Hoy es el día en el que el 'glamping' entra en tu vida y cambia tus vacaciones para siempre

El concepto camping, ese anglicismo que nos llevaba en la juventud a cargar con la tienda de campaña y pesadas mochilas a nuestras espaldas (frase literal que nada tiene que ver con la connotación existencial que están pensando los más intensos) resurge de sus cenizas y se instala en el siglo XXI con nuevas coordenadas —y colchones dignos de un cinco estrellas… ¡Aleluya!—. Para todos aquellos nostálgicos que pudieran echar de menos las horas que pasábamos intentando armar aquellas tiendas indomables, dejándonos la espalda en las superficies más inhóspitas o viendo llover 'indoor', definitivamente este (por lo que sea…) no es su reportaje.

Recién llegados de Taïga Almería Playa, 'el camping', ya solo queremos irnos de acampada en bucle. No solo por sus más de 60 alojamientos en varias categorías (buena, mejor y superguay), sus 80 parcelas para campers con todos los servicios, esos colchones inesperados de alta gama que te abducen después de un día de aventuras; o su piscina, sus zonas infantiles y su esmerado restaurante.

La verdadera razón de nuestra nueva adicción (ojo, engancha) es que hemos descubierto una manera sencilla de viajar al centro de la Tierra, en plena naturaleza, sin renunciar a la adrenalina que vivimos surcando los 'mares' a bordo de una tabla de cable ski, o ascendiendo a los cielos en paramotor. Taïga —hay siete en toda España— no se conforma con ofrecer unas instalaciones confortables (que también, mucho), sino que apuesta por un giro de guion experiencial y disfrutón.

Por tierra, mar y aire… un camping 'extramuros'

Nada más llegar a este camping impecable, ubicado en la localidad almeriense de Cuevas del Almanzor (en la frontera con Murcia, y pueblo de Carlos Herrera para los curiosos), nuestros niveles de cortisol caen en picado. Después de dejar los bártulos en una coqueta casita de madera —llámalo glamping—, la coach wellness Zoa Luengo nos invita a poner los pies en la tierra y a disfrutar de todo lo que el entorno puede ofrecernos, a experimentar, y a mandar los miedos a paseo. Al principio, parece misión imposible: ¿Volar en parapente a motor? ¡Ni de broma! ¿Probar a esquiar sobre el agua en un circuito de cable ski? ¿¡Estamos locos!?

Las propuestas disfrutonas de Taïga son muchas, un valor añadido que, ahora que hemos superado, agradecemos infinito. ¡Check! Y es que sobrevolar en paramotor la costa almeriense, a 300 metros de altitud, sobre Villaricos, Vera, Mojácar o la playa de Palomares —que acaba de conseguir la bandera azul— es una vivencia que jamás olvidaremos. Que el instructor sea el experimentado César Maldonado, excampeón de España, ayuda.

Los depósitos de la autoestima también se llenan al iniciarse en el cable ski (wakeboard), una disciplina divertidísima en el lago de Lunar Park, a 20 minutos del camping. ¿Deporte de riesgo? ¡En absoluto! El verdadero reto está en enfundarse el mono de neopreno, con el que nos peleamos en el vestuario en un combate a vida o muerte. Además, Taïga propone aventuras off-road en buggy por la sierra, karting, rutas a caballo por la playa, al atardecer… ¡Imperdibles!

De la geoda gigante a la fortaleza

La siguiente parada nos lleva 60 metros bajo tierra, a la mina inactiva y visitable de Pulpí, que atesora la geoda más impresionante del mundo —en lista de espera como candidata a Patrimonio Mundial de la Unesco—. Se trata de una formación natural de cristales de yeso (de 8 x 2 x 2 metros) que empezó a tomar forma hace 165.000 años, y que expone ante los ojos del visitante un fenómeno realmente mágico. Vamos, que Supermán y su criptonita se quedan en pura anécdota ante semejante espectáculo de la naturaleza.

Tras la visita al yacimiento de Pulpí nos trasladamos a la Fortaleza de San Juan de los Terreros, del siglo XVIII, un precioso mirador sobre el Mediterráneo. Desde la terraza divisamos Isla Negra, Monumento Natural de Andalucía, y nos empapamos del oficio 'en peligro de extinción' de los esparteros.

Regreso al campamento base

Aunque el saber no ocupa lugar, la emoción de los nuevos descubrimientos, la adrenalina y la felicidad de la jornada encuentran en los alojamientos de Taïga Almería Playa ese lugar perfecto para resetearnos en contacto con la naturaleza (aplaudimos la decisión de no poner televisiones en los alojamientos). Mosquiteras, linos, aire acondicionado, un baño completísimo, ropa de cama premium, cocina con todos los servicios, una terraza desde la que departir (o no, a gusto del consumidor) con los vecinos, una flota de 120 bicicletas a nuestra disposición… Este joven glamping, que apenas tiene un año de vida, es ya un imprescindible en el turismo de bienestar.

A solo un kilómetro del mar, este reducto de calma y bienestar invita al viajero a desconectar el móvil, a descansar como nunca (damos fe) y a amanecer con el mejor despertador: el canto de los pájaros. Una experiencia reparadora y un planteamiento idílico que, en este caso, no es un reclamo comercial, sino algo real, de la misma manera que lo son algunos de nuestros sueños cumplidos gracias a ellos, como atrevernos a volar.