Xavier Guix, psicólogo: "Los padres creen que los hijos son una pizarra en blanco que tienen que moldear"

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Ser padres no es tarea fácil. Entre el deseo de proteger a los hijos y la necesidad de dejarles espacio para crecer, muchos adultos caen en la trampa de querer moldearlos a su imagen. La sobreprotección, las expectativas y el exceso de bondad pueden acabar limitando la autonomía y la espontaneidad de los niños, impidiéndoles aprender a decir “no” o a defender sus propias ideas.

El psicólogo y divulgador Xavier Guix, autor de 14 libros, entre los que está 'El problema de ser demasiado bueno' (Arpa Editores, 2024), reflexiona en una entrevista concedida a 'Yo Dona' sobre las sombras de esa bondad que se inculca casi desde la cuna. Frente al clásico “pórtate bien”, defiende la importancia de enseñar a los niños a expresarse con asertividad y a poner límites.

Guix advierte de que muchos padres siguen creyendo que los hijos llegan al mundo “como una pizarra en blanco” que deben moldear. Sin embargo, recuerda que cada niño tiene su propio temperamento y sus inclinaciones, y que el papel de los padres debería ser acompañar ese proceso, no dirigirlo. “Venimos al mundo con información y con inclinaciones, y los padres tienen que aprender a conocerlas”, señala.

El autor también reivindica la desobediencia saludable, aquella que permite a los hijos conocerse y forjar su propio criterio. “No hay que decirles que devuelvan una patada, pero sí enseñarles a no callarse”, apunta. A su juicio, educar no significa imponer, sino descubrir, y cita a Platón: “Educar es sacar de dentro, no imponer”.

Guix observa además una tendencia preocupante: la de los padres que buscan hijos perfectos. “Los niños son espontáneos y experimentan. Si coartamos eso para que se porten bien, serán adultos muy perfeccionistas que sufrirán amargamente cuando las cosas no les salgan bien”, advierte.

El psicólogo defiende que los padres deben acompañar a los hijos en su propio camino, ayudándoles a descubrir lo que les gusta y permitiéndoles probar sin miedo a equivocarse. Obligar a los hijos a seguir un rumbo que no desean, advierte, puede convertir la educación en una carga en lugar de una oportunidad para crecer.