Misión Supersecreta: la tarta de Alejandro Sanz

Todo el secretismo que ha rodeado la boda de Alejandro Sanz y Raquel Perera podría formar parte del guión de una película de misterio o de agentes secretos. Salvo unos pocos intimos el resto de invitados desconocía que en la finca de Jarandilla de la Vera se iba a 'recelebrar' el matrimonio del cantante y su novia. En realidad se casaron el 23 de mayo en  la iglesia de San Francisco de Asís en Sabadell (Barcelona)  y salvo el sacerdote que ofició la liturgia  y los testigos respectivos  tampoco se enteró nadie.

Alejandro Sanz tenía muy claro que la noticia la daría él y que la tapadera oficial sería el bautizo de Dylan.  Como así fue. Y para que no quedara ningún cabo suelto  montaron un dispositivo con círculos concéntricos de seguridad de tal manera que si se traspasaba, uno nunca se podría llegar al núcleo central. Igual que hacen los agentes secretos cuando deben recabar o pasar información a sus contactos.

El caso fue que la tarta del niño Dylan tuvo un recorrido que nada tendría que envidiar a un momento de Misión Imposible en cualquiera de sus ediciones o al Tercer Hombre, de Carol Reed. La artista Teresita Chuecos (http://www.teresitachuecos.es/)  fue  la repostera elegida por Sanz y su mujer para celebrar el bautismo de su tercer hijo. Recibió el encargo desde Nueva York a través de una conexión de Skype donde alguien daba las indicaciones pertinentes de cuándo, en qué fecha, en qué lugar  y como debería ser entregada la tarta. Y así se hizo.

La primera etapa estaba marcada a doscientos y pico kilómetros de Madrid en un hotel cercano al lugar de la entrega.  Allí esperaba un contacto que llevo a Teresita Chuecos y sus ayudantes a las puertas de una finca que, ante la sorpresa de la profesional, estaba custodiada de reporteros y cámaras. Fue entonces cuando éstos le informaron de la identidad de la persona que había realizado la compra y el motivo de la reunión festiva. Alejandro Sanz  había conseguido que el material secreto llegara  sin interferencias.