Cuando una relación de pareja no funciona, solemos atribuir el problema a los celos, las discusiones o la falta de comunicación. Sin embargo, los expertos en psicología advierten que, en muchos casos, la raíz del conflicto va mucho más allá de lo visible. Existe un patrón que se repite una y otra vez en las relaciones que terminan mal: la falta de equilibrio emocional entre el dar y el recibir.
Este patrón se caracteriza por un desajuste constanteen las dinámicas afectivas. Una de las partes tiende a esforzarse más, a cuidar, a sostener y a adaptarse, mientras que la otra asume un rol más pasivo o dependiente. Con el tiempo, esta desigualdadgenera frustración, desgaste y una sensación de vacío que mina la conexión emocional.
Cuando uno de los dos da más de lo que recibe se produce un desajuste emocional. (Pexels)
Los psicólogos explican que este tipo de relaciones suelen tener su origen en experiencias pasadas o en la forma en que aprendimos a vincularnos durante la infancia. Las personas con un apego más inseguro o con miedo al abandono tienden a dar más de lo que reciben, buscando estabilidad a través del control o la entrega constante. En cambio, quienes han desarrollado una mayor desconexión emocional pueden sentirsecómodos recibiendo sin corresponder del mismo modo.
En este tipo de relaciones, el amor no suele ser el problema principal. De hecho, muchas parejas que atraviesan este patrón se quieren profundamente, pero no logran construir una relación estable. La clave está en la gestión emocional: uno da para sentirse necesario y el otro se acostumbra a ser sostenido. Así, el vínculo se desequilibra y, sin que nadie lo perciba al principio, acaba desgastándose.
La relación se desequilibra cuando no existe reciprocidad. (Pexels)
Para revertir este tipo de dinámica, los psicólogos recomiendan trabajar la autonomía emocional y aprender a poner límites. La clave está en identificar los propios patrones de comportamiento y entender que el equilibrio no implica dar a partes iguales, sino hacerlo desde un lugar de libertad y no de necesidad.
En definitiva, las relaciones que no funcionan no siempre fracasan por los motivos más evidentes. A veces, el verdadero problema está en un desequilibrio emocional invisible, pero constante. Reconocerlo es el primer paso para construir relaciones más conscientes, recíprocas y duraderas, donde el amor deje de ser un esfuerzo y vuelva a ser una elección compartida.
Cuando una relación de pareja no funciona, solemos atribuir el problema a los celos, las discusiones o la falta de comunicación. Sin embargo, los expertos en psicología advierten que, en muchos casos, la raíz del conflicto va mucho más allá de lo visible. Existe un patrón que se repite una y otra vez en las relaciones que terminan mal: la falta de equilibrio emocional entre el dar y el recibir.