La Ibiza tranquila: 9 claves para encontrarla y (sobre todo) disfrutarla
Es posible que relaciones la isla pitiusa con fiesta y desenfreno, pero existe una Eivissa que se mueve a muchas menos revoluciones, aunque dar con ella no siempre es fácil
Ibiza se convierte cuando llega el verano en uno de los destinos turísticos más deseados de nuestra geografía, y aunque los locales repiten cada año el mismo mantra (“Este año la temporada está floja”), no hay más que cotejar los datos con las estadísticas para comprobar que tal vez no mientan, pero tampoco dicen la verdad: en 2018 el flujo de pasajeros entrando y saliendo de la isla se estableció en 8,1 millones, un dato que está por encima de los 7,9 del año anterior y que dobla los de 2005 (4,1 millones de viajeros).
Uno puede pensar que en un espacio de 571 m2 no es posible encontrar un hueco ni para poner la toalla y que el sueño de pasar unas vacaciones tranquilas es poco menos que una quimera. Pero Ibiza tiene tantas caras y ofrece tantas posibilidades que también es posible hallar tiempo y lugar para la desconexión. ¿Es fácil? No, pero nadie dijo que encontrar el paraíso lo fuera. Por suerte tenemos una 'Guía imprescindible para descubrir (sin perderse) la Ibiza sosegada'.
Te damos las claves para que tus vacaciones ibicencas no acaben como una rave.
Menos es más
Vale, es una obviedad pero hay que recordarlo: Ibiza en agosto es un hervidero de gente (el 90% guapérrima) que colapsa la isla (sobre todo algunos lugares comunes que luego analizaremos para evitar). Sin embargo, en temporada media casi baja sigue siendo igual de atractiva, gozando de los mismos atardeceres hipnóticos y calas fabulosas pero con un 80% menos de gente. Piensa si no te merece la pena darte un chapuzón en Cala d'Hort o Aguas Blancas cuando el resto de gente está aún sin desempolvar el bikini o lo ha guardado ya en el armario. Mayo y octubre son los meses ideales.
Busca, compara y hallarás
Encontrar la Ibiza tranquila es cuestión de olfato y de un poquito de esfuerzo. Ah, y de salirte de la ruta trazada. Si vas a pasar unos días en la isla, necesitarás sí o sí un coche. El servicio de transportes público cubre las rutas básicas (Ibiza con San Antonio, San An con Cala Bassa...) pero no te permite explorar. Por eso, hazte con un coche al tiempo que coges el billete de avión. La oferta es amplia pero si no quieres llevarte sorpresas con ofertas demasiado tentadoras que luego esconden costes ocultos, te recomendamos que optes por empresas locales de alquiler de coches como Moto Luis, con más de 60 años de experiencia en Ibiza, entrega en el mismo aeropuerto y servicio personalizado. Además, como es negocio local te puede descubrir algunas rutas secretas de la isla.
Balearic sound
Es posiblemente una de las pocas islas que cuenta con una banda sonora propia y te puede hacer compañía en tus desplazamientos pero también para bajar pulsaciones. El sonido balearic se gestó en los años 80 por algunos DJ de la isla (el más conocido Alfredo y posteriormente José Padilla) basado en tiempos lentos, melodías que arropan y una música que remite a puestas de sol, veranos interminables y playas desiertas. Electrónica ambient y chill out balear son tus aliados.
Evita los lugares de culto
La playa de Benirrás un domingo por la tarde, el Café del Mar justo a la caída del sol, el mercado de las Dalias en agosto, la plaza de Santa Gertrudis a las 10 de la noche... Hay veces en las que el lugar y el tiempo confluyen y crean la tormenta perfecta: aunque no dejan de ser clásicos de la isla, también es cierto que si lo que buscas es un poquito de paz y no estresarte, es mejor evitarlos si no quieres verte en una marea de gente o haciendo colas innecesarias. Lee cualquier guía de lugares imprescindibles de Ibiza y no los pises. O no esos días a esas horas.
Busca la cara B
En casi todos los puntos (y esto incluye las calas) de la isla hay un sendero a la derecha o la izquierda que te lleva a un punto alejado de la muchedumbre. Es posible que Cala Salada y Cala Saladeta (en San Antonio) estén colapsadas, pero justo a la izquierda del acceso a estas playas hay una carretera que baja a Punta Galera, una antigua mina que se ha convertido en un paisaje fascinante. Lo mismo pasa si vas a Cala Xarraca (en Sant Joan de Labritja): si caminas un poco al final de la playa hacia la zona de rocas hallarás un espacio con tu nombre. Tal vez no sea tan cómodo como una tumbona en la playa pero tampoco tan ruidoso.
La puesta de sol: la hora punta
Ese momento mágico del día en el que la luz le da la mano a la noche tiene en la isla una connotación tan especial que raya el culto. Los lugares para ver cómo el sol cae en el horizonte son muy numerosos y se encuentran casi todos en la costa oeste. Algunos puntos son tan concurridos que parecen la Gran Vía el primer día de rebajas. Evita a toda costa los de Benirrás, Cala Comte y el Sunset Strip de San Antonio, puntos negros a esas horas. Apuesta por sitios alternativos como el alto del aparcamiento de Cala d'Hort o la Torre des Savinar. Si quieres acompañar la puesta de sol con un trago, en el hostal La Torre, si vas con tiempo, te puedes hacer con una mesita.
Pierde el norte
Es un axioma que se cumple a rajatabla: San Joan es el municipio más aislado y tranquilo de la isla. En esta 'Ibiza profunda' encontrarás calas menos abarrotadas como Cala Xucla, Cala d’en Serra, el puerto de San Miguel, Cala des Moltons, Cala de Portinatx, Cala de San Vicente, S’Illot... Además conservan grandes ecosistemas que hacen de la zona un paraíso casi virgen. Además, los pueblecitos como Sant Miquel de Balansat, Sant Vicent de Sa Cala y Sant Llorenç de Balàfia tampoco tienen nada que ver con la bulliciosa San Antonio, por ejemplo.
Es Canar, el puntito chic
Lleva unos años reivindicando su papel en la isla: ni tan bullicioso como San Antonio ni tan elitista como la capital, la zona de Es Canar apuesta por una tranquilidad con puntito sofisticado, un rollito boho chic en el que se alternan playas como Cala Nova o Cala Boix con mercadillos como el que se realiza cada miércoles en Punta Arabí (menos concurrido que el de las Dalias) y hoteles como el ME Ibiza, que en el último lustro se ha convertido en un referente del espacio relajado y cosmopolita, la 'copa tranquila' en el rooftop y las puestas de sol alternativas (sí, desde el este también es posible disfrutar de atardeceres de ensueño).
Da el salto
Si la bulliciosa Ibiza te empieza asfixiar, siempre puedes dar el salto a la vecina Formentera. Aunque los meses fuertes se llena de turistas (especialmente italianos), fuera de temporada la cosa se calma. Además la isla tiene suficientes rincones y metros de playa como para encontrar tu lugar. La mejor opción es hacer noche: hay mucho turismo que llega desde la vecina Ibiza para pasar el día y por la noche desaparece. Si lo haces así, tal vez sea buena idea reservar en el hotel Gecko o regalarte un día de relax en su beach club, que incluye el área de restaurante y la zona de piscina y playa.
Ibiza se convierte cuando llega el verano en uno de los destinos turísticos más deseados de nuestra geografía, y aunque los locales repiten cada año el mismo mantra (“Este año la temporada está floja”), no hay más que cotejar los datos con las estadísticas para comprobar que tal vez no mientan, pero tampoco dicen la verdad: en 2018 el flujo de pasajeros entrando y saliendo de la isla se estableció en 8,1 millones, un dato que está por encima de los 7,9 del año anterior y que dobla los de 2005 (4,1 millones de viajeros).