Paros, todo lo que tienes que saber de esta isla entre Santorini y Mykonos
Otra de las Cícladas que es para volverse loco. Por su belleza en blanco y en azul, sus playas, su naturaleza y su espíritu, que no podía ser más griego ni más marinero
Mykonos se lleva toda la fama y no digamos Santorini, así que las otras islas Cícladas, allá en el profuso Egeo, se quedan navegando en aquel río mitológico del Leteo, el del olvido, aunque ellas están en el cielo, justo lo que es este paraíso pelágico. Nos vamos a Paros, que, como las otras, también tiene lo suyo. Aquí parece haberse inventado el blanco, por las casas, y el azul, por el ancho mar. Arde Grecia... y nosotros nos enamoramos (de las islas).
1. ¿Paros?
Sí, esta pequeña isla del archipiélago de las Cícladas, que tanto suena a fascinación y a arqueología, si es que no es lo mismo, está entre Mykonos, que la escolta por el norte, lo mismo que Delos, esa isla que se hizo visible para que nacieran los gemelos Apolo y Artemisa, y Santorini, que la resguarda por el sur. Sin olvidarnos de que tiene al ladito por el oeste a Naxos, donde Teseo abandonó a Ariadna. En fin, pura mitología. Tanto que contar. Para viajar y volverse loco (de emoción).
2. Una entre 220 islas
Paros es de las consideradas grandes, de hecho es la tercera mayor del archipiélago, con 207 kilómetros cuadrados de extensión y 118 kilómetros de playas. No así Delos, la sagrada, que está entre las pequeñas, pese a que todas, según los antiguos geógrafos, danzan a su alrededor, de donde Cícladas. En Paros no encontrarás mucha vegetación, pero sí montaña y dos golfos, el de Naoussa y el de Parikia.
3. La Paros de la Antigüedad
Se llamaba igualito. Quedan de aquel entonces los restos de un templo jónico (siglo VI a.C.) sobre la acrópolis ya habitada en época micénica; los de un templo dórico de la misma época dedicado a Apolo, cómo no, que para eso era de aquí, y dos altares consagrados a su hermana, Artemisa. Y esto es solo un muestra de todo lo que la arqueología da de sí, en tierra y en mar.
4. Una isla típicamente cicládica
Esto quiere decir que está llena de rincones con encanto. Por ejemplo, los pueblecitos de Lefkes, Marmara, Marpesa o Drios, de casas encaladas, llenas de flores, en callejuelas estrellas. Y luego está Naoussa, con su puerto, su ambiente, su vida nocturna, que es el santo y seña de la isla, y otro que se llama Tris Eclisies, tres iglesias. Sin dejarnos la capital, Parikia, preciosa también, al oeste. Ni las playas, que están por todas partes -Crisi Acti, Monastiri, Molos, Livadia...-, pero se lleva la palma la de Kolimbitres, por sus formaciones geológicas.
5. Una iglesia que no es blanca...
Y está en las Cícladas! Es la de la Panagia Ekatonpiliani o la Virgen de las Cien Puertas, porque al parecer las tenía (bueno, puertas y ventanas), contando las del claustro y el monasterio. Llegó a ser refugio de un joven que en el siglo VIII fue raptado por los piratas y logró escapar del barco. Vivió como asceta entre sus muros y se volvió el patrono de la isla.
6. Dormir... con mucho gusto
Puede hacerse en el Saint Andrea Resort, que tiene 56 habitaciones, todas ellas con vistas al mar, la piscina o sus maravillosos jardines (desde 199 euros) y está en el camino de Kolimbitres, a 1,5 km de Naoussa. O en el Mr & Mrs White, un hotel de lujo situado en el mismo lugar, a solo 800 metros del centro y a un kilómetro de Agioi Anargyroi, la playa más cercana. Tradición cicládica, arquitectura contemporánea, dos piscinas y un entorno de lo más natural (desde 160 euros).
7. Cómo llegar
Por supuesto, en barco, que es como el autobús aquí. De isla en isla y tiro porque me toca. Los hay que salen en esta dirección desde El Pireo, Naxos y Mykonos. Ya en Paros, lo mejor es cruzar a Antiparos, que es donde están algunas de las mejores playas de este mar. Y no se pueden dejar de visitar, además de las ya dichas, Ios, Sifnos y Amorgos, la más lejana hacia el este, ya casi en el Dodecaneso.
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Mykonos se lleva toda la fama y no digamos Santorini, así que las otras islas Cícladas, allá en el profuso Egeo, se quedan navegando en aquel río mitológico del Leteo, el del olvido, aunque ellas están en el cielo, justo lo que es este paraíso pelágico. Nos vamos a Paros, que, como las otras, también tiene lo suyo. Aquí parece haberse inventado el blanco, por las casas, y el azul, por el ancho mar. Arde Grecia... y nosotros nos enamoramos (de las islas).
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