Hidratantes para que la piel se adapte a los cambios de temperatura del invierno
El paso de la calefacción al frío de la calle se lleva mal con nuestra piel y proteger su barrera de hidratación es el mejor escudo ante el cambio de temperatura
Pasar del calor al frío y otra vez al calor estresa a nuestra piel y hace que agresiones externas como el viento o el sol se unan a los cambios de temperatura que experimenta nuestro cuerpo como el sudor. Como consecuencia, las propiedades de la crema hidratante prácticamente terminan por evaporarse o abandonar nuestro rostro al, por ejemplo, poner las manos en las mejillas cuando pasamos frío.
Salir del coche en el que la calefacción está hasta arriba, caminar por la calle bajo un frío gélido, entrar en una tienda con el termostato señalando la opción ‘infierno’... Te suena, ¿verdad? Para sobrevivir a esos cambios de temperatura tan bruscos y habituales del invierno, debemos recurrir a fórmulas hidratantes ricas que penetren en profundidad y ayuden a mantener intacta la barrera hidrolipídica de la piel, evitando que se pierda el agua.
Y es que cuando estamos muchas horas expuestos a la calefacción o al aire acondicionado, la piel pierde agua y se reseca. ¿Y cuál es la mayor causa de la aparición de las arrugas? Sí, además de cuartearse por la falta de hidratación y el viento, las arrugas aparecen o se pronuncian cuando a la piel le falta agua.
Además de las texturas ricas o densas -sin acabado graso- antes que otras tipo gel, a la hora de dar con la hidratante ideal, en la etiqueta debes buscar ingredientes como el ácido hialurónico, la glicerina o, aún más fácil, aloe vera y caléndula, que además de hidratar calman, manteca de karité o aceites como el de marula, higo chumbo o macadamia.
En nuestra selección de hidratantes con esas propiedades no faltan cremas calmantes, con manteca de karité o con un plus de ingredientes antiedad para que encuentres esa crema que te salve el cambio de temperaturas y se adapte a tus necesidades y gustos:
Hydrance UV Rica SPF30 de Avène. Se trata de una crema especialmente indicada para pieles sensibles o secas, por lo que a su nutrición se le suman las propiedades calmantes del agua termal de Avène. Protege ante los radicales libres, la contaminación y la radiación ultravioleta con un SPF 30.
Terapia Hidratación Intensa de Atashi (39,94€). Previene los efectos del frío y la falta de humedad sobre la piel, en parte gracias a los liposomas de agua glacial de su fórmula que hidratan en profundidad (hasta 24 horas). Tampoco falta el extracto de alga roja encargado de la acción antioxidante para actuar frente a los radicales libres que causan el envejecimiento prematuro. La pieles muy secas o sensibles que reaccionan de una forma más drástica ante los cambios de temperatura se verán especialmente beneficiadas.
Ultra Facial Cream de Kiehl’s (a partir de 16€). Un auténtico icónico de la hidratación de larga duración. Perfecta para pieles secas. Protege contra las agresiones externas. Para mantener la correcta hidratación de la piel atrae y absorbe la humedad del ambiente.
Super Aqua Crème de Guerlain (119€). Aunque su textura es más ligera que la del resto de fórmulas, su hidratación dura hasta 24 horas gracias al Aquacomplex que también lucha contra el estrés oxidativo. Su poder multiprotección permite que la piel resista a las agresiones diarias.
Crème de La Mer (160€). Al primer contacto parece una crema densa, pero en cuanto se extiende por el rostro su textura es absorbida al instante por la piel y la hidratación se mantiene durante toda la jornada dejando un efecto jugoso. Entre sus propiedades también está su acción sobre las arrugas y las líneas de expresión, que se ven matificadas.
Crema Rica Visionnaire de Lancôme (89,95€). Su secreto es la manteca de karité, altamente nutritiva y rica en ácido oleico, por lo que la piel no solo queda hidratada durante más tiempo sino que penetra en capas más profundas de la piel y tiene antioxidantes encargados de devolver la luminosidad y fomentar la producción de colágeno.
Pasar del calor al frío y otra vez al calor estresa a nuestra piel y hace que agresiones externas como el viento o el sol se unan a los cambios de temperatura que experimenta nuestro cuerpo como el sudor. Como consecuencia, las propiedades de la crema hidratante prácticamente terminan por evaporarse o abandonar nuestro rostro al, por ejemplo, poner las manos en las mejillas cuando pasamos frío.