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La demandante de Francis Franco: "Tendremos que irnos de España"
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La demandante de Francis Franco: "Tendremos que irnos de España"

El 3 de junio de 2009 la irrupción violenta de Francis Franco en la estación de Delicias de Zaragoza supuso un antes y un después en la vida

Foto: La demandante de Francis Franco: "Tendremos que irnos de España"
La demandante de Francis Franco: "Tendremos que irnos de España"

El 3 de junio de 2009 la irrupción violenta de Francis Franco en la estación de Delicias de Zaragoza supuso un antes y un después en la vida de un matrimonio de inmigrantes argentinos que trabajaban en la empresa encargada de la vigilancia del recinto en la zona del AVE.

Como informó Vanitatis en aquella fecha, el nieto mayor de Franco, que se acercaba al tren instantes antes de que éste partiera, intentó saltarse el control de seguridad para poder llegar a tiempo al vagón. En trayecto a contrarreloj, increpó y empujó a dos azafatas, que terminaron en el suelo, y arremetió contra Gabriela Rufanach, guardia de seguridad, a la que además insultó con comentarios racistas, según recogieron en su día diferentes diarios regionales.

Gabriela presentó la denuncia correspondiente que, a día de hoy, aún no se ha resuelto. Por su parte, Franco pasó de ser denunciado a denunciante al presentar su propia versión de los hechos en una comisaría del centro de Madrid seis días después del altercado.

Lo llamativo de este caso es que mientras el juicio relativo a la agresión que sufrió Gabriela aún no se ha celebrado, la vista como acusador de Francis, sí. Sucedió ayer por la mañana y las supuestas irregularidades que han acompañado el caso se han vuelto a producir porque Gabriela Rufanach no recibió la citación en su domicilio. “Fue mi abogado el que me lo dijo porque el día de antes se informó. En cambio, la defensa de la otra parte sí que tenía todos los datos y había llegado expresamente de Madrid”.

Gabriela explicó al programa 'Sin Ir Mas Lejos' que “su abogado hizo preguntas molestando e interrumpiendo mis declaraciones. La jueza tuvo que intervenir”. Pablo Piñero explica a Vanitatis que se sienten impotentes: “Gabriela trabajó hasta tarde la noche anterior, pero decidimos que tenía que acudir porque la táctica de la otra parte es retrasar todo lo que se pueda el proceso, porque nosotros no podemos resistir como él. No vamos a tener más remedio que irnos de España porque aquí no podemos vivir dignamente. Ha sido una desgracia que un Franco se cruzara en nuestras vidas. Poco después de perder el tren aquel día, Francis Franco nos amenazó con que tenía acciones en seguridad privada y que todos acabaríamos en la calle”.  (Ver vídeo)

La situación económica de la pareja es complicada. Efectivamente, Pablo Piñero perdió su trabajo con un despido improcedente y hasta ahora ha sido imposible encontrar ninguna ocupación en ese sector para el que tiene un excelente currículum. Cuenta con la formación adecuada al servicio, participando activamente en las propuestas formativas de la empresa y con una probada buena conducta tanto él como Gabriela. En Argentina él y su mujer eran maestros. Vinieron a España desde Santa Fe buscando un mejor horizonte de vida para ellos y sus hijos. Vivían bien hasta que toparon con el nietísimo, que cuando era joven consideraba España la finca del abuelo. Pablo Piñero afirma que “ya no me contratan en ninguna empresa de seguridad. Me hacen las entrevistas, pero luego nunca me llaman”.

En el juicio de ayer se vieron parte de las imágenes que durante todo este tiempo el matrimonio no tuvo posibilidad de visionar. Pablo Piñero explica lo que ha visto: “Él llega, se ve que baja la azafata, porque cuando se cierra el control una de ellas baja. Entonces aparece él después de que la azafata haya bajado. Se le explica que no puede pasar y, sin embargo, en las imágenes se ve cómo arremete contra la vigilante que tiene delante. Arremete de una manera violenta sin importarle nada y cuando aparece la policía él dice “sí, sí… Yo tenía derecho a pasar y voy a pasar por encima de quien sea" dando a entender que no me importa que sea mujer, que sea inmigrante. No me importa nada y voy a pasar por encima de quien sea. Eso lo reconoció delante de la Policía y por eso pedimos que la Policía esté presente en el juicio por la denuncia de lesiones que interpuso Gabriela”. Una vista que aún no tiene fecha porque la primera se canceló. El desencanto del matrimonio es tremendo. “Hicimos un esfuerzo muy grande para venir a España. Nos instalamos en Zaragoza, nos adaptamos a una nueva vida y de pronto nos encontramos que nuestro sueño se desvanece. Es muy triste”.

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