La misteriosa vida de Mohamed bin Salman, el 'supervillano' tras el espionaje a Bezos
Polémico en todos los sentidos, tiene una esposa oficial y otra secreta. Estos días ha vuelto a la actualidad debido a su supuesto espionaje al fundador de Amazon tras enviarle un mensaje infectado
"Estrictamente protocolario y sin trascendencia institucional". Así calificaba la Casa Real, allá por 2018, un saludo entre el rey Juan Carlos y el príncipe heredero al trono de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman. Una foto sin duda desafortunada, aunque inevitable teniendo en cuenta que el Rey emérito ha mantenido a lo largo de su vida una relación muy estrecha con la familia real saudí, y que saltó a los titulares porque todo apuntaba a que MBS –como le gusta hacerse llamar– era el responsable intelectual de la muerte del periodista Jamal Khashoggi en la Embajada saudí de Estambul. Dos años más tarde, el príncipe heredero saudí vuelve a ser noticia por razones que también parecen fruto del villano de una película de superhéroes: un mensaje de Whatsapp infectado que envió a Jeff Bezos (también en 2018) podría ser el origen del hackeo del teléfono del fundador de Amazon y propietario de 'The Washington Post'.
El ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan al Saud, no ha tardado en responder. "Pienso que absurdo es exactamente la palabra adecuada. La idea de que el príncipe heredero pirateara el teléfono de Jeff Bezos es absolutamente estúpida", ha dicho. Los informes de expertos, sin embargo, dicen otra cosa. Agnes Callamard, de la ONU, asegura que "esta vigilancia informada del Sr. Bezos, supuestamente a través de un software desarrollado y comercializado por una empresa privada y transferido a un Gobierno sin control judicial de su uso, es, si es cierto, un ejemplo concreto de los daños que resultan del marketing sin restricciones, venta y uso de spyware"
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¿Pero qué hay más allá de este último y truculento capítulo en la vida de este hombre fuerte del desierto? Se le atribuye, por ejemplo, haber permitido que las mujeres de su país pudieran conducir y los fans del cine hayan vuelto a ver los estrenos de Hollywood en Arabia Saudí por primera vez en más de treinta años. La inversión extranjera crece mientras él propugna un regreso al islam más moderado en una nación ultraconservadora. Ese es su lado amable.
Sin embargo, como un Stalin del Medio Oriente, se ha dedicado a purgar sistemáticamente a ministros, empresarios, activistas por los derechos humanos y hasta a miembros de su propia familia real. Algunos ven en él al Kim Jong Un del Golfo Pérsico. Al menos, no parece tener ambiciones nucleares... y desde luego, al contrario que el dictador norcoreano, cuenta con el total apoyo de Donald Trump.
En su última visita a los EEUU en marzo, su recibimiento fue el de una estrella del rock. Desde Washington a Silicon Valley, donde coincidió, además de con el presidente, con titanes de la industria como el fundador de Amazon, Jeff Bezos, dueño casualmente del 'Washington Post', que publicaba las columnas de Khashoggi criticando su Gobierno.
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Hoy, a sus 34 años, es el ministro de Defensa más joven del mundo y el futuro líder de una de las últimas monarquías absolutistas del mundo. Su vida privada está envuelta en el secretismo. Está casado con su prima, Sara bint Mashur bin Abdelaziz, con la que este año cumple una década de matrimonio, y tiene cuatro hijos –los príncipes Salman y Mashur y las princesas Fahda y Nuras–, de los que ni siquiera se conoce la edad. Pasaron la luna de miel en Japón, una de las pasiones de MBS. Fuentes de la corte apuntan que, además de su esposa oficial, tiene otra secreta.
La tragedia humanitaria en Yemen es otro desastre que se atribuye al príncipe, que ha involucrado a su país en una guerra civil ajena que ha causado al menos 10.000 muertos y ha dejado a millones sin recursos debido a los continuos bloqueos. Más que con su imagen de reformista, casos como este y el del desaparecido periodista confirman la impresión de los expertos internacionales de que simplemente cree que puede salirse con la suya, haga lo haga.
Su hipotético espionaje a Bezos supone otra demostración de poder a gran escala de MBS, que demuestra el fulgurante ascenso de un príncipe desconocido hace apenas unos años.
"Estrictamente protocolario y sin trascendencia institucional". Así calificaba la Casa Real, allá por 2018, un saludo entre el rey Juan Carlos y el príncipe heredero al trono de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman. Una foto sin duda desafortunada, aunque inevitable teniendo en cuenta que el Rey emérito ha mantenido a lo largo de su vida una relación muy estrecha con la familia real saudí, y que saltó a los titulares porque todo apuntaba a que MBS –como le gusta hacerse llamar– era el responsable intelectual de la muerte del periodista Jamal Khashoggi en la Embajada saudí de Estambul. Dos años más tarde, el príncipe heredero saudí vuelve a ser noticia por razones que también parecen fruto del villano de una película de superhéroes: un mensaje de Whatsapp infectado que envió a Jeff Bezos (también en 2018) podría ser el origen del hackeo del teléfono del fundador de Amazon y propietario de 'The Washington Post'.