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De Tijuana a Matamoros, un viaje gastronómico por la frontera mexicana
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De Tijuana a Matamoros, un viaje gastronómico por la frontera mexicana

La cocina mexicana ha traspasado fronteras hasta hacerse universal, pero nada es comparable a disfrutarla en las ciudades fronterizas donde ha recibido influencias dispares que la enriquecen aún más

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Tras recorrer California sin dejar de ver el mar que nos acompaña a lo largo de todo el viaje por la sinuosa y fascinante N-1 y tras hacer noche en el lujoso Hotel Coronado de San Diego, donde Marylin Monroe grabó con faldas y a lo loco; atravesamos la frontera con México, una de las más vigiladas y permeables al mismo tiempo. Entramos en Tijuana y el mundo cambia radicalmente. Desde ambos lados de la frontera uno y otro país se influyen y contagian hasta resultar dominantes sólo en un aspecto u otro. Asi, el norte impone la forma de vestir y de comportase, pero el sur permea hacia el norte su rica gastronomía, sus cervezas, tequilas y mezcales. Es un lugar donde el mestizaje de sus gentes y la cultura traspasa las barreras que construye el hombre para presumir de diferencias a todas luces artificiales

Entrar en Tijuana bajo el Arco del Reloj, la moderna puerta de entrada a la ciudad, enfilamos la avenida Revolución, repleta de restaurantes y tabernas. Hipnotizados por el bullicio, el ruido y el colorido que ha invadido las calles, observamos el arte callejero que viste y disfraza paredes y antiguos pasajes comerciales que se han convertido en auténticos museos de arte al aire libre en contraste con la seriedad de los edificios históricos. Desde tiempos inmemoriales de la Ley Seca Tijuana ha ofrecido una noche legendaria cuando se cruzaba la frontera para gozar de los destilados prohibidos al otro lado. Con el tiempo su rica gastronomía se ha ido abriendo paso y gozando de mayor visibilidad.

Tacos Aaron, un food truck donde tomar exquisita cocina urbana de calidad, como reza en la furgoneta. Otra gran cocina rodante es el food truck Mariscos Rubén, donde 23 tipos de salsas diferentes aderezan ricos tamales como de almejas al vapor. Tal vez el mejor restaurante de la ciudad Misión 19, cocina de proximidad, productos orgánicos que dan lugar a platos como un duo de atún y erizo con huevo de codorniz, raíces en escabeche y ceniza de citricos ¡espectacular! Tuétano de res rostizado, con tortillas de maíz y carbón de cebolla; ostiones del Pacífico al carbón y salsa verde o; el pulpo al carbón con pistacho, aceite habanero quemado y tomates orgánicos, son solo algunos de sus mejores platos

Poniendo rumbo a oriente, necesitamos algo más de dos horas para llegar a la ciudad de Mexicali, donde el mestizaje entre población india, china y américana configura un paisaje urbano multiracial cuya evidencia más patente se muestra en la cocina de raíces mexicanas y chinas. De hecho andar por La chinesca, el barrio chino, lleno de comercios y restaurantes es un deber ineludible. Las gambas con salsa de chile verde del restaurante Los Arcos, atraen incluso a celebrities como el mismísimo Michael Douglas.

Por la I-8-E, a media jornada de camino llegamos al estado de Sonora -tantas veces oído en las antiguas películas americanas- Tas recorrer paisajes desérticos y montañas, al acercarnos a río Magdalena, llegamos a la ciudad de Nogales, una ciudad donde el calor aprieta y la temperatura no baja de 30º en esta época del año. De su cocina destacar tanto los productos del mar como de la tierra, pero los imprescindibles que no debemos dejar de probar son: la machaca (carne seca), las chivichangas (tacos hechos con tortillas gigantes)y las coyotas (ricas empanadas de piloncillo).

A menos de 100 kilómetros por la carretera de Río Bravo, llegamos a nuestro último destino, Matamoros, que debe su nombre a un heróico cura que participo en la Guerra de Independencia. Mi Pueblito es un restaurante de manteles coloridos, donde tomar a mediodía un menú cerrado que incluye tequila a elegir entre los más de 200 que exhiben tras la barra. Otra opción es Aromas un lugar concurrido por hipsters y personas de aspecto bohemio que acuden a disfrutar de un hasta cierto punto extravagante desayuno a una comida muy correcta.

Tras recorrer California sin dejar de ver el mar que nos acompaña a lo largo de todo el viaje por la sinuosa y fascinante N-1 y tras hacer noche en el lujoso Hotel Coronado de San Diego, donde Marylin Monroe grabó con faldas y a lo loco; atravesamos la frontera con México, una de las más vigiladas y permeables al mismo tiempo. Entramos en Tijuana y el mundo cambia radicalmente. Desde ambos lados de la frontera uno y otro país se influyen y contagian hasta resultar dominantes sólo en un aspecto u otro. Asi, el norte impone la forma de vestir y de comportase, pero el sur permea hacia el norte su rica gastronomía, sus cervezas, tequilas y mezcales. Es un lugar donde el mestizaje de sus gentes y la cultura traspasa las barreras que construye el hombre para presumir de diferencias a todas luces artificiales

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