Gema Gámez, la desconocida segunda mujer de Blesa, expresidente de Caja Madrid

A partir de hoy, Gema Gámez, de 40 años, pasa a pertenece al “club de las segundas esposas” por su matrimonio con Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid. Como en la película El Club de las primeras esposas, que interpretaba Diane Keaton, Goldie Hawn y Bette Midler en calidad de “titulares” del primer matrimonio, las “segundas” mantienen un perfil y características comunes muy parecidas. Algunas de las particularidades es la gran diferencia de edad que hay en el nuevo matrimonio –en el caso de Blesa y Gema es de 26 años–, y que el marido goza de un nivel económico elevado y una presencia social y mediática importante.

Aunque en el caso de Blesa, a diferencia de otros personajes como los primos Cortina o Mario Conde, siempre ha preferido mantenerse alejado de las fiestas sociales, salvo los encuentros festivos con el matrimonio Aznar, su presencia en ese tipo de actos ha sido invisible. Y mucho menos acompañado de Gema. De las pocas veces que se los ha visto juntos fue en el funeral del padre de Ana Botella. Aznar y Blesa fueron compañeros de clase mientras preparaban las oposiciones a inspectores de Hacienda. Los dos eligieron Logroño como destino y la amistad de ambas parejas se afianzó con los años. La relación se enfrió cuando Blesa se separó de su primera mujer hace 10 años y el abogado inició una vida de soltero.

Hasta conocer a Gema, tuvo varios tonteos con chicas que, como esta trabajaban en la torre de Plaza de Castilla. Con Gema comenzó su relación hace tres años. Economista de carrera, era especialista en operaciones financieras en Caja Madrid hasta que en una de las últimas reestructuraciones de la entidad fue despedida. Montó entonces una empresa de bolsos y complementos en la madrileña calle Goya de la que ella es administradora única.

Los que la han tratado la definen como una mujer muy tranquila, amable y con pocas ganas de figurar socialmente. De hecho, procuró que su relación sentimental con “el presidente” no fuera conocida, aunque muchos compañeros sabían del acercamiento sentimental entre la empleada y el jefe supremo. Sabedora de que las maledicencias no las podía evitar en público, siempre mantenía las distancias y le llamaba “presidente” en vez de Miguee incluso utilizaban el nombre de "Mónica" como clave para los correos.

Durante su noviazgo, las salidas a locales de moda han sido mínimas. Las más al Cuenco de Pepa, uno de los restaurantes preferidos de Fernández Tapias, que procura llevar allí a sus amigos, entre ellos Blesa, porque, como dice “es de los mejores sitios de Madrid”. Comparten gusto por la lectura y no tanto por la caza, aunque sí por el campo. Al expresidente de Caja Madrid le entusiasma la fotografía y gracias a esta afición Gema tiene unos retratos esplendidos, igual que la nieta a la que Blesa adora.

Dicen que poco va a variar la vida de la pareja en los que se refiere a costumbres familiares y domésticas. Quizá el único elemento que perturba su vida sea la imputación por parte del juez Silva que le llevo a ingresar en la cárcel de Soto del Real.