Estados Unidos. A continuación llegó el veto de los chavistas. Como le ocurrió al Rey, Sanz tuvo su particular encontronazo con Hugo Chávez, que prohibió una actuación multitudinaria en Venezuela por haber dicho de él -entre otras cosas- que era un tarugo.

Más tarde llegaron las comparecencias judiciales por el asunto de la supuesta extorsión del mayordomo infiel. Si no quería una taza, le tocaban dos. Día sí y día también se convertía en noticia por estos asuntos en vez de por su carrera como cantante. Algunos de sus conocidos relacionados con el mundo esotérico hablaban del mal fario que rodeaba la vida de Sanz. Por supuesto, él ni caso a estos nefastos augurios. Malas rachas las tienen cualquiera. Y así fue.

Tras la tempestad vino la calma. En estos momentos se encuentra en una especie de nirvana con Raquel, asistente personal y reciente novia oficial. Con el pequeño Alexander mantienen una relación espléndida y con la madre también. Su último disco no ha sido el bombazo que se esperaba, pero ha tenido buenas ventas.

Alejandro, que ha venido a Madrid para pasar las navidades junto a su familia y su hija Manuela, tiene previsto organizar una fiesta por todo lo alto en Nochevieja. A la reunión multitudinaria no faltará el regimiento de amigos e incondicionales que siempre le han apoyado. Por cierto, Sanz fue la estrella en el festival infantil del colegio de su hija, aunque en esta ocasión ejerciendo como padre y no como profesional.