La comunidad española de Emiratos Árabes se pronuncia sobre el rey Juan Carlos

Casi dos años (agosto de 2020) lleva don Juan Carlos viviendo en Abu Dabi, una ciudad en la que, según sus propias palabras, “he adaptado mi forma de vida y a la que agradezco enormemente su magnífica hospitalidad”. Así se lo explicaba recientemente a su hijo, el rey Felipe VI, en una carta hecha pública en la que le manifestaba que permanecerá viviendo en este país “de forma permanente”.

Cuando el emérito habla de hospitalidad, se refiere a la que ha recibido del príncipe heredero, Mohamed bin Zayed, MBZ, gran amigo de siempre, y al cariño con el que le ha acogido toda la familia real del país, donde se incluyen miembros del Gobierno y cientos de familiares próximos.

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A. Rodríguez

Sin embargo, los contactos del rey Juan Carlos con la comunidad española en Emiratos Árabes son prácticamente nulos. Se pueden contar con los dedos de la mano los españoles que, residiendo en el país, tienen acceso directo al emérito cuando así lo desean. Y no será por falta de apoyo español. Aunque la comunidad de “expats” (expatriados) españoles está dividida, una ligera mayoría parece estar de acuerdo con la presencia del rey Juan Carlos en Emiratos. “Su estancia nos honra y nos acerca a España. Es un orgullo tener aquí al rey que hizo cosas muy buenas por España. Me alegro de que Emiratos Árabes le permita disfrutar de la tranquilidad que se merece”, opina María, una española que, como la mayoría, prefiere mantenerse en el anonimato.

Para Adrián es exactamente lo contrario: “Estamos dando una imagen de España de picaresca, donde se permite la evasión de los problemas, y de un sistema político anticuado. Un rey emérito debería estar en España afrontando sus acciones.”

Alberto, otro español expatriado, nos explica que “es fácil tener cariño a un rey que nos trae recuerdos de la España que añoramos y en la que vivimos hace un tiempo". Para Alejandro, la losa de la corrupción en España es demasiado pesada como para afectar solo al emérito: “Si ha delinquido, que pague como cualquier español; pero primero tendrán que pasar por los juzgados la mitad del congreso, representantes sindicales y empresarios”.

Un rey que no está solo en Emiratos

Muchos de los defensores de Juan Carlos I en Emiratos Árabes nos muestran su deseo de hacerle llegar al Rey un mensaje de que “no está solo en Abu Dabi, a pesar de estar tan lejos de casa”. Nos explican que han planeado hacerle una visita para demostrarle su apoyo, aunque no saben por dónde empezar. Como la española Mabel: “Para mí es un honor que el Rey esté cerca y estaré encantada de decírselo personalmente. Ojalá algún día pudiéramos organizarle un homenaje”. A esta invitación se une, entre otros, un artista español en Emiratos: “Yo le haría una fiesta flamenca que no iba a olvidar”.

Alejandro añade que le “da pena porque se fue de España por no perjudicar a su hijo y ahora está en una situación complicada”. Este sentimiento hacia el Rey emérito está bastante extendido entre muchos españoles que saben lo que significa vivir a más de seis mil kilómetros de distancia. Como María, que nos explica desde Abu Dabi que “aquí los españoles nos apoyamos siempre. Por supuesto que no vamos a hacer una excepción. No somos nadie para hacer juicios de otras personas. En este país, las leyes te protegen hasta que se demuestre lo contrario. Y las críticas sin fundamento, por ley, no están permitidas”.

Una legislación estricta

La ley es otra aliada del rey Juan Carlos en Emiratos Árabes. En su carta a Felipe VI, el emérito señala que su propósito cuando se traslade a España es “continuar disfrutando de la mayor privacidad posible”. A nadie se le escapa que en este punto se refiere a la intimidad de la que ya disfruta en Emiratos Árabe, un país con una legislación protectora y celosa de la vida privada de sus ciudadanos y residentes que dificulta de manera impensable la labor de cualquiera que quiera hablar en público sobre el emérito en Emiratos Árabes.

El español Aaron Portero, asesor de empresas en Emiratos Árabes, nos lo explica: “La legislación emiratí protege la reputación de las personas físicas y jurídicas, lo que es un valor muy preciado, ya que pocos países son tan efectivos a la hora de ponerlo en práctica”. Las restrictivas leyes emiratíes prohíben atentar contra la imagen de las personas no solo en medios de comunicación, sino también en el ámbito privado, fotografiarlas sin su permiso y, mucho menos, extender rumores. Las penas: multas, cárcel y deportación del país. Todo un combinado de elementos que los grandes magnates, políticos y famosos de todo el mundo agradecen enormemente cuando visitan Emiratos.

El conocido eslogan de “lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas” aquí podríamos adaptarlo a “en Emiratos solo pasa lo que quieres que se sepa”. Por eso es difícil encontrar declaraciones sobre las decisiones del rey Juan Carlos desde su llegada a Abu Dabi, empezando por la embajada de España en Emiratos, donde su embajador, Íñigo de Palacio, mantiene intacta la consigna de “sin comentarios”, o por parte de los medios de comunicación nacionales, que dejaron de hablar del rey Juan Carlos desde el momento en que puso rumbo a Emiratos Árabes.

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Antonio Pelegrín (Emiratos Árabes)

La consigna de la privacidad individual se la conocen muy bien los que viven en el país, tanto los ciudadanos emiratíes, denominados aquí “locales”, como los “residentes”, la comunidad de expatriados que viven en Emiratos y que suponen más del 80% de la población. Entre ellos están los cerca de 12.000 españoles en el país que reciben las informaciones sobre el Rey emérito a través de los medios de comunicación que están fuera del país.

Para muchos de estos españoles, la llegada del Rey emérito a Abu Dabi significó un pequeño cambio. Por ejemplo, Luis nos cuenta que “tuvo que venir el Rey para que algunos de mis amigos y familiares buscasen en un mapa dónde estaba Emiratos y donde llevaba yo años viviendo”, se ríe. O José, que nos explica que “mis compañeros de trabajo no dejaban de pedirme explicaciones sobre lo que había hecho el Rey (Juan Carlos)”. Ambos nos cuentan cómo durante unas semanas el tema era recurrente en todas las conversaciones con otros expatriados. “Automáticamente, si eras español te caía la pregunta”, nos dice Luis.

Acostumbrados a vivir en un país donde no hay mucho espacio para la crítica, las opiniones se dejan para los minigrupos de WhatsApp y las cenas y comidas entre amigos.