La infanta Cristina, de esplendorosa duquesa de Palma a imputada y engañada

Era inimaginable la situación sentimental que está viviendo la infanta Cristina con el engaño de su marido, Iñaki Urdangarin. La revista 'Lecturas' ha publicado lo que nadie esperaba: unas fotos donde el exduque de Palma paseaba con la que aparentemente es su pareja. Una compañera del despacho de abogados donde contrataron por amistad a Urdangarin.

Su currículum profesional no le avalaba, pero era necesario para que Instituciones Penitenciarias le concediera el tercer grado. Es la situación legal en la que se encuentra el que fuera el yerno preferido del Rey emérito, que debe acudir a la prisión solo para firmar una vez a la semana. Incluso si se encuentra en Bidart o en Ginebra, esta gestión la puede hacer por teléfono. En este caso, no es una prerrogativa sino un derecho que pueden solicitar los condenados que están en su misma situación.

El idílico matrimonio de la infanta Cristina hace tiempo que ya no es lo que era. Si hubiera que poner fecha, sería precisamente cuando el penado Urdangarin comenzó su horario laboral en libertad y conoció a la que ahora es su pareja. Al menos, estacionalmente, dada la querencia del deportista a amores solapados. Ya sucedió cuando comenzó su historia con la hija 'real' que, en ese caso, acabó en boda.

Para la infanta Cristina, los últimos años desde que estalló el caso Nóos han sido muy complicados. Mejor dicho, mucho antes, cuando tuvo que dejar su paraíso idílico de Washington porque ya comenzaban a oler a podrido los desmanes de su marido.

En aquel momento, la duquesa de Palma no entraba en el lote de la corrupción y aún era la Nostra, como se la bautizó en Barcelona para diferenciarla del resto de los miembros reales.

La familia feliz regresó a Barcelona, pero ya no era posible la tranquilidad de la que disfrutaban hasta esas fechas. De la Nostra pasó a ser indiferente. A la Infanta aún no se la abucheaba, pero sí a su marido, que le llamaban chorizo y ladrón cuando acudía al club de tenis donde antes le hacían la ola. La Infanta vivía ese cambio de actitud que también afectaba a los hijos.

La exduquesa ha sido siempre la que ha tomado las decisiones domésticas desde que abandonó el palacio de la Zarzuela en busca de Alvaro Bultó, su primer amor que vivía en Barcelona. Y, con la familia a cuestas, se trasladaron a Ginebra a su exilio dorado. Algo así como el que vive ahora el padre en Abu Dabi. Todos los que la han tratado en su trabajo en La Caixa aseguran que es una mujer inteligente, con capacidad organizativa para manejar los presupuestos de los proyectos solidarios de la entidad.

En este momento habría que hacer una subordinada. Cristina de Borbón y Grecia, la séptima en la línea de sucesión a la jefatura del Estado, no fue ajena a los manejos de su marido. Al menos, así fue mientras duró las instrucción. Tuvo que acudir ante el juez Castro y sus respuestas a las preguntas del magistrado fueron, cuando menos, sorprendentes. La mayoría de sus contestaciones eran “no lo sé”, “no me consta” y “no me acuerdo”. Lo hizo en 550 ocasiones, como figura en el sumario del caso Nóos.

Fue desimputada y se convirtió en madre y padre de familia numerosa para sus cuatro hijos mientras Urdangarin cumplía condena. Durante todo ese tiempo, aparecía también como la esposa ejemplar y se negó a divorciarse como le pidió su padre para no involucrar a la Corona con los desmanes de su marido. No lo hizo y se mantuvo firme. No volvió a pisar el palacio de Marivent y se alejó de las reuniones en las que estuvieran los reyes Felipe y Letizia.

La Infanta mantuvo sus derechos, pero se quedó sin el ducado de Palma por decisión de Felipe VI, aunque en aquel momento quiso desacreditar al hermano con un correo que filtró en el que aparentemente era ella la que ponía el título a su disposición.

La infanta Cristina ha sido chula en determinadas situaciones, pero lo que no era de recibo ha sido la traición emocional de su marido. No era la primera vez, pero cuando hay hijos de por medio y un proyecto de vida en común, se perdonan muchas deslealtades. Ahora todo eso ha saltado por los aires.

El exduque no ha tenido sensibilidad a la hora de anteponer su nueva 'ilusión' al recorrido del desierto que tuvo que realizar la madre de sus hijos durante su estancia en la cárcel. El tiempo, que pone las cosas en su sitio, será quien decida si este punto y aparte en la vida emocional de Iñaki Urdangarin tiene futuro.

Mientras tanto, su hijo Pablo ha sido el encargado de confirmar la separación de sus padres. Con total naturalidad ha respondido a las preguntas en plena calle. Tranquilo y sin mostrar las exageraciones a las que acostumbran otros personajes que huyen despavoridos cuando suelen ser ellos mismos los que protagonizan los escándalos. Y en ocasiones incluso comercializan con las tragedias.

En este caso, no ha sido así. Pablo Urdangarin el cuarto sobrino de Felipe VI de los seis que tiene por parte de sus hermanas se ha comido lo que vulgarmente se denomina un marrón de campeonato.

El chico, con naturalidad y mucha educación, no ha querido retar a los reporteros en un maratón por las calles de Barcelona que habría servido para darles esquinazo. En este punto, hay que recordar cómo Iñaki Urdangarin esquivaba a la prensa con sus carreras por Ginebra o subido a la bici. Una manera muy diferente de afrontar una situación