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‘The Eye Jewellery Project’: lentillas que son joyas
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‘The Eye Jewellery Project’: lentillas que son joyas

Hace unos años la historia de una niña libanesa llamada Hasnah que supuestamente derramaba lágrimas de cristal dio la vuelta al mundo. Poco después se demostró

Foto: ‘The Eye Jewellery Project’: lentillas que son joyas
‘The Eye Jewellery Project’: lentillas que son joyas

Hace unos años la historia de una niña libanesa llamada Hasnah que supuestamente derramaba lágrimas de cristal dio la vuelta al mundo. Poco después se demostró la falsedad del relato de la pequeña de 12 años, que decía llorar hasta siete piezas al día, pero la belleza escondida tras el concepto es algo que ha acompañado a la humanidad históricamente. En estos tiempos de búsqueda rabiosa de la más absoluta exclusividad tenía que llegar el momento en el que algún iluminado diera con el modo de convertir esta extravagante idea en una realidad, y ese no ha sido otro que el holandés Eric Klarenbeek.

Su Eye Jewellery Project (Proyecto de Joyería Ocular) produce a primera vista cierta grima. La idea consiste en engarzar varios cristales en hilo médico y añadir éste a una lente de contacto. De este modo se recrea de modo permanente el efecto de la caída de una lágrima sobre la mejilla, con todo lo evocador que el gesto del llanto condensa. Las piezas de Klarenbeek forman parte de una exposición en los almacenes Selfridges de Londres dedicada al influjo del mundo natural en el universo de la joyería. Sin embargo, más allá del aspecto comercial, lo que realmente resulta interesante del trabajo es la profundidad del pensamiento del que surge.

 

Con su trabajo Klarenbeek, que está especialmente interesado en investigar la relación del hombre con los objetos artificiales que le rodean, busca explorar el potencial de las joyas como extensiones de nuestro propio cuerpo. Real e irreal se mezclan y confunden en la obra de este graduado de la Academia de Diseño de Eindhoven que roza la treintena y que ha trabajado para Davidoff o el Ayuntamiento de Amsterdam.

A pesar del profundo contenido intelectual de su obra, hay un aspecto ‘sanitario’ que seguramente frenará a muchos compradores potenciales: no parece lo más seguro colocar un hilo tirando de un objeto adherido al ojo. ¿Qué pasa si –desagradable de pensar, pero posible– alguien tira con fuerza del hilo, o simplemente si éste se engancha con, pongamos como ejemplo, una pieza de ropa?  No hay de qué preocuparse, según Klarenbeek: simplemente se caerá o como mucho el hilo se romperá. Los fashionistas con menos apego a su sentido de la vista tienen aquí una gran oportunidad para alcanzar el más difícil todavía. ¿Total, qué mejor que dejar de tener ojos para liberarse de los prejuicios de la estética? Para los que necesiten ver para creer, aquí va un vídeo de presentación del proyecto:

Hace unos años la historia de una niña libanesa llamada Hasnah que supuestamente derramaba lágrimas de cristal dio la vuelta al mundo. Poco después se demostró la falsedad del relato de la pequeña de 12 años, que decía llorar hasta siete piezas al día, pero la belleza escondida tras el concepto es algo que ha acompañado a la humanidad históricamente. En estos tiempos de búsqueda rabiosa de la más absoluta exclusividad tenía que llegar el momento en el que algún iluminado diera con el modo de convertir esta extravagante idea en una realidad, y ese no ha sido otro que el holandés Eric Klarenbeek.