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Silvia Abascal: "No creo que vuelva a vivir en una ciudad"
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Silvia Abascal: "No creo que vuelva a vivir en una ciudad"

"De pie frente al espejo, mientras terminaba de repasarme los labios, fue cuando de súbito sentí un tremendo latigazo desde los oídos hasta el mismo centro

"De pie frente al espejo, mientras terminaba de repasarme los labios, fue cuando de súbito sentí un tremendo latigazo desde los oídos hasta el mismo centro de la cabeza. Profundo. Violento" Con esas palabras describe Silvia Abascal, en su libro Todo un viaje, lo que sintió aquel 2 de abril de 2011 en el Festival de Cine Español de Málaga, cuando sufrió un infarto cerebral. Ahora, la niña que nos hizo reir en el Un, dos , tres.. de Ibáñez Serrador, la adolescente cínica y sin embargo sensible de Pepa y Pepe y la extraordinaria Dama Boba, narra un ‘viaje’, el de su enfermedad, que pudo ser el último. Y lo hace sin pedir cuentas al destino; con el optimismo de aquellos que saben que el final de ese trayecto no es otro que el de la mayor valoración de cada momento de un milagro llamado vida.

Pregunta: ¿Cómo recuerdas el momento en el que tus amigos te piden un libro sobre lo que te ha sucedido? ¿Qué te llevó a decir que sí?

Respuesta: Más que pedírmelo, me han animado a ello, me lo han sugerido… Antes de que me sucediera esto, ya lo hacían. Los que me conocen bien, saben cómo me gusta escribir. Comencé a escribirlo porque pensé que sería muy bello tener la narración de un viaje tan significativo y profundo en mi camino, pero a medida que iban creciendo sus páginas y que las iba compartiendo con la manada, una misma frase se repetía: “tienes que publicarlo”. Y sí, hoy va a ser que sí. Publico Todo un viaje.

P: ¿Ha supuesto el libro una especie de catarsis para ti?

R: Ha sido una maravillosa terapia en mi recuperación. Sin duda es un generoso entrenamiento mental y, en mi caso, también ha sido un ejercicio diario de valoración. Lo he escrito con toda mi conciencia y amor. Lo he disfrutado de principio a fin.

P: ¿Se nota mucho más el cariño de los que te rodean en momentos como este? ¿están los que tienen que estar?

R: Los que te aman, están. Siempre. En las buenas, las malas y las de más allá. Yo sabía que en este terreno contaba con la mejor de las siembras, pero sí… nunca imaginé la dimensión de la cosecha…

P: ¿Cuál ha sido la gran lección que has aprendido a raíz del ictus?

R: Que la mente no entiende de barreras.

P: Muchas personas del mundo del espectáculo, tras pasar por algo similar, han acabado equiparando su trabajo a una ‘feria de vanidades’ e incluso lo han dejado tras descubrir otras facetas más sencillas de la vida. ¿Te ha ocurrido algo similar? ¿Qué opinas tú?

R: Por mi aguda sensibilidad al sonido tuve que mudarme al campo. Hacía ya muchos años que tenía ganas de este cambio de ritmos. Ahora que los conozco bien, sé que mucho tienen que cambiar las cosas para que vuelva a vivir en una ciudad. Las vanidades de mi profesión las reconozco de la misma manera que lo hacía antes. Nunca me he sentido interesada en ellas. Todos esos dorados envoltorios, no son más que papel. Lo que importa es el regalo. Y la esencia de mi profesión, lo es.

P: ¿Cómo recuerdas el día en el que ocurrió todo?

R: ¿Cómo lo recuerdo? Es todo un capítulo, el primero del libro: “Billete de ida”. Lo recuerdo como el inicio de este ‘viaje’.

P: Siempre se te ha visto como una mujer comprometida con tu entorno, ¿hasta qué punto has seguido siéndolo cuando te tenías que ocupar, forzosamente, de ti misma?

R: Ahí tuve que poner el freno de mano. Siempre me han llamado para colaborar o trabajar en todo tipo de causas. Y a lo largo de mi carrera he ido trabajando en ellas de la mejor manera que he podido. Pero con mi hemorragia cerebral; las llamadas, peticiones, propuestas… aumentaron de tal manera que fue imposible gestionarlas. Menos en el momento en el que me encontraba. Tenía que ser coherente con mi necesidad y respetarla.

P: Tu gran salto fue la serie Pepa y Pepe y hay muchas personas a las que el personaje de Clara les marcó. La mezcla de sarcasmo, inteligencia y ternura que reflejas en el personaje son impresionantes para una chica que tenía 15 años. En muchas escenas incluso te daba la risa, ¿cómo recuerdas aquella experiencia? ¿Cómo fuiste capaz de reflejar esa madurez y ese humor siendo tan joven?

R: Muchas gracias… Es que trabajar rodeada de una familia así, lo hacía muy fácil. Guardo muchísimo cariño a esa serie y personaje. Con una coraza tan borde, ácida y, al mismo tiempo, con un interior tan, tan sensible. Fue mi primera serie, dirigida por Manolo Iborra, amigo y batuta importantísima en mi camino. Con él también hice mi primera película El tiempo de la felicidad y más adelante La Dama Boba. Con él y con Verónica… siempre será un gozo y aprendizaje trabajar.

P: Además te hiciste muy amiga de Verónica Forqué o María Adánez. ¿Qué anécdotas recuerdas junto a ellas?

R: En esa serie hay tomas falsas que no tienen precio. Recuerdo muchas secuencias con Tito Valverde, que es un actor y un ser humano mayúsculo; presidiendo la mesa, comiendo a dos carrillos y hablando al mismo tiempo. Siempre se le escapaba algo que aterrizaba directamente en nuestras caras. Vero aguantaba estoicamente el perdigón y se lo retiraba muy dignamente de la cara. María, con la que me he reído a lo grande en la serie, también, tiene mucha más capacidad de aguante que yo… pero es que a mí cuando me da la risa no hay manera. Cuanto más tensa se pone la cosa, peor.

P: Has tenido el apoyo de tu familia pero, ¿has recibido llamadas de gente de la profesión durante estos años?

He recibido mucho más que llamadas, mensajes y mails. Por parte de mis compañeros de profesión no he podido sentir mayor cariño, atención, respeto… de manera constante.

P: La dama boba, Don Juan, La fuente amarilla o la obra Días de vino y rosas. Tu trayectoria es considerada por muchos como brillante. En este tiempo que has tenido para pensar sobre tu vida y tu carrera, ¿consideras, como muchos, que La Dama Boba es el punto álgido de tu carrera?

R: La Finea de La dama boba, fue un regalo. Una inteligentísima “boba” repleta de matices y además, en verso. Sandra de Días de vino y rosas, es el personaje que más he disfrutado sobre un escenario. Cómo empezaba y cómo terminaba… Era un tremendo arco de evolución. Un arco de amor y destrucción que tuve la suerte de compartir con Carmelo Gómez. Nos emborrachamos de entrega el uno con el otro, en cada una de nuestras funciones.

P: Cuándo tienes pensado volver al cine o la televisión?

R: Cuando sienta que ha llegado el momento y la ocasión.

P: ¿Qué piensas acerca de declaraciones como las que hizo Candela Peña en los últimos Premios Goya?

R: Lo primero es decir que me alegro mucho de su merecido Goya y que los que admiramos su trabajo, esperamos no tener otros tres años de ayuno de su talento. Con respecto a la polémica pues sí, seguramente haya mil lugares mejores para esas declaraciones, pero creo que el tema no está en dónde, está en qué. Y en ese “qué” no puedo estar más de acuerdo. Hay asuntos con los que se puede negociar y hay otros con los que no. La sanidad, educación, justicia, vivienda… están en estos últimos.

"De pie frente al espejo, mientras terminaba de repasarme los labios, fue cuando de súbito sentí un tremendo latigazo desde los oídos hasta el mismo centro de la cabeza. Profundo. Violento" Con esas palabras describe Silvia Abascal, en su libro Todo un viaje, lo que sintió aquel 2 de abril de 2011 en el Festival de Cine Español de Málaga, cuando sufrió un infarto cerebral. Ahora, la niña que nos hizo reir en el Un, dos , tres.. de Ibáñez Serrador, la adolescente cínica y sin embargo sensible de Pepa y Pepe y la extraordinaria Dama Boba, narra un ‘viaje’, el de su enfermedad, que pudo ser el último. Y lo hace sin pedir cuentas al destino; con el optimismo de aquellos que saben que el final de ese trayecto no es otro que el de la mayor valoración de cada momento de un milagro llamado vida.