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Confidencias con Rebecca Bettarini, prometida de Jorge Románov, ante su boda
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ENTREVISTA

Confidencias con Rebecca Bettarini, prometida de Jorge Románov, ante su boda

El 24 de septiembre será la boda civil y el 1 de octubre la ceremonia religiosa, en San Petersburgo

Foto: Rebecca Bettarini. (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)
Rebecca Bettarini. (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)

"La boda es el 1 de octubre en la catedral de San Isaac, que es muy grande y en la que no se han celebrado bodas desde hace más de 100 años, porque ahora, además, es un museo. De hecho, ha habido muy pocas, la más relevante, la del zar Pedro el Grande. No se usa con mucha frecuencia. Seguimos trabajando mucho en los preparativos y en paralelo continuamos con nuestros proyectos solidarios, así que estamos con diversas cosas al mismo tiempo, pero es algo normal", nos dice Rebecca Bettarini en conversación telefónica para corroborarnos que, pese a la pandemia, los planes de su inminente boda con Jorge Románov no han cambiado, aunque, como es lógico, sí se han adaptado a estas circunstancias.

Como en ocasiones anteriores en las que hemos entrevistado a Rebecca, hija del embajador italiano Roberto Bettarini, percibimos su entusiamo por las cosas y la alegría de vivir con la que afrontra este acontecimiento de tanta magnitud. Y no tiene los tradicionales nervios que suelen acompañar en circunstancias tan cruciales (o al menos de momento): "Yo de carácter no soy una persona agitada, pero, además, todo lo que dependía de mí lo he hecho y a tiempo, el vestido está listo... No estamos nerviosos -comenta en alusión a su futuro marido- porque, además, estamos recibiendo mucha ayuda de la Cancillería y de muchas personas. Estamos siempre en contacto con nuestros ayudantes, a los que tenemos que agradecerles que nos hagan la vida más fácil, porque son muy profesionales. No es algo, como digo, que estemos organizando solos, por lo que nos está resultando mucho más fácil".

placeholder Jorge Románov y su prometida. (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)
Jorge Románov y su prometida. (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)

Ojo, que no haya nervios no significa que no estén aflorando en la pareja emociones, por suerte, todas positivas: "Estamos muy contentos, eso sí, emocionados también. Sin embargo, no estamos estresados. Simplemente estamos tomando las decisiones que corresponden para cada asunto, como, por ejemplo, el catering, que va a ser de gastronomía rusa, porque queremos que nuestros huéspedes extranjeros la prueben. Además, hemos preparado unos regalos para los invitados, también tradicionales rusos; la tarta la está haciendo desde hace meses el chef inglés Michael Lewis-Anderson, en colaboración con Fabergé. Está inspirada en la tradicional tarta de boda de la reina Victoria (de quien desciende el novio) y el sabor es italiano, mientras que el diseño es victoriano y está recubierta de un 'royal icing' tradicional. Él trabaja habitualmente con las casas reales y tuvimos la suerte de conocerle en Bélgica gracias a la princesa Léa'".

La futura nuera de la gran duquesa rusa tiene la vista puesta en la llegada de sus respectivos padres "para lo retoques finales" y que "vengan las delegaciones invitadas y miembros de la nobleza internacional, además de nuestros huéspedes rusos, que son la mitad de los invitados". La logística, en este caso, es crucial para el éxito de un acontecimiento de esta envergadura, que será retransmitido por televisión y que pondrá el foco internacionalmente en la ciudad. San Petersburgo mostrará de esta manera su mejor cara al mundo, recuperando con un enlace de estas características el glamour y la sofisticación que asociamos a otros acontecimientos históricos.

placeholder La gran duquesa María Románova, jefa de la Casa Imperial Rusa, y su hijo Jorge Románov. (EFE)
La gran duquesa María Románova, jefa de la Casa Imperial Rusa, y su hijo Jorge Románov. (EFE)

"Habrá mucha más gente en la catedral, pero para la cena de gala el aforo será más limitado a consecuencia de los protocolos de prevención del coronavirus. A esta cena asistirán unas 400 personas, pero como va a haber distintos eventos en estos días algunos vendrán a todos y otros solo a una parte de ellos. Los lugares son muy grandes, pero eso no significa que no haya que garantizar la seguridad de todo el mundo. De hecho, todos los invitados, aunque están vacunados, tendrán que hacerse una PCR. Hemos tenido que aplicar las restricciones pertinentes para que todo vaya bien y no haya sorpresas", nos comenta.

A propósito de la ceremonia ortodoxa, Rebecca subraya uno de los momentos de mayor simbolismo y que visualmente nuestros lectores pueden tener más presente por haber sido reproducidos muchas veces en los medios de comunicación o en el cine: "Hay una figura crucial en la ceremonia, que es la persona que coloca la corona encima de la cabeza de los novios. Serán varias las personas que lo hagan y tienen que ser ortodoxos solteros, hombres, no pueden ser mujeres. Estamos viendo quiénes de nuestros amigos reúnen esas características y pueden cumplir con esa función".

placeholder Jorge Románov y Rebecca Bettarini viven con emoción las semanas previas a su enlace.  (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)
Jorge Románov y Rebecca Bettarini viven con emoción las semanas previas a su enlace. (Cancillería de la Casa Imperial de Rusia)

Tanto Rebecca como su futuro marido, Jorge Románov, hijo de la gran duquesa rusa y de Francisco Guillermo de Prusia, son hijos únicos, una mera coincidencia, aunque la escritora nos recalca que "tengo una prima que es para mí como una hermana, la quiero muchísimo, y unas amigas que también son muy queridas. Son más que amigas, hermanas". Y, por supuesto, estarán presentes en la boda y ejercerán precisamente ese rol tan tradicional de 'amigas de la novia' que tanto ha romantizado la narrativa contemporánea y que, en definitiva, son un apoyo emocional esencial.

Qué duda cabe que la gran duquesa tiene un papel central en esta celebración, porque si hay alguien que conoce a la perfección las tradiciones de la dinastía, los protocolos familiares y del país, es ella: "Hablamos a diario, ella nos sugiere muchísimas cosas y nos hace recomendaciones que son muy útiles. En mi caso, concretamente, tengo que destacar que me ayudó muchísimo para escoger el vestido y tantas cosas... Los padres, también los míos, como han pasado por la experiencia, es importante que ayuden. Aunque no estén físicamente aquí con nosotros ahora mismo, gracias a la tecnología podemos tenerles muy al corriente".

placeholder La tiara Lacis. (Chaumet)
La tiara Lacis. (Chaumet)

Hace unos meses, Bettarini nos comentaba que una de las hipótesis que se planteaban como destino de luna de miel era recorrer algunas regiones de Rusia, pero tal vez el hecho de que se celebre en octubre no juege a favor de esta opción: "Lo estamos mirando porque no es el mes más adecuado, pero no es algo que nos preocupe porque con el covid está siendo más complicado viajar estos días. Hay varias opciones sobre la mesa. Nos lo estamos tomando con calma y será algo de lo que nos podremos ocupar cuando no estemos con los preparativos de la boda, que es lo prioritario. Ya os informaremos".

Crucial es también, como no puede ser de otra manera, si se nos permite el cliché, hablar del 'secreto mejor guardado', el vestido de la novia. O mejor dicho, los vestidos de la novia. "Voy a lucir tres. Uno para la primera noche, un traje largo. Y luego el de la boda, el vestido de novia, que hemos hecho en colaboración entre una estilista rusa muy reconocida y una marca internacional de gran prestigio. Queríamos que fuera un proyecto que unificase el estilo italiano con un toque ruso, así que por eso elegimos dos personas que lograran aglutinar ambos propósitos. Era importante que los bordados estuvieran hechos en Rusia, donde hay una enorme tradición, y no en el extranjero. De igual forma, siendo italiana, quería que fuera un traje de alto diseño italiano, con un estilo muy clásico, pero, sin embargo, no está de moda ahora. Por eso tuve que buscar a una estilista que pudiera trabajar en ese sentido. Está inspirado en los años 60, que es para mí la época en la que los trajes de novia eran más elegantes".

Una joya espectacular

Como ya contamos en Vanitatis el pasado mes de junio, Rebecca, como gran joya el día del enlace, lucirá la tiara Lacis, que la casa Chaumet describe así: "Hecha de oro blanco y más de 438 diamantes brillantes de diferentes tamaños, presenta una talla ovalada Diamante D VVS1 de más de 5 quilates y diamantes D VVS2 en forma de pera de más de 2 quilates. Es una interpretación moderna de la antigua forma rusa 'kokoshnik', tradicionalmente usada en Rusia, pero es una deconstrucción arquitectónica moderna, utilizando una red de oro blanco entrelazado, soportes para levantar y elevar la galaxia de diamantes brillantes. La tiara utiliza el método de 'fil couteau' o 'filo de navaja' de las piedras para realzar la belleza de los diamantes. Esto es un método de construcción característico de la casa de Chaumet".

¿Llevará la novia el pelo recogido, precisamente por llevar tiara? "Pienso que sí, nos estamos moviendo en esa dirección, ya hemos hecho pruebas y parece que será lo más adecuado. Retomando el vestido, os puedo desvelar que tendrá una cola de seis metros. Al ser tan grande la catedral, había que pensar que fuera adecuado al tamaño de la misma. Pensamos que esa era una longitud adecuada, ahora veremos cómo entramos en el coche", dice con sentido del humor. "Todo el mundo está muy emocionado y, como se dice en inglés, hay 'good vibes', buenas vibraciones".

placeholder La diseñadora Chiara Boni. (Getty)
La diseñadora Chiara Boni. (Getty)

El otro traje importante es el de la ceremonia civil, que se celebrará el 24 de septiembre en el ayuntamiento de San Petesburgo. Lo ha diseñado Chiara Boni y también son protagonistas los bordados inspirados en diseños tradicionales rusos (kokhloma). No será finalmente en la embajada de Italia, un escenario que se consideró inicialmente, porque "primero tenemos que ir al ayuntamiento y después al registro. Esperemos que puedan asistir nuestros padres, pero en realidad es algo muy burocrático, no conlleva una gran pompa. Si consiguen venir, porque están organizando cosas y tienen su propia agenda, sería fabuloso, pero no es imprescindible. Ellos también están muy solicitados ahora mismo".

Tras la luna de miel, volverán a su vida, por así decirlo, normal y Rebecca retomará una de sus grandes pasiones, la escritura: "Tengo un par de libros en los que estoy trabajando, pero ahora mismo no puedo hacer mucho porque necesito concentración y en estos momentos no es posible. Hemos seguido, como te decía al principio, con nuestros proyectos solidarios y nuestros trabajos, pero con los preparativos de la boda ha supuesto en ocasiones que hayamos tenido que estar ocupados hasta los domingos por la noche. Cuando todo esto pase, volveremos a nuestro ritmo normal, más relajado, y a seguir haciendo lo que siempre hemos hecho".

¿Y los niños, están en sus planes a corto plazo? La respuesta es afirmativa: "Sí, lo tenemos planeado, pero generalmente es una decisión de Dios. Estamos esperando a que pase la boda para poder empezar a formar nuestra familia", concluye.

"La boda es el 1 de octubre en la catedral de San Isaac, que es muy grande y en la que no se han celebrado bodas desde hace más de 100 años, porque ahora, además, es un museo. De hecho, ha habido muy pocas, la más relevante, la del zar Pedro el Grande. No se usa con mucha frecuencia. Seguimos trabajando mucho en los preparativos y en paralelo continuamos con nuestros proyectos solidarios, así que estamos con diversas cosas al mismo tiempo, pero es algo normal", nos dice Rebecca Bettarini en conversación telefónica para corroborarnos que, pese a la pandemia, los planes de su inminente boda con Jorge Románov no han cambiado, aunque, como es lógico, sí se han adaptado a estas circunstancias.

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