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La Casa Real, en el punto de mira
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La Casa Real, en el punto de mira

Sostenía Jaime Peñafiel hace unos días en este medio una cuestión que pertenece casi al ideario común: en España hay más juancarlistas que monárquicos. Y ésa parece

Foto: La Casa Real, en el punto de mira
La Casa Real, en el punto de mira

Sostenía Jaime Peñafiel hace unos días en este medio una cuestión que pertenece casi al ideario común: en España hay más juancarlistas que monárquicos. Y ésa parece ser la tónica que marca la relación de los distintos estratos sociales con la Casa Real española: respeto al Rey Juan Carlos, no sólo por ser “cercano y campechano”, como habitualmente se le cataloga, sino por su papel en la transición democrática.

Tan sólo unos días después del 14 de abril, aniversario de la proclamación de la república, los medios analizan el papel y la continuidad del reinado Borbón en nuestro país. El suplemento La Otra Crónica, del periódico El Mundo, se acercaba el pasado fin de semana a la cuestión de la sucesión.

Para hacerlo recurría a los resultados de la asamblea anual de la Diputación de la Grandeza, un órgano poco conocido para el pueblo llano, pero que se encarga de dirimir lo que sucede con todos los títulos nobiliarios de este país, que según los datos oficiales, son unos 3.000 en total.

En esa reunión, presidida por Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, duque de Aliaga e hijo de la duquesa de Alba, la moción que se postulaba a favor del príncipe de Asturias fue aprobada por la mayoría, alegando que quedaba en una posición complicada en su condición de heredero al trono tras la aprobación de la ley de igualdad entre hombres y mujeres en la sucesión de títulos nobiliarios, hecho que tuvo lugar el 30 de octubre de 2006.

Aunque esta parte apoye al príncipe de Asturias, LOC se acerca al otro grupo, al de los “elenistas”, que aunque ni están organizados ni se trata de un movimiento como tal, se postularían "de puertas para adentro", a favor de que, ya que los nobles varones deben ceder sus títulos nobiliarios a sus hermanas en caso de ser éstas las primogénitas, qué mejor que la casa Real predique con el ejemplo y otorgue la corona a Elena, porque quizá lo más cuestionado de esta ley sea su carácter retroactivo.  

La Casa Real vuelve a estar en el punto de mira. Se critica que a estas alturas no se hayan pronunciado sobre la sucesión. En cualquier caso, según la supuesta propuesta "elenista", llegue o no Felipe a ocupar el trono español, sería una mujer la llamada a sentarse en él. Si el marido de Letizia llega a ocuparlo le sucedería Leonor, y si se quedase sin corona, la reina sería su hermana Elena, que se convertiría así en la primera soberana divorciada de la historia española.

De no ser la infanta Elena, que sería sucedida por Felipe Juan Froilán de todos los Santos, otra divorciada llegaría a ser consorte de un monarca, ya que Letizia acompañaría a Felipe, para luego ceder la jefatura de estado a la infanta Leonor. De nuevo una mujer como titular. Sorprende que a estas alturas y con esta disyuntiva en ciernes, no haya una petición formal para cambiar la constitución que en su artículo 57 en el punto uno dice que la Corona de España es “hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica”.

Establece asimismo que la sucesión al trono “seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos”.

Por tanto, aunque se da por supuesto en muchas ocasiones que la infanta Leonor será la heredera del trono, no lo es de facto, ya que, de tener un hijo varón los príncipes de Asturias, tal y como está la Constitución en estos momentos, sería ese hipotético descendiente quien se posicionaría como primero en la línea de sucesión tras Felipe.

Pero no es la única cuestión a la que se tiene que enfrentar la Casa Real española, una institución siempre en el centro de todas las miradas de los republicanos. En los últimos tiempos han surgido voces más críticas entre aquellos que vigilan con lupa las actuaciones de los miembros de la Primera Familia.

Entre los descontentos se señalan las ausencias de las infantas Elena y Cristina durante actos tradicionales -que no de carácter institucional al no estar recogida en la agenda real- como la misa de Pascua en la Catedral de Palma. Destacan también el hecho de que ninguno de los integrantes de la Familia Real haya aparecido en público durante la Semana Santa, que han hecho que el 'cerrado por vacaciones' haya sido este año mucho más llamativo.

Asegura LOC que un despacho de abogados conservador estudia la promoción de la candidatura de Froilán al trono como seguidor de su madre. De ser así, los más escépticos creen que las críticas le harían un flaco favor a la Infanta en caso de que se diera pábulo a la petición de la que habla el suplemento.

Por el momento lo que parece quedar al descubierto es la existencia de un grupo de apoyo a la candidatura felipista, heredero de facto del trono español, por parte de los nobles que en su asamblea encabezó Ignacio Castillo Allende, conde de Bilbao. La mayoría apoyó al menor de los hijos de don Juan Carlos, pero, como también aseguraba Peñafiel hace unos días a este medio, aún está por ver si los juancarlistas de hoy se convierten en los felipistas del mañana.

Sostenía Jaime Peñafiel hace unos días en este medio una cuestión que pertenece casi al ideario común: en España hay más juancarlistas que monárquicos. Y ésa parece ser la tónica que marca la relación de los distintos estratos sociales con la Casa Real española: respeto al Rey Juan Carlos, no sólo por ser “cercano y campechano”, como habitualmente se le cataloga, sino por su papel en la transición democrática.