Las 'técnicas de mercado' del sastre real

Raramente, salvo en algún cuento de los hermanos Grimm, los sastres de la Corte suelen adquirir protagonismo mediático, más allá de la expectación que despierta el resultado final de tantas horas de costura, que los reyes, príncipes o princesas lucen más tarde al subir y bajar de la carroza. No es el caso de los costureros reales de hoy en día, que están más de moda que nunca y ocupan las primeras filas de la más rabiosa actualidad, lo mismo por sus creaciones que por aspectos que tiene más que ver con la faceta privada.

Un vivido ejemplo que bien podría ilustrar esta situación es la existencia pública del diseñador de cámara de la princesa de Asturias. Felipe Varela ha pasado de desfilar en Cibeles a hacerlo enfrente de algunos resabidos fotógrafos el día de su boda con su novio cubano esta misma semana. Quizá la poca notoriedad de su nombre y de su rostro, pese a haber disfrutado de subvenciones para hacer notar sus colecciones de prêt-à-porter en desfiles aquí o allá, ha resultado un factor importante en la ascesis de este madrileño, que fue al mismo colegio del príncipe Felipe, en la historia colateral de la nueva etapa que afronta la Familia Real desde la llegada de Letizia Ortiz a Zarzuela.

No concede entrevistas. Esa es su premisa. Tal vez en un intento de colaborar con la política de la Casa del Rey a la que algunos culpan de opacidad informativa desde el desembarco de un nuevo miembro de la familia en 2004. Pero, en su forma de actuar se vislumbran actitudes propias de cualquier publicista en bruto. No es de extrañar que presuma de vestir a una princesa. Y las que puedan venir. Además, su relación con la infanta Elena resultó decisiva para que Letizia se inclinase más por sus modelos que por los de Lorenzo Caprile, uno de los preferidos de sus cuñadas.

Pero, mientras que conocer las medidas del Rey supone adentrarse en un auténtico secreto de Estado, es fácil encontrarse con una réplica exacta del último vestido que la nuera real haya lucido en un acto oficial, boda o recepción, en la boutique que regenta en el número 30 de la calle Ortega y Gasset. Como ocurriera con el modelo de la boda de la heredera sueca, Felipe Varela ha expuesto una reproducción del polémico traje que la princesa llevó el día de La Hispanidad y que chocó diametralmente con las nociones más básicas del protocolo, que indican, tal y como aparecía en la propia invitación de Zarzuela, traje corto para tanto el acto en sí mismo como la recepción posterior.

Por eso, mucho son los que no entienden que decida no hablar para evitar llamadas telefónicas que siempre resultan incómodas y, más tarde, mercadee con las elecciones textiles de la princesa Letizia a golpe de escaparate en plena Milla de Oro. Aunque ya se sabe que en tiempos de coyuntura económica complicada cualquier ayuda externa siempre es bien recibida.

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