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José Tomás: dicen que sí, pero...
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José Tomás: dicen que sí, pero...

¿Sería porque un aficionado llegara a pagar 6.500 euros en época de crisis para ver a José Tomás por lo que las expectativas subieron como la espuma? ¿Sería

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José Tomás: dicen que sí, pero...

¿Sería porque un aficionado llegara a pagar 6.500 euros en época de crisis para ver a José Tomás por lo que las expectativas subieron como la espuma? ¿Sería porque la cita era en Barcelona, ciudad en la que todo adquiere un carácter singular, especialmente cuando se amontonan en la puerta de la Monumental cuerpos desnudos pintados de rojo en protesta por lo que algunos llaman la crueldad de la Fiesta? ¿Sería por la exigencia sempiterna de este país con los que destacan? ¿Sería porque era la primera encerrona con seis toros?

Dicen que no hubo lances para el recuerdo, dicen que cuando torea se ensimisma y que fue imposible bordar el toreo en la tarde barcelonesa con los toros parados de Nuñez del Cuvillo. Pero que los de otras ganaderías, la del Pilar y la de Victoriano del Río que completaban la tarde, sí le dieron cancha al quite, aunque no suficiente. Aún así, José se hizo grande en la tarde barcelonesa, una de las más comprometidas.

Dicen muchas cosas... como para no hablar de la excelencia... Dicen que no estuvo, pero estuvo, desmonterado como siempre en el paseillo y sin flaquear, que no lo ha hecho, no lo hace ni lo hará nunca, frente al toro. Y brindó el tercero al público, como no había de ser menos. La plaza gozaba con el toreo hierático y seco, estatuario de delanteras paradas, incluso con algunas chicuelinas y manoletinas de las que tanto gusta. Pero...

Dicen que se hace poesía cuando escriben de Tomás. Poesía hace el maestro delante del toro amigo. Torero alto, flaco hasta decir basta, José terminó, como siempre, entre los pitones del toro por dos veces, aunque no saliera por toriles el animal que le enviara hasta la gloria y que el mundo 'tomasista' espera cuando va a ver a su toreo de cinco estrellas. Cinco, cinco de la tarde eran, "cinco oros y un baúl de tauromaquia a hombros para el torero de Galapagar", resume sabio y amable Zabala de la Serna en ABC.

Dicen también que el torero se considera amigo de la ciudad condal, aunque todavía no tenga su medalla. Pero sí la señera, el ramo de flores en la izquiera y las cinco orejas, cinco, con las que salió por la puerta grande. Para algunos, muchos, esta vez no ha sido suficiente.

¿Sería porque un aficionado llegara a pagar 6.500 euros en época de crisis para ver a José Tomás por lo que las expectativas subieron como la espuma? ¿Sería porque la cita era en Barcelona, ciudad en la que todo adquiere un carácter singular, especialmente cuando se amontonan en la puerta de la Monumental cuerpos desnudos pintados de rojo en protesta por lo que algunos llaman la crueldad de la Fiesta? ¿Sería por la exigencia sempiterna de este país con los que destacan? ¿Sería porque era la primera encerrona con seis toros?