Ana María Chico de Guzmán, la 'nieta' de Fabiola de Bélgica que triunfa con tocados
Hablamos con la reina de los tocados de la 'jet'. No oculta que pertenecer a la aristocracia le ha abierto puertas y sueña con tener como clienta a Letizia
Antes de cumplir siete años, Ana María Chico de Guzmán ya les hacía vestidos y coleteros a juego a sus muñecas. Más mayor descubrió en la casa familiar unos baúles con botones, sedas, encajes y velos antiguos que habían pertenecido a su abuela y bisabuela. Cuando estaba a punto de terminar su carrera de Administración y Dirección de Empresas en CUNEF, perdió uno de sus pendientes favoritos y decidió convertir el que le quedaba en un broche utilizando materiales de esos baúles familiares.
El resultado tuvo tal éxito que enseguida sus conocidas comenzaron a encargarle broches y collares. Después, empezó a diseñar y elaborar tocados y, como talento e imaginación no le faltaban, rápidamente el boca a boca hizo el resto. “Al principio la gente venía a mi casa a hacer sus encargos. Llegó la temporada de bodas y eran demasiadas personas, tuve que alquilar un pequeño espacio. Pensaba que sería algo temporal y que al finalizar el verano enviaría solicitudes de trabajo a bancos en los que quería trabajar”, recuerda. Era 2008, bautizó su negocio como Mimoki (haciendo referencia a una muñeca japonesa que tuvo en su infancia) y no mandó jamás ningún currículum porque el negocio creció de forma imparable convirtiendo a Mimoki en templo de referencia para encargar, adquirir o alquilar tocados para novias e invitadas.
Su vida con la reina Fabiola
Ana María rebosa naturalidad y tiene una sonrisa perenne motivada por haber conseguido hacer de su afición a la moda su forma de vida: "Trabajo mucho pero me encanta. No podría quejarme de nada”, afirma. Es muy familiar, reconoce que le encanta pasar tiempo con sus padres, hermanos y sobrinos. Segunda hija de Blanca Escrivá de Romaní y Mora y de Diego Chico de Guzmán y Girón, marqueses de Ahumada, su abuela materna era María Nieves Mora y Aragón, hermana de la reina Fabiola de Bélgica.
Pregunta: : ¿Y el hecho de pertenecer a la aristocracia cree que le ha podido facilitar las cosas?
Respuesta: Me ha ayudado mucho el boca a boca, porque cuando empecé no existían las redes sociales. Pero mi marca es Mimoki, no quise poner mi nombre propio para darle su propia identidad; y si algún día éramos un equipo, que todos nos sintiéramos identificados con la marca, como así es. Mi familia me ha ayudado en los comienzos con algún aval, pero las que de verdad me ayudaban era mi legión de primas y amigas que se ponían los Mimokis en las bodas.
Cuando Ana María tan solo tenía cuatro años murió su abuela, a la que apenas recuerda, y la reina Fabiola, que no tenía hijos, acogió a todos los nietos de su hermana como propios. “Tengo un montón de recuerdos juntas. Pasábamos con ella todos los veranos y la Semana Santa y he ido muchísimas veces a Bélgica a verla. Era una persona fascinante, tenía una personalidad arrolladora y ha sido un ejemplo de bondad, amor y creatividad”.
P: ¿Ha podido heredar de la reina Fabiola su creatividad?
R: (Risas) En la familia no hay nadie creativo salvo ella, así que… podría ser.
P: ¿Llegó a hacerle algún Mimoki?
R: Claro, ¡le encantaban los tocados! Tenía bastantes y alguno diseñado por ella misma.
De Máxima de Holanda a la previsible Kate
P: ¿De las 'royals' actuales, cuál cree que es la más acertada en la elección de sus tocados?
R: Personalmente, mis favoritas son la reina Máxima de Holanda y Mary Donaldson. Kate Middleton también me gusta pero es más previsible.
P: No hay boda de postín en la que no figuren varios Mimokis y cuenta entre sus clientas con modelos y socialites como Olivia Palermo, Nieves Álvarez, Carolina Adriana Herrera, Andrea Pascual… ¿A qué personaje conocido le gustaría hacer un Mimoki?
R: Sin duda ninguna a la reina Letizia, a la que conocí hace tiempo en una recepción y me pareció encantadora. Me haría muchísima ilusión.
Cada temporada, Ana María a la cabeza con su fiel equipo Mimoki crean una colección de tocados inspirada en algún viaje que haya realizado, una película o un paisaje. “Parto de ahí e investigamos con formas y materiales. Pero cuando un tocado es un encargo de una clienta nos inspira mucho lo que nos cuenta de su personalidad: si es atrevida o más bien sobria, si es tímida… También el traje que va a llevar, si la boda es importante o relajada, dónde va a ser… Todo influye”.
Mimoki además ha ido creciendo a lo largo de su historia con aquello que las clientas iban demandando. “Mis clientas nos decían que era difícil encontrar vestidos que les gustaran para sus eventos y pensamos que era un poco frustrante no poder ofrecerles un 'total look' Mimoki. Así que primero introducimos otros complementos y luego marcas de ropa que a mí me gustaban. Como empresaria, en ese sentido, soy un poco caótica, porque la selección de accesorios y prendas la hago según lo que a mí me gustaría tener, sin un criterio específico”.
Una exitosa vida profesional que se complementa a la perfección con el dulce momento personal que está atravesando. Tras su divorcio en 2010 del expolítico Nacho Uriarte, Ana María está felizmente casada desde septiembre de 2016 con el sociólogo e investigador Álvaro Luna, quien también es cantante y guitarrista de The Yellow Big Machine. “Entiende mi trabajo porque él también es muy apasionado de lo suyo”, reconoce. La pareja espera su primer hijo para el próximo verano.
Apasionada del campo, le gusta montar a caballo, el pádel y el surf. Su reto a futuro más inmediato está en internacionalizar Mimoki [aunque ya venden en Japón y Francia], y continuar impulsando Kimomi, la agencia de comunicación que ha creado junto a su socia Andrea Pascual. Y, sobre todo, ver la cara a su pequeño.
Antes de cumplir siete años, Ana María Chico de Guzmán ya les hacía vestidos y coleteros a juego a sus muñecas. Más mayor descubrió en la casa familiar unos baúles con botones, sedas, encajes y velos antiguos que habían pertenecido a su abuela y bisabuela. Cuando estaba a punto de terminar su carrera de Administración y Dirección de Empresas en CUNEF, perdió uno de sus pendientes favoritos y decidió convertir el que le quedaba en un broche utilizando materiales de esos baúles familiares.