Es noticia
Menú
Salvemos a Carbonell
  1. Famosos
ESPECIE EN EXTINCIÓN

Salvemos a Carbonell

A Pablo da gusto oírle. Le oíamos cantando risueño con aquellos memorables Toreros Muertos. Ahora hasta le leemos. Anda presentando un libro

Foto: Ilustración de Pablo Carbonell. (Jate)
Ilustración de Pablo Carbonell. (Jate)

Se ha extinguido este año el pez remo chino. Una de las treinta y seis especies declaradas extintas este año. Vista su foto en Google, la sensación no es de gran pérdida. Es un pez absurdo de principio a fin. Vivía en el río Yangtsé, en China. 6300 kilómetros de río, el más grande de aquel imperio que une varias de las ciudades más contaminadas del planeta y que, por si sólo eso fuera poco, encima pasaba por Wuham.

Foto: Pablo Carbonell, junto a su hija Mafalda. (Getty)

Tenía todas las papeletas para desaparecer en 2020. Un pobre pez de extrarradio menos. Los peces de río se me hace como que viven en los suburbios del océano. Es posible que evolutivamente fuera al revés y conquistaran la tierra desde el inmenso piélago pasando antes por el agua dulce como una ubicación más valorada, pero a mí se me hace que el barrio bueno, con vistas, es el mar. Y el conquistado río el arrabal donde los más pobres malviven entre estrecheces, cascadas o meandros.

placeholder El río Yangtsé. (Reuters)
El río Yangtsé. (Reuters)

La absurdez del pez remo, el de los chinos en concreto, se sublima en su estirada anatomía. Es un pez espátula, es decir que luce herramienta. En este caso posiblemente para raspar el fondo de los ríos y hacer cumplir el famoso dicho de que a río revuelto ganancia de peces remo.

Posee prominente y multifuncional napia plana en una proporción descomunal que alarga la absurdidad de su cuerpo hasta cerca de los siete metros de longitud. Un pez de río de ese tamaño tenía que irse dando por los guijarros de las esquinas. Pero creo que esa no ha sido finalmente la causa de su extinción.

Datan como millón seiscientas mil especies registradas. Parecen muchas pero deberían dolernos cada una de las que nos vamos dejando en el camino. Por poco agraciado que resulte el estirado pez remo, y aunque sea un pez de los chinos -siempre menos valorado- no deberíamos permitirnos su desaparición sin duelo. Incluso sin estar de acuerdo en su burda y algo destructiva forma de buscarse el sustento, a base de remover los bajos fondos de los ríos, me ha dado pena su erradicación del planeta.

El compromiso de supervivencia del ser humano es de tal fuerza y calibre que menosprecia el resto de formas de vida. No solo a las que le pudieran suponerle competencia sino también a las que le exijan cualquier tipo de esfuerzo, por mínimo que sea, o que pudieran poner con su existencia cualquier freno en la optimización de sus recursos o métodos de producción. Somos unos grandes supervivientes. Caiga quien caiga. La consecución de la supervivencia y de la homogeneización alcanza cotas en nuestro siglo que prueban la excelencia de nuestros métodos y la perversidad de nuestros objetivos.

placeholder Pablo Carbonell. (Telecinco)
Pablo Carbonell. (Telecinco)

La perfidia llega al extremo de imponer los mismos preceptos en el trato de nuestros congéneres. Y de manera muy manifiesta últimamente en el ámbito de la cultura. Pablo Carbonell es de los últimos de su especie. Quedan muy pocos y el “mainstream” se los está cargando. Lo que no produce o genera se arrincona.

Pablo, refugiado y protegido en su coto privado de Cádiz está hecho un lince. Por lo escaso y por lo vivo. Felino con la palabra y astuto con el razonamiento. Con una vista privilegiada para ver el verdadero fondo de las cosas desde lejos. Lo lleva años demostrando, desde que yo era pequeño.

A aquellos rincones sureños emigran en temporada, generalmente el verano, otros especímenes similares que, aunque sea en muy escaso número, acreditan que estamos a tiempo de no cometer otro “extindicidio”. Un reducto de artistas que hacen del humor su hábitat, el único en el que son capaces de sobrevivir. Unos pintan, otros cantan, otros escriben buscando dar salida a la inquietud que les explota en la cabeza. Y todos se expresan empleando fino tono de broma. Y es en su permanente estado de comedia que encuentran la forma de decir grandes verdades. Por eso han sido perseguidos a lo largo de la historia por el poder y más recientemente por intereses económicos. Por esas verdades que sueltan al aire como grandes puños. Esos que dan donde más nos duele. Esas que de vez en cuando nos amoratan las conciencias. Las que nos dejan sin aliento sin rozar el golpe bajo. Siempre sobrevivieron mejor los bufones que los cómicos. De los primeros hay muchos, del resto van dando cuenta las tendencias y los números.

placeholder Pablo Carbonell en una imagen de archivo. (EFE/Toni Galán)
Pablo Carbonell en una imagen de archivo. (EFE/Toni Galán)

A Pablo da gusto oírle. Le oíamos cantando risueño. Ahora ya le escuchamos. Mucha vida desde aquellos memorables Toreros Muertos. Ahora hasta le leemos, que anda presentando un libro. Dice que piensa cada palabra que escribe, que las coloca con tiento. No me extraña. Están bien puestas. Y juntas y encadenadas le salen frases memorables y a mí carcajadas de páginas. Buscando tornar a absurdo situaciones cotidianas se ríe a diestro y siniestro sin complejos ni banderas. Sin prejuicio ni ideología. Y ese es el humor, el sarcasmo, la ironía que más nos falta hoy en día. La burla y la crítica a todo lo que te rodea sin mirar si va conmigo o está al otro lado del campo. Una disección inteligente, precisa y hasta curativa hecha con la palabra afilada. Esa que extirpa la mala leche si va hacia ti dirigida y se toma uno menos en serio de lo que en general te gustaría.

Pablo es un genio con eso. Lo hace con sus personajes. No deja estereotipo con cabeza. Pero es que es aún mejor a la cara. En la improvisación de una entrevista, en una charla de barra. Y donde mejor se lo pasa, en un chiringo de playa.

Quedan pocos como él. Igual que a los peces remo, no los deberíamos perder.

Si no le conocen mucho o incluso aunque no les guste, compren el libro. Piensen en los que a veces donan a una protectora de animales. A mí tampoco es que me vuelva loco el Alzacola Rojizo pero voy a echarle un cable. Den un poco de comer a este pez de la bahía. A este camarón con barba no deberíamos dejar que se lo lleve la corriente. Lean de él lo que puedan y salgan beneficiados. Disfruten de leerle y releer entre líneas. Contágiense de sus bromas. Copien su humor absurdo que deja en evidencia a la vida. Y aspiren a la libertad que este buen tío destila.

Se ha extinguido este año el pez remo chino. Una de las treinta y seis especies declaradas extintas este año. Vista su foto en Google, la sensación no es de gran pérdida. Es un pez absurdo de principio a fin. Vivía en el río Yangtsé, en China. 6300 kilómetros de río, el más grande de aquel imperio que une varias de las ciudades más contaminadas del planeta y que, por si sólo eso fuera poco, encima pasaba por Wuham.

El redactor recomienda