El cumpleaños íntimo de Florentino Pérez

Nunca ha sido de tirar la casa por la ventana ni de hacer ostentación pública de palacios, yates y fiestas fastuosas, como sí hacían otros empresarios del corte de Javier de la Rosa o del anterior presidente del Barcelona, al que hemos visto bebiendo Moet Chandon a morro como si fuera el tío de la bota. 

Florentino Pérez cumplió ayer 65 años y lo celebró en dos tandas. A mediodía, en el Santiago Bernabéu, invitando a su “familia deportiva” del Real Madrid, y, por la noche, una cena íntima con su mujer Pitina, sus hijos y sus hermanos, en un restaurante capitalino.

En este caso, nada fuera de la normalidad, porque el encuentro festivo no se alargó más allá de la medianoche. Sus hijos tienen horario profesional y, por mucho que su padre forme parte de la lista de hombres más ricos e influyentes, ellos gozan de recursos laborales propios, que poco tienen que ver con los negocios paternos.

La hija regenta un restaurante en el barrio de Las Tablas, que dirige y lleva personalmente como lo pueden constatar todos los que frecuentan El Babero a mediodía y por la noche. Por su parte, María Ángeles Sandoval es propietaria de una tienda de labores donde mujeres de todo tipo reciben clases de costura (bolillos, punto de cruz, bordados) y manualidades. Es casi más aficionada que su marido, al que casualmente conoció hace cuatro décadas en las gradas del Real Madrid.