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El duque de Lugo no pedirá el divorcio
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El duque de Lugo no pedirá el divorcio

Hasta hace poco parecía que a Jaime de Marichalar se lo había tragado la tierra. Ni tan siquiera se le veía recorriendo la Milla de Oro

Foto: El duque de Lugo no pedirá el divorcio
El duque de Lugo no pedirá el divorcio

Hasta hace poco parecía que a Jaime de Marichalar se lo había tragado la tierra. Ni tan siquiera se le veía recorriendo la Milla de Oro madrileña, donde se encuentran las tiendas más exclusivas de las que el duque es asiduo. Tampoco frecuentaba la vida social como hacía antes. Salvo su asistencia a los desfiles de Alta Costura de Paris. Allí tiene la suerte de que salvo los periodistas españoles, que le saludan e interrogan, pasa desapercibido para la prensa internacional.

En España sus apariciones públicas han sido muy escasas y los viajes domésticos pocos. A finales de febrero se desplazó hasta Coruña en un viaje mitad de trabajo mitad de ocio. Paseó por la plaza de María Pita, compró el cuponazo a una vendedora de la ONCE y entró en la sede central de Caixa Galicia en la Rúa Nueva, donde mantuvo una reunión profesional. De nuevo desapareció de la faz pública.

La pregunta del millón era clara y concisa ¿Por qué se esconde el yerno real? O mejor dicho ¿Cuál era la razón (o razones) para no asistir a los lugares habituales que antes frecuentaba? No estuvo presente en el  funeral de Jaime Fierro. Dijeron que para no coincidir con la Infanta Elena. Una afirmación un tanto chusca ya que la Infanta y su ¿todavía? marido han compartido espacio físico en un par de reuniones de amigos comunes.

En cambio el duque no ha vuelto a pisar una reunión convocada por la Primera Familia ni sus colaterales. Y no hay que olvidar que Marichalar sigue siendo oficialmente yerno real y además, padre de los nietos de los Reyes. Aunque esto forma parte de otra historia, que vendría a refrendar el poco o nulo afecto que sienten por él, por mucho que la doña Sofía le contara a Pilar Urbano que le tenía un gran aprecio.

Retomando el tema de la invisibilidad de Marichalar tampoco se le vio en varias presentaciones literarias en la que según los organizadores había confirmado su presencia.(ver Las memorias de Jaime de Marichalar)  Tras contabilizar todas estas ausencias la pregunta era casi obligada ¿Qué le pasaba al duque de Lugo? ¿Por qué había tomado la decisión de abandonar el espacio público?

Hubo quien aseguró que no se encontraba en su mejor momento. Abandonar la presidencia de la Fundación AXA y cesar como consejero en  Cementos Pórtland, le había afectado más de lo que parecía.  Precisamente por ser Esther Koplowitz la que en su día le nombró. Aunque esta apreciación tiene poca validez ya que también “cesó” a su marido el  marques de Cubas. Además le levantó del sillón de la cementera pero le colocó en WRG, otra de sus empresas. Por lo tanto no había motivo para la tristeza, según explicaban los que dicen tratarle.

Se encuentra en un estado anímico aparentemente mejor que en épocas pasadas. Ha dejado la terapia más complicada de la rehabilitación y ahora lo que hace es andar por el campo o cuando acude al club Puerta de Hierro con sus hijos. La parte más dura y conflictiva de su vida está casi procesada.

Es cierto que no hay divorcio y que parece que no tiene intención de ser él quien lo solicite. Las cuestiones referidas a los hijos y las económicas están más que resueltas. Los matrimonios reales además de casarse en régimen de separación de bienes tiene unos acuerdos prenupciales lo suficientemente estudiados para que no haya futuros sustos. Así sucedió con la Infanta Cristina y Urdangarín y por supuesto con los príncipes de Asturias. Si hay divorcio será la primogénita Borbón quien lo plantee.

No es una cuestión que aparentemente afecte a Marichalar que ahora parece que pretende ahuyentar los malos recuerdos. Se le vio disfrutar en una cena de gala junto a Nieves Álvarez, María García de la Rasilla, Adriana Abascal y Naty Abascal que ha vuelto a ser su confidente. El duque de Lugo volvió a sonreír y hasta contó chistes y chascarrillos.

Hasta hace poco parecía que a Jaime de Marichalar se lo había tragado la tierra. Ni tan siquiera se le veía recorriendo la Milla de Oro madrileña, donde se encuentran las tiendas más exclusivas de las que el duque es asiduo. Tampoco frecuentaba la vida social como hacía antes. Salvo su asistencia a los desfiles de Alta Costura de Paris. Allí tiene la suerte de que salvo los periodistas españoles, que le saludan e interrogan, pasa desapercibido para la prensa internacional.