El día de Maite: boda en La Granja, un vestido de novia clásico de Caprile y unos zapatos de tacón icónicos

Hace seis años Maite hizo un viaje que cambiaría su vida para siempre. "Me fui un fin de semana con mis amigas a Lisboa y allí conocí a Miguel. Unos meses más tarde él me escribió porque venía a Madrid por trabajo y desde entonces".

Miguel, portugués, y Maite, española, comenzaron su relación a distancia. "Los primeros años él seguía en Lisboa y yo en Madrid, así que estábamos todos los fines de semana de un sitio a otro para vernos. Justo después de la pandemia se mudó definitivamente a Madrid", cuenta la novia.

La petición de mano fue toda una sorpresa. "Nos fuimos un fin de semana a la casa de mis padres en la sierra para desconectar. El sábado nos despertamos y nos fuimos a dar un paseo por la montaña. En mitad del paseo me lo pidió. Fue realmente una sorpresa, me encanta que fuera en un sitio con significado para mí y al que cada vez que volvemos, nos acordamos de ese momento tan especial para los dos", confiesa la novia.

Maite y Miguel estaban comprometidos y debían fijar el día de su boda. Sería el 22 de julio de 2023 en La Granja de San Ildefonso (Segovia), "nos parece un sitio que está en un entorno único y desde pequeña me ha encantado".

Celebrada en dos actos, tal y como manda la tradición, primero, la ceremonia religiosa en la Real Colegiata, y después, la celebración en el Palacio de Carlos III, la pareja contó con la ayuda del equipo de wedding planners de Peonías Eventos, "nos ayudaron muchísimo".

Ambas ubicaciones estaban a unos pasos, "nos gustaba mucho la idea de que los invitados pudieran desplazarse andando de la iglesia a la finca".

Los meses previos al enlace, Maite, Miguel y sus weddings planners, ocuparon su tiempo en la planificación y la organización de su día. "Gracias a las chicas de Peonías pudimos disfrutar al 100% la boda sin estar preocupados. Nos ayudaron muchísimo tanto el día de la boda como los meses antes para asegurarnos de que todo estuviera coordinado".

Maite se centró en dar forma y vida a su vestido de novia. Con dos premisas: un modelo clásico y a Lorenzo Caprile como diseñador. "Es una de las cosas que tenía claras desde el principio. Llevo siguiendo su trabajo desde que soy pequeña y me hacía mucha ilusión poder tener una pieza suya en un día tan especial para mí".

En cuanto a su look de novia, como hemos avanzado, Maite "quería algo clásico y atemporal. Para mí las piezas de Lorenzo son unas verdaderas joyas de costura y él y su equipo fueron capaces de hacerme sentir especial".

Orquestado por el maestro de la moda nupcial de nuestro país, arrancó el proceso de creación de su vestido. "Es una de las cosas que recuerdo con más cariño y que más echo de menos, las visitas al taller con mi madre. El proceso de creación es una de las cosas que recomendaría disfrutar de verdad a otras novias, pasa muy rápido y son momentos que yo siempre recordaré".

"Tenía bastante claro como quería el vestido y desde el taller entendieron perfectamente la idea que rondaba por mi cabeza. Recuerdo que el primer día comenté la idea que tenía en la cabeza, usaron unos patrones y unas telas del atelier, y al verme frente al espejo sentí que ya teníamos el vestido que me había imaginado", añade.

El diseñador logró crear el traje con el que la novia había soñado. De cuello alto, muy cerrado tipo halter, con botonadura en la espalda y sin mangas, el vestido de Maite presentaba el cuerpo ajustado y a la altura de la cintura, una gran falda tableada con cola. En su confección, Caprile empleó un tejido de mikado de seda en color blanco.

Maite destaca un detalle de su vestido. "Me gustaron especialmente las enaguas, eran antiguas y fueron restauradas, una preciosidad".

Un look que, con el paso del tiempo, no solo seguiría de plena actualidad, sino que sería un fiel reflejo de su estilo. "Mi mayor ilusión era poder ver las fotos de nuestra boda en muchos años y seguir viéndome identificada con el vestido. Al final el día de tu boda es uno de los más importantes y para mí era fundamental no sentirme disfrazada, quería sentirme favorecida y cómoda".

El velo en tul ilusión también fue obra de Lorenzo Caprile. Como joyas, "llevé el anillo con el que Miguel me pidió matrimonio, el anillo 'Love' que me regalaron mis padres cuando terminé la carrera y que llevo todos los días, y el anillo que me regalaron mis suegros en la pedida".

Dos piezas más cierran el joyero nupcial de Maite, "los pendientes me los dejó mi madre y por mi cumple, unas semanas antes de la boda, mis padres me regalaron una Riviere que también lleve en la boda".

En cuanto al calzado, Maite se decantó por un par icónico: los salones Hangisi en azul intenso con broche joya de Manolo Blahnik, los mismos con los que Carrie Bradshaw se comprometió en 'Sexo en Nueva York'. Después, para bailar toda la noche y rendirse al confort, cambió esos stilettos por unas alpargatas de cuña de Castañer.

Para el ramo de novia confió en Elena Suárez. "Las flores eran muy importantes en mi look. Mi ramo era sencillo: peonías blancas, nada más".

El día de la boda había llegado. Maite se arregló junto a su madre y su hermana en la finca donde se celebraría el banquete. "Tengo un recuerdo muy bonito de esa mañana porque desde la ventana se podía ver el jardín e iba viendo como preparaban las flores y las mesas".

Del maquillaje de las tres se ocupó Sonia Marina. "No podría recomendarla más. Además de ser excelente profesional, es un verdadero amor, llevo desde la boda pensando en una excusa para poder repetir. Quería verme natural y supo desde el primer momento captar lo que buscaba", explica.

Tras el encuentro de Maite y Miguel en el altar, el sacerdote inició la ceremonia religiosa. "Nos casó el mismo sacerdote que casó a mis padres y nos bautizó a mi hermana y a mí. Muchos de los invitados nos comentaron después de la boda lo bonita y emotiva que fue la misa. Nos hizo mucha ilusión que la misma persona que casó a mis padres hace más de 30 años, nos casara a nosotros también".

Convertidos en marido y mujer, y en compañía de sus familiares y amigos, se trasladaron hasta el Palacio de Carlos III, un lugar histórico con un cuidado jardín.

"El cóctel también fue un momento muy divertido, tuvimos la actuación en directo del cantante Jaime Terrón y repetiríamos mil veces. Animó muchísimo el ambiente y no paramos de bailar en ningún momento", cuenta la novia.

La fusión España-Portugal se dejó sentir en cada detalle de la boda. "Aunque son dos países con culturas muy parecidas, para nosotros era importante que ambas partes estuvieran representadas y hacer pequeños guiños a los dos países. Por ejemplo, como detalle para los invitados, pusimos las famosas violetas de Madrid y unos jabones portugueses con esencias de la zona de donde es Miguel. O en la mesa de postres, los típicos pasteles de nata gracias a Samantha Catering".

En cuanto al seating plan, "las mesas tenían el nombre de nuestras playas favoritas de España y Portugal, y la mesa presidencial, era con nuestros testigos, como es costumbre en Portugal".

Otro acto habitual en las bodas portuguesas y que Maite y Miguel reprodujeron en la suya fue, "entrar a la cena con los testigos. Fue divertidísimo compartir ese momento con nuestros amigos. Decoramos todo con pompones blancos y lo recuerdo como de lo más divertidos de la boda".

A modo de resumen de lo vivido en su enlace, Maite dice que "para nosotros lo más importante era que nuestros invitados estuvieran cómodos y disfrutaran de la boda. Los dos éramos conscientes que venía mucha gente de fuera y queríamos que se llevaran un muy buen recuerdo. La realidad fue mucho mejor de lo que jamás hubiéramos imaginado. La sensación de tener en un mismo sitio a la gente más importante para nosotros y poder celebrar con ellos el comienzo de una nueva etapa fue muy especial. Siempre digo a mis amigas que la felicidad y la ilusión que sentí no la recordaba desde que era pequeña con la mañana del Día de Reyes".

Como fin de fiesta, "el baile lo abrí con mi padre al son de'Father and Son' de Rod Stewart y luego, 'Love' de Nat King Cole".

Nos despedimos del enlace de Maite con una recomendación. "Disfrutar los meses de preparativos y el día de la boda. Ahora mismo puede parecer que hay mucha presión por hacer la mejor boda y la realidad es que son momentos que pasan rapidísimo, lo más importante es recordar el paso que se está dando y la energía de los novios".