Esto es lo que estaba haciendo Sara Carbonero unas horas antes de casarse
Solo 48 horas antes de dar el 'sí quiero', la periodista se reunió con Mediaset para grabar el piloto de su nuevo proyecto televisivo: un espacio sobre moda
El secretismo con el que Sara Carbonero e Iker Casillas quisieron celebrar su boda el pasado 20 de marzo les obligó a mantener la fecha en secreto hasta prácticamente el día del 'sí quiero'. Cualquier filtración podía resultar fatal para la pareja y por eso optaron por hacer una ceremonia discreta, en la más estricta intimidad, y no desvelar nada a nadie hasta solo dos días antes de la boda. Tan solo el entorno más cercano de ambos sabía de su decisión 48 horas antes de dar el paso y para el resto del mundo ambos continuaron con su vida como si tal cosa, siguiendo a rajatabla sus agendas para así no levantar ninguna sospecha.
La estrategia no les salió mal del todo (si tenemos en cuenta que la prensa se enteró del enlace pasados ya varios días) y pueden estar seguros de que en buena medida ayudó el hecho de que no modificaron en ningún momento la cotidianidad de sus vidas. La prueba más evidente de ello es que el viaje a España estaba más que justificado para el futbolista y la periodista: los dos tenían compromisos profesionales ineludibles y su estancia en Madrid no generaba ningún revuelo. Él, porque debía concentrarse con la selección para un amistoso; ella, porque había quedado con Mediaset para trabajar en el proyecto que tienen entre manos.
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Vanitatis ha tenido acceso a las imágenes que muestran qué hacía Sara en la capital solo dos días antes de darse el 'sí quiero'. La de Corral de Almaguer pasó por los estudios de Mediaset (tal y como contó el propio grupo en las redes sociales con una bonita foto de la periodista), pero además también aprovechó su visita a Madrid para grabar el piloto de su nuevo programa en unos estudios que el grupo de Vasile tiene cerca del metro Ventilla, lejos de las famosas instalaciones de Telecinco en Fuencarral. Tal y como adelantó Vanitatis en exclusiva hace unos meses, Sara ha aceptado la oferta de la que fue su casa para conducir un programa de moda que producirá Mandarina. El espacio será un 'docu-reality' en el que la presentadora irá a locales y tiendas de moda para acercar a los espectadores las últimas tendencias.
Las imágenes a las que ha tenido acceso este medio muestran a una Sara Carbonero que parecía muy implicada con el proyecto sosteniendo siempre en la mano el guión del programa. Junto a ella estaban algunos productores del espacio y también algunos modelos que entraban y salían constantemente de los estudios con diferentes estilismos que quizá debía evaluar la propia Sara. La grabación duró todo el día y no fue hasta que empezó a caer el sol cuando la periodista abandonó definitivamente los estudios.
Jugando al despiste
Pero si la actitud de Sara Carbonero en las horas previas a la boda no advirtió en ningún momento que su enlace fuese a ser inminente, sus palabras solo dos días después, el 22 de marzo, tampoco levantaron ninguna sospecha. Aquel día, la presentadora acudía a un acto promocional en el que la prensa le preguntó sobre su segundo embarazo, su hijo Martín, su relación con Casillas y, cómo no, sobre una posible boda. Su respuesta coincidía con la ofrecida en otras ocasiones en circunstancias similares: que no lo habían pensado, que andaban con otras cosas… Y así fue cómo Sara despachó las preguntas incómodas sobre su estado civil. En sus respuestas nada hacía presagiar que hubiera pasado por el altar solo dos días antes en un juzgado de Boadilla del Monte y cuentan que los periodistas que cubrieron aquel evento aún se dan cabezazos por no haber reparado en la alianza que lucía la joven. Era complicado: si hay unas joyas que le gustan a la periodista, esas son los anillos.
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El secretismo con el que Sara Carbonero e Iker Casillas quisieron celebrar su boda el pasado 20 de marzo les obligó a mantener la fecha en secreto hasta prácticamente el día del 'sí quiero'. Cualquier filtración podía resultar fatal para la pareja y por eso optaron por hacer una ceremonia discreta, en la más estricta intimidad, y no desvelar nada a nadie hasta solo dos días antes de la boda. Tan solo el entorno más cercano de ambos sabía de su decisión 48 horas antes de dar el paso y para el resto del mundo ambos continuaron con su vida como si tal cosa, siguiendo a rajatabla sus agendas para así no levantar ninguna sospecha.