El álbum de boda de Álvaro de la Lama y Emilia Alfaro: "Queríamos una boda cercana, festiva y próxima al mar, al estilo 'Mamma Mía!'"

Dice Emilia Alfaro, mujer del periodista Álvaro de la Lama, que "no quería una boda pomposa, un traje estándar ni una multitud de invitados por compromiso. Quería una boda personal, luminosa, muy de verdad y en casa. Por suerte, pudimos hacerla realidad". ¿El enclave elegido? Jávea, Alicante. "Todos en la familia tenemos un especial cariño a esta ciudad a la que estamos vinculados desde hace mucho tiempo. Allí han tenido lugar gran parte de las celebraciones familiares, es donde hemos pasado muchos veranos y fines de semana... Tenemos recuerdos maravillosos allí", apunta nuestra protagonista.

La empresaria, licenciada en Ciencias de la Información y fundadora de la firma de calzado Miboheme, y el periodista de Real Madrid TV, eligieron para su romántica ceremonia el Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles, un pequeño monasterio del siglo XIV situado sobre una montaña a 160 metros de altitud, con privilegiadas vistas al puerto y la bahía de Jávea. La misma mañana de la boda, Emilia y su padre se encargaron de decorar el templo con ramos de paniculata, multitud de flores blancas y mucho verde. "Recuerdo aquel momento como algo muy especial para mí. Estar en la iglesia sola con mi padre, con tanta paz, tanta calma, sabiendo que en unas horas me casaría allí mismo, fue muy emotivo para mí", recuerda la novia.

Emilia y Álvaro se prometieron en Formentera en 2015 después de dos años de novios, pero su historia en común se remonta mucho tiempo atrás. Casi cuando coincidieron de niños en el colegio, aunque no en el mismo curso, porque se llevan nueve años de diferencia. Tiempo después, la vida y la profesión periodística volvió a reunirlos y en febrero de 2014 se enamoraron.

"Nuestra historia no es muy glamourosa, la verdad. Yo estaba estudiando el último curso de la carrera de Periodismo en Japón y en las vacaciones de Navidad volví a casa. Había quedado con unas amigas para cenar y volviendo al parking, me crucé con Álvaro. En ese momento él estaba presentando un programa de televisión y mis amigas le reconocieron, pero yo no tenía ni idea de quién era él. Así nos conocimos. Después, quedamos varias veces, pero yo volví a Japón y lo dejamos debido a la distancia. En septiembre del año siguiente volvimos a coincidir en una fiesta organizada por unos amigos en Madrid y... ¡Hasta hoy!".

¿La fecha elegida para el enlace? 25 de junio de 2016. En ese momento ella tenía 26 años y él, 35. "Recuerdo que ese día no estuve nada nerviosa hasta que, a media que llegaba la tarde, me vi cruzando el pasillo central de la iglesia del brazo de mi padre bajo los acordes de una melodía que me encanta y que elegí yo misma: el 'Canon' de Pachelbel", señala. "Durante la misa vivimos varios momentos de lo más emotivos: uno de ellos cuando tanto los hermanos de Álvaro como los míos nos regalaron unos mini discursos llenos de cariño que consiguieron emocionarnos a todos, especialmente a mí, que lloro a la mínima. Otros, el beso que por sorpresa me dio en la mano mi hermano Simón, sentado detrás de mí, y una emotiva carta leída por mi amiga Marta, que resultó una sorpresa maravillosa", dice Emilia.

"La celebración tuvo lugar en la casa de mis padres en Jávea, donde he vivido momentos inolvidables". Allí les esperaba su familia y sus amigos más cercanos, entre ellos, conocidos rostros televisivos como el comunicador de moda Nacho Montes, Rafa Lomana -hermano de Carmen Lomana-, los periodistas Antonio Rossi y Carmen Alcayde, entre otros, que quisieron vivir con los novios ese día tan especial.

El cóctel, amenizado por un saxofonista, se celebró en el jardín al aire libre. Había diferentes puestos de productos típicos de la zona, cervezas, quesos españoles, franceses e italianos, hortalizas y panes rústicos, ostras, jamón ibérico y, como no podía ser menos, una mesa gigante con distintas variedades de paella.

La cena tuvo lugar en un patio con suelo de gravilla iluminado con decenas de mini bombillas colgantes que le daban al espacio un ambiente cálido, festivo y lleno de magia, como de inspiración 'Mamma Mía!'. Para las mesas, todas redondas, eligieron manteles con estampados florales multicolores y las decoraron con decenas de velas blancas y centros de flores campestres. Aunque sí hubo algún detalle que, de verdad, conquistó a los invitados fue la deliciosa variedad de postres y tartas creados por Paco Torreblanca. "No contamos con ayuda de ninguna wedding planner. Mi padre, que era arquitecto y muy organizado, se convirtió en el verdadero 'director de orquesta'. Dijo: 'Nosotros lo preparamos todo, la decoración del espacio, el catering, el sitting, las flores.... Y así fue. Nuestra familia vivió aquel día con mucha emoción, se implicó en cada detalle y todo resultó perfecto", comenta la empresaria.

No hubo vals, pero sí una canción de Sinatra

Los novios abrieron el baile con la canción 'My way' de Sinatra, la favorita del abuelo de Emilia y, para amenizar la fiesta, que terminó a altas horas de la madrugada, contrataron a la banda de música Brit Band. "No dejaron de tocar pop de los ochenta y los noventa, baladas, hits clásicos, divertidos bailes de reggaeton y fiesta de la buena. Álvaro y yo no abandonamos la pista en ningún momento y hasta salimos a cantar más de una vez. Finalmente, y para rematar la fiesta, todo el mundo acabó en la piscina, excepto nosotros dos", recuerda nuestra protagonista.

Días después, Emilia y Álvaro iniciaron su viaje de novios a Vietnam, Camboya y Maldivas con una peripecia memorable. "Hacíamos escala en Estambul y, justo cuando estábamos volando hacia allí, nos enteramos de que se había producido un atentado en el aeropuerto. Aterrizamos inesperadamente en una ciudad turca a seis horas de Estambul y fue caótico. Por fin, conseguimos un vuelo a última hora, fuimos a Hong Kong, perdimos un par de días por el camino... A pesar de todo, lo recuerdo como el viaje de mi vida", subraya la novia.

Un vestido mediterráneo y un tocado de flores campestres

"Me costó muchísimo encontrar mi vestido de novia. Yo quería que fuera lo más natural y sencillo posible y, después de mucho tiempo, di con él. La hermana de una amiga mía se había casado con un diseño precioso de Duyos que me enamoró desde el primer momento y me lo prestó. Era un vestido con escote barco, mangas de gasa con volumen ajustada al codo, un ligero drapeado en la cintura y falda fluida con mucho movimiento. Sólo hice algunas modificaciones en las mangas de gasa, dándoles algo más volumen".

"Pocas cosas me han emocionado tanto como probarme mi vestido de novia", rememora emocionada Emilia. Un larguísimo velo de tul prendido del pelo y unos pendientes de perlas de su abuela paterna, que llevó como algo prestado, redondearon el look. Para la fiesta, la novia cambió el velo por un frondoso tocado de flores silvestres de Moncollier.

La elección de los zapatos merece capítulo aparte. "Tarde muchísimo tiempo en encontrar lo que yo buscaba y, como me casaba cerca de la playa y en un espacio bastante bucólico, elegí unas cómodas cuñas de esparto color beige de Castañer. Precisamente fue a raíz de mi boda cuando decidí poner en marcha mi firma Miboheme, enfocada al calzado de novias e invitadas de boda", explica.

El ramo, de margaritas de tallo largo, se lo hizo Chitina. Tras la cena, Emilia repartió varias réplicas "a las mujeres más importantes de mi vida: mi madre, mi suegra, mis abuelas y mis cinco amigas de toda la vida". El maquillaje fue obra de una íntima de la novia. "Mi amiga Itziar me maquilló con productos Chanel en tonos suaves y muy sutiles y, como peinado, opté por llevar mi habitual melena suelta, ligeramente ondulada y con dos finísimos mechones recogidos atrás", remarca.

Cerca de celebrar su noveno aniversario de boda, Emilia y Álvaro, que son padres de cuatro hijos, Isabel, Santi, Carmen y Teresa, siguen tan enamorados y unidos como aquella inolvidable tarde de verano. Hoy, la novia añade un emotivo punto de nostalgia. "Cuando echo la vista atrás recuerdo aquel día como el más feliz de mi vida y me doy cuenta, ahora que mi padre ya no está, de la suerte que tuve de que me acompañara al altar y viviese conmigo aquel momento único. Desde aquel 25 de junio el tiempo se me ha pasado volando y, como dije entonces, casarme con Álvaro es lo mejor que me ha pasado. Por muchos años más, pecoso".