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Javier de Haro, psicólogo: “Si ves a tu hijo caminando dentro de tus zapatos no se los quites, no solo está jugando, está dando pasos para construir quién es y quién va a ser"
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Javier de Haro, psicólogo: “Si ves a tu hijo caminando dentro de tus zapatos no se los quites, no solo está jugando, está dando pasos para construir quién es y quién va a ser"

El psicólogo explica que, detrás de ese gesto tan común entre los niños pequeños, se esconde un proceso clave de desarrollo

Foto: El psicólogo Javier de Haro (Instagram/@psicologo_teayudoaeducar)
El psicólogo Javier de Haro (Instagram/@psicologo_teayudoaeducar)

Es una imagen graciosa y habitual ver a un niño tropezando por la casa con los zapatos de su padre o madre. Aunque parece un gesto inocente, casi anecdótico, en realidad esconde algo más profundo de lo que se ve. En el primer episodio de su serie divulgativa "¿Por qué mi hijo hace esto?", el psicólogo Javier de Haro explica que este juego es simbólico y esencial para el desarrollo social y emocional de los niños, una forma de manifestar curiosidad, imitación y anhelo de pertenencia.

De Haro señala que entre los dos y cinco años ocurre un periodo en el cual se combinan tres elementos fundamentales: la exploración, la imitación y el juego simbólico. Esta última, según explica, es una herramienta fundamental en el aprendizaje de los niños. Por medio de ella, los niños ensayan los roles de los adultos, imitan las conductas que ven y empiezan a comprender el ambiente que los rodea. El psicólogo afirma que el juego simbólico les facilita comprender el mundo y experimentar con identidades que posteriormente los ayudarán a construir la suya propia". Aclara que, cuando se calzan los zapatos de los adultos, no están simplemente jugando; hay algo más en juego, algo relacionado con su forma de aprender y construir su identidad".

placeholder (Arina Krasnikova/Pexels)
(Arina Krasnikova/Pexels)

De Haro subraya que los niños van formando su identidad cuando juegan a ser mayores. Es su forma de practicar lo que observan en casa, de pasar del "soy un niño" al "soy papá" o "soy mamá", mirando cómo actúan los adultos, qué hacen y qué los distingue. En esa pequeña representación del día a día, se abre una oportunidad para el autodescubrimiento. El niño empieza a comprender quién es, cuál es su posición y cómo puede ser similar o distinto a las personas que más admira, sin darse cuenta.

Esta simple acción, además, fortalece la conexión emocional con su familia y el sentimiento de pertenencia. De Haro lo expresa con una frase que resume de manera muy eficaz el trasfondo de esta conducta: "Te parecerá una locura, pero así, compartiendo tus zapatos, tienes la sensación de ser aún más parte de tu universo". Una de las expresiones más tempranas del apego seguro, que les otorga seguridad y estabilidad, es esa necesidad de sentirse incluidos y de ser parte del mundo de los adultos. Un niño no solo juega a imitar cuando se pone los zapatos de su mamá o su papá, sino que también se reafirma en la concepción de que forma parte de algo más grande que él mismo.


Probablemente el tercer factor que menciona el psicólogo es el que más revela. Los niños empiezan a desarrollar empatía y entendimiento social mediante este juego. Al colocarse en el lugar de los demás, aprenden a observar desde otro punto de vista y a comprender cómo piensan y actúan las otras personas. Este ejercicio simbólico les ayuda a prever reacciones, identificar emociones y desarrollar su habilidad para interactuar con los demás. Sin duda, se trata de una primera lección de empatía experimentada espontáneamente por medio del juego.

Está dando pasos para construir quién es y quién va a ser

Por eso, quizás la próxima vez que un niño ande por la casa con unos zapatos muy grandes, no valga la pena interrumpirlo. A pesar de que pueda parecer un simple capricho de niño, ese momento posee una fuerte carga educativa y emocional. Como dice Javier de Haro, en ese acto tan cotidiano "no solo está jugando, está formando su identidad y la que tendrá en el futuro". Una reflexión que hace hincapié en que el juego infantil no es un desperdicio de tiempo, sino una manera de adquirir conocimientos, explorar y desarrollarse emocionalmente durante toda la niñez.

Es una imagen graciosa y habitual ver a un niño tropezando por la casa con los zapatos de su padre o madre. Aunque parece un gesto inocente, casi anecdótico, en realidad esconde algo más profundo de lo que se ve. En el primer episodio de su serie divulgativa "¿Por qué mi hijo hace esto?", el psicólogo Javier de Haro explica que este juego es simbólico y esencial para el desarrollo social y emocional de los niños, una forma de manifestar curiosidad, imitación y anhelo de pertenencia.

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