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Adriana Abascal no quiere ser mujer florero
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Adriana Abascal no quiere ser mujer florero

Durante el tiempo que estuvo casada con Juan Villalonga presentaba una imagen que nada tenía que ver con la realidad. Su aparente sumisión conyugal que la igualaba

Foto: Adriana Abascal no quiere ser mujer florero
Adriana Abascal no quiere ser mujer florero

Durante el tiempo que estuvo casada con Juan Villalonga presentaba una imagen que nada tenía que ver con la realidad. Su aparente sumisión conyugal que la igualaba a las integrantes del club de las terceras esposas (o cuartas), con las que compartía aburridísimas tardes de té y compras, desapareció en cuanto volvió a ser aquella “juanita guacamole” que deslumbró al fallecido magnate de Televisa Azcárraga y, más tarde, al ex presidente de Telefónica. 

Adriana Abascal es mucho más lista, más divertida y con un horizonte internacional más amplio que las señoras de nacionales a las que Villalonga quería que se uniera. Abascal era demasiado Abascal y no le gusta ser mujer florero. Por ejemplo, no entendía que, cuando quedaba con algunas de estas terceras esposas, tuviera que ir a comer a lugares determinados porque eran los únicos que sus maridos les permitían. Estos locales son el punto de reunión al mediodía y se conocen como “restoranes de señoras. Este apelativo nada tiene que ver con un toque feminista, sino con lo contrario, porque no suelen acudir caballeros millonarios que tiran más por Horcher o Jokey y, por lo tanto, el peligro de coqueteo resulta inexistente.

Una vez divorciada se instaló en París con sus hijos y cerca de su actual novio, que la hace “muy feliz”, según sus propias palabras. De vez en cuando aterriza en Madrid y se convierte en la estrella que más brilla, como ocurrió en la fiesta organizada por Montse Cuesta, directora de AD, en la que se entregaban los premios anuales de la revista.

Recién llegada de sus periplos cosmopolitas, no necesitó ningún acompañante masculino que le diera la réplica. Se dejó querer por todos y no hizo caso a ninguno. No tiene ningún proyecto a corto plazo y sí muchas ideas en la cabeza. Dice que, por ahora, prefiere dedicarse a sus hijos y que ya tendrá tiempo de conciliar vida laborar.

A diferencia de su ex marido, que se casó por tercera vez con la fotógrafa alemana Vanessa von Zitzewitz, Adriana no quiere repetir matrimonio. Se la ve encantada con su vida y con su hacienda y así lo comentaba con algunos de los invitados, entre los que se encontraban Alaska, Mario Vaquerizo, Laura Ponte, Ángel Schlesser, Ágatha Ruiz de la Prada, Nuria March, Belén Domeq y Beatriz de Orleans, que sigue siendo la cara amable y eficaz del Sha Wellness de Altea.

En el transcurso de la fiesta se hizo entrega de los galardones a los profesionales que este año el jurado consideró los mejores: el diseñador. Jaime Hayon, los arquitectos José Selgas y Lucía Cano, el interiorista Dani Freixes, la galerista Helga de Alvear y Jasper Morrison, que diseña objetos para la vida diaria, prácticos y accesibles. Algunos de los invitados hicieron doblete y, después de disfrutar de una atmosfera más o menos elegante, se fueron a la realidad cotidiana y mediática en la Gran Vía donde se estrenaba Torrente 4 con la reina del pueblo y Paquirrin como protagonistas de la noche.

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