Arthur Brooks, experto en felicidad, sobre la educación de los hijos: "Cometerás muchos errores, pero la mayoría de las veces no importarán”

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Criar hijos felices es uno de los grandes retos de la vida moderna. Entre agendas apretadas, expectativas y comparaciones, muchos padres viven con la sensación de que cualquier error puede marcar el futuro de sus hijos. Sin embargo, el profesor de Harvard y experto en bienestar Arthur C. Brooks propone mirar la crianza desde el amor incondicional, la serenidad y la humanidad imperfecta. “Cometerás muchos errores, pero la mayoría de las veces no importarán”, asegura.

Brooks, padre de tres hijos adultos, reconoce que durante años cayó en la trampa del perfeccionismo. Preocupado por las notas y el rendimiento académico, acabó dañando la relación con su hijo mayor. “Pasaba demasiado tiempo insistiendo en sus calificaciones y olvidaba lo esencial”, admite. La reconciliación llegó cuando decidió dejar de hablar de resultados y empezar a hablar de valores como la amabilidad, ética, responsabilidad. “Fue un alivio para ambos. Hoy hablamos todos los días”, relata.

El experto insiste en que no hace falta ser padres perfectos para criar hijos felices, sino padres presentes. “Las comodidades materiales son geniales, pero no sustituyen lo que tu corazón realmente necesita”, explica. La verdadera base del bienestar emocional, tanto en adultos como en niños, es la calidad del vínculo afectivo y la coherencia del ejemplo diario.

Brooks sostiene que los niños aprenden más de lo que observan que de lo que escuchan. “Cuando no sepas qué hacer, demuestra amor”, recomienda. Esa calidez no implica ausencia de límites, sino la certeza de que incluso cuando los hijos se equivocan, el amor permanece.

Ser el modelo de las conductas que se quieren inculcar es, para él, una de las claves más poderosas. “No basta con dar consejos, hay que actuar”, afirma. Los hijos, añade, “detectan enseguida las contradicciones”, si se pide calma pero se grita, o se exige generosidad sin practicarla, el mensaje pierde fuerza.

El investigador advierte también sobre la desconexión emocional en la era digital. Aunque los jóvenes de hoy crecen rodeados de tecnología y bienestar material, muchos llegan a la adultez con un vacío interior. Según el Global Flourishing Study, en el que Brooks ha participado, el contacto humano real y las conversaciones profundas se han visto sustituidos por interacciones breves en pantallas.

El resultado, según explica, es un aumento de la soledad y la falta de propósito. “Ningún objeto, pantalla o recurso sustituye lo que de verdad necesita el corazón de un niño: presencia, atención y sentido de pertenencia”, recuerda.

“Al final”, concluye, “criar hijos felices no se trata de ser perfectos, sino de ser auténticos”. No es cuestión de tener más, sino de compartir mejor, y ese, asegura, es el legado más valioso que un padre o una madre puede dejar.