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Anna Gamazo y Juan Abelló celebran sus bodas de oro con fiesta sorpresa
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En puerta de Hierro

Anna Gamazo y Juan Abelló celebran sus bodas de oro con fiesta sorpresa

A la celebración acudieron los cuatro hijos: Juan Claudio, Alejandro, Christian y Miguel, más las nueras, nietos, hermanos, consuegros e íntimos

Foto:  Anna Gamazo y Juan Abelló, el día de su boda en El Quexigal. (Getty)
Anna Gamazo y Juan Abelló, el día de su boda en El Quexigal. (Getty)

"No me lo imaginaba. Lo llevaron tan en secreto que a nadie se le escapó nada durante estos últimos días. Ni me había arreglado. Iba vestida como había salido esa mañana y cuando mis nietos me dijeron que por qué no íbamos a cenar juntos les dije que muy bien, que eligieran el sitio. Cuando llegamos a Puerta de Hierro, Juan, que también estaba al tanto, me llevó al jardín, donde estaba instalada una carpa. Y yo le decía: "Vamos por otro lado, que hay una boda". Y Juan me insistía que no, que por el jardín. De pronto me encuentro que la fiesta era para mí. Me hizo mucha ilusión. Y lo sorprendente fue que yo, que creo que controlo todo, ni me enteré. Lo pasamos muy bien", ha explicado Anna Gamazo a Vanitatis.

placeholder Marita March y Alfonso Fierro. (Getty)
Marita March y Alfonso Fierro. (Getty)

Un poco de historia

Juan Abelló y Anna Isabel Gamazo Hohenlohe se casaron en junio de 1968 en la finca El Queixigal, propiedad de sus abuelos maternos. La novia llegó del brazo de su padre y padrino Claudio Gamazo y Arnús, marqués de Soto-Aller, un título que ostenta actualmente su hermano pequeño, Germán Manuel. En aquellos años aún no existía la ley de igualdad y, por lo tanto, era el varón el que heredaba.

Al enlace de los jovencísimos novios acudieron los miembros de las grandes familias de aquellos años que rodeaban el entramado social y empresarial de la recién casada. La madre de Anna era la princesa María Francisca de Hohenlohe-Langeburg, marquesa de Belvís de Las Navas. Su abuelo Maximiliano de Hohenlohe y más tarde el príncipe Alfonso fueron los que desarrollaron el pueblecito de pescadores de Marbella en un lugar donde empezó a veranear la aristocracia centroeuropea.

placeholder La princesa Piedad Hohenlohe, marquesa de Soto-Aller y de Belvís, con Claudio Gamazo y Sandra Gamazo y Hohenlohe. (Getty)
La princesa Piedad Hohenlohe, marquesa de Soto-Aller y de Belvís, con Claudio Gamazo y Sandra Gamazo y Hohenlohe. (Getty)

Los Abelló, por su parte, provenían del sector farmacéutico. El empresario es licenciado en Farmacia y obtuvo el título de doctor con la calificación de sobresaliente cum laude. La venta de los laboratorios a una multinacional por 2.700 millones de pesetas le convirtió en uno de los hombres más ricos de España. Una categoría que sigue manteniendo. El matrimonio posee una de las colecciones privadas de arte más importantes de este país.

Los días previos a la boda hubo nervios en la casa Gamazo Hohenlohe. El vestido nupcial creado en el taller parisino del modisto Miguel Castillo no llegaba a su destino en Madrid. El problema radicaba en las huelgas y manifestaciones del mayo francés. Anna Gamazo sorprendió con un diseño muy original ante el clasicismo de las novias de los años 60 y 70. Se trataba de un vestido de organza suiza bordada y lo más llamativo eran los dos pañuelos que componían las mangas. El velo se sujetaba con la tiara de los Hohenlohe, una corona de oro blanco y perlas que han utilizado todas las mujeres de la familia.

placeholder Han pasado 50 años de esta foto. (Getty)
Han pasado 50 años de esta foto. (Getty)

“Abelló no sería quien es”

La trayectoria matrimonial ha tenido sus altos y bajos. Con rumores de separación en algunos momentos, la pareja lo ha superado y de ahí la importancia de celebrar estas bodas de oro. Cuentan los amigos que para la matriarca del clan la unidad familiar es fundamental. Una de sus frases preferidas cuando le preguntan cómo se mantiene una pareja después de tantos años es la siguiente: "Firme como una roca; mi familia está por encima de todo. Esa es la clave".

Aseguran los que conocen a la pareja desde el comienzo de los tiempos que "Abelló no sería quien es, si no hubiera estado ella a su lado. Tiene una gran intuición, es inteligente y las decisiones importantes están consensuadas". Cuenta la leyenda que Anna nunca se fio de Mario Conde, al que siempre consideró el empleado brillante de su marido. El tiempo le dio la razón.

"No me lo imaginaba. Lo llevaron tan en secreto que a nadie se le escapó nada durante estos últimos días. Ni me había arreglado. Iba vestida como había salido esa mañana y cuando mis nietos me dijeron que por qué no íbamos a cenar juntos les dije que muy bien, que eligieran el sitio. Cuando llegamos a Puerta de Hierro, Juan, que también estaba al tanto, me llevó al jardín, donde estaba instalada una carpa. Y yo le decía: "Vamos por otro lado, que hay una boda". Y Juan me insistía que no, que por el jardín. De pronto me encuentro que la fiesta era para mí. Me hizo mucha ilusión. Y lo sorprendente fue que yo, que creo que controlo todo, ni me enteré. Lo pasamos muy bien", ha explicado Anna Gamazo a Vanitatis.

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