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De un pueblo de Badajoz al Metropolitano: testigos cuentan cómo fue el primer gran concierto de Bad Bunny en España, con entradas a 20 euros
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De un pueblo de Badajoz al Metropolitano: testigos cuentan cómo fue el primer gran concierto de Bad Bunny en España, con entradas a 20 euros

El cantante ha roto los récords de venta de entradas, pero hace menos de 10 años pisó Puebla de la Calzada, con menos de 6.000 habitantes, Vanitatis ha hablado con su precursor

Foto: Bad Bunny, en una foto de archivo. (Getty)
Bad Bunny, en una foto de archivo. (Getty)

En el verano de 2018, un joven Benito Antonio Martínez Ocasio, todavía con aura de promesa y no de leyenda, se subió al escenario del campo de fútbol de Puebla de la Calzada, un pequeño pueblo extremeño de apenas 6.000 habitantes. El artista, ya conocido como Bad Bunny, venía de revolucionar el reguetón en América Latina y Estados Unidos, pero aún era un fenómeno emergente en Europa.

Aquel concierto fue su primer "gran" show en España —aunque no el primero sobre suelo español, honor que ostenta un pequeño bolo un año antes en la sala Moon de Valencia— y el inicio de una historia que hoy parece irreal: de cantar con sombrero y gafas oscuras frente a unos miles por 20 euros la entrada, a llenar 12 estadios en Madrid y Barcelona con entradas que rozan hasta los 600 euros.

Lo que sucedió en Puebla fue tan improbable como inolvidable. “Me costó un año estar detrás de él para conseguir que viniese”, recuerda Juan Ferrer, creador del Dream Summer Festival que acogió el concierto, en conversación con este medio. "Yo antes no me dedicaba a esto, solo había hecho un pequeño concierto de Demarco Flamenco en el pueblo. Todos se reían cuando dije que iba a intentar traer a Bad Bunny —incluso sus propios amigos, como Diego Calvo, que asistió al concierto—. Y al final, lo conseguí", se enorgullece.

placeholder Cartel promocional de la gira de Bad Bunny en 2018. (Cortesía)
Cartel promocional de la gira de Bad Bunny en 2018. (Cortesía)

Ferrer quería que la primera edición del festival estuviera capitaneada por el puertorriqueño y además que fuera su primera parada en Europa. Así terminó peleando con la promotora por conseguir que la primera fecha de la gira fuera en su pueblo. Lo logró a cambio de colocar el concierto a las siete de la tarde, para que Bad Bunny pudiera llegar después a su segunda cita del día: el Auditorio Rocío Jurado de Sevilla.

El cartel oficial, con el nombre del campo de fútbol del pequeño municipio encabezando el tour europeo, causó estupor. “La gente pensaba que era una estafa, que iba a ser un doble”, admite. Pero el día llegó, y con él unas 5.000 personas se congregaron bajo el sol extremeño para ver al que, tan solo unos meses después, sería nombrado número uno del mundo.

Entre los asistentes estaba Daniel Soleto, que no quería perderse la oportunidad de tener cerca a su ídolo, pero no tenía ninguna esperanza de que fuera real. "Me pareció superextraño. No era lo conocido que es ahora, pero ya empezaba a tener proyección. Aun así, como costaba poco, la compré. Me parecía una locura poder verlo”, recuerda.

Él forma parte de una comunidad muy fiel, como define a los fans, aunque entonces todavía minoritaria: “Había expectación, pero no al nivel de ahora. Era más de nicho”. De aquel día se le quedó grabado el momento en que por fin lo vio sobre el escenario: “Hasta que no lo vi cantar, no me lo creía”.

Tras casi 10 años, se siente muy afortunado de poder decir que estuvo en Puebla porque vivió algo que no se va a repetir nunca. Eso sí, siempre supo que sería un grande: "En aquel momento, ya dejaba entrever que iba a ser un artista de los que marcan época". También lo hace Calvo, que casi con el cariño de un padre a su hijo reconoce: "Es una gran satisfacción poder haber estado uno de sus primeros conciertos e ir viendo en lo que se ha convertido musicalmente".

Sus inicios humildes y cómo gestó un fenómeno de masas

La evolución desde entonces ha sido meteórica. Bad Bunny pasó de llenar un descampado en Badajoz a hacer historia en la industria musical. Desde 2019 no ha parado de acumular hitos: fue el primer latino en colocar un álbum íntegramente en español en el número uno del Billboard 200, ha ganado 15 Grammys entre anglo y latinos, ha sido el artista más escuchado en Spotify durante tres años consecutivos y ha llenado estadios por todo el mundo.

En el camino, ha colaborado con Cardi B, J Balvin, Rosalía, Drake o Daddy Yankee, ha protagonizado campañas para Gucci, Adidas y Calvin Klein, y ha aparecido incluso en películas de Hollywood como 'Bullet Train', junto a Brad Pitt. Ahora, España vuelve a rendirse a sus pies.

Su nueva gira, titulada 'Debí Tirar Más Fotos World Tour', ha hecho historia antes incluso de comenzar. En solo 24 horas se vendieron más de 600.000 entradas, batiendo todos los récords en nuestro país. Lo que inicialmente iban a ser tres conciertos —dos en Barcelona y uno en Madrid— se ha transformado en una residencia de 12 fechas repartidas entre el Estadi Olímpic Lluís Companys y el Estadio Riyadh Air Metropolitano, con capacidad para más de 70.000 personas por noche.

placeholder Bad Bunny actúa en Puebla de la Calzada. (Cortesía)
Bad Bunny actúa en Puebla de la Calzada. (Cortesía)

El colapso digital para conseguir entradas ha sido épico: colas virtuales de hasta ocho horas y más de un millón de usuarios conectados en la preventa del pasado jueves y viernes. Los pases más baratos rondan los 73,30 euros, con gastos de gestión aparte, mientras que los paquetes VIP, con fotomatón, catering y regalos personalizados, entre otras cosas, ascienden a más de 600 euros. Todo esto bajo un sistema de precios dinámicos, una estrategia en la que los precios fluctúan según la demanda, como ocurre en los billetes de avión o las habitaciones de hotel. Y la demanda, en el caso de Bad Bunny, no tiene techo.

“En mayo del 2018, vendimos 5.000 entradas en Puebla. Hoy, en menos de un día, ha vendido más de 600.000. Es surrealista”, reconoce Ferrer. Desde entonces, el promotor ha traído también a Karol G y Saiko, y ha convertido a su pueblo en una improbable cantera de estrellas urbanas. Aunque el festival lleva dos años parado, su idea es hacer una nueva edición en 2026, para la que ya está trabajando en artistas.

Entre risas reconoce que ahora muchos en la industria le conocen por esta hazaña: conseguir un artista tan grande cuando era la primera vez que organizaba un evento. "Me llamaban loco y se reían de mí". Admite que, aunque estaba seguro de que lo conseguiría, hasta que no lo vio aparecer un día antes y pudo pasar un rato con él, no respiró tranquilo.

Sin embargo, lo que más le sorprendió fue su cercanía: "Es muy buena persona. Vino una hora antes al recinto y saludó a la gente que estaba haciendo cola". Este momento también se le quedó grabado a su amigo Diego Calvo, por encima incluso de su actuación.

El conejo malo ha sabido construir un fenómeno que va más allá de la música. Desde sus inicios en SoundCloud, cuando subía temas grabados en casa mientras trabajaba en un supermercado y estudiaba en la universidad, ha desarrollado una identidad artística reconocible. En sus melodías hay reguetón, pero también salsa, trap, boleros, géneros que mamó de sus padres.

Pero además, se ha convertido en abanderado de la masculinidad contemporánea, los derechos LGTBIQ+ y el orgullo latino. Su personaje público combina la rebeldía con el compromiso, y su estilo —fluido, colorido, performativo— ha conquistado tanto a los fans del urbano como a la industria de la moda.

Quizá lo más extraordinario del fenómeno Bad Bunny sea que, en un mundo donde las estrellas suelen cuidar al milímetro su trayectoria, él ha logrado mantener un aura de autenticidad. Desde sus primeras actuaciones en los shows de talentos del colegio hasta sus sold-outs en los cinco continentes, ha habido algo en su música —y en su mirada— que conecta con millones. Tal vez porque, como él mismo ha dicho en entrevistas, nunca ha dejado de hacer lo que quiere, a su manera.

Y así, desde un campo de fútbol extremeño hasta llenar durante ocho noches consecutivas el estadio del Atlético de Madrid, Bad Bunny ha firmado una de las mayores gestas de la historia de la música contemporánea. Porque para él, no hay fronteras ni límites. Solo música, y una legión de seguidores dispuestos a seguirlo donde sea.

En el verano de 2018, un joven Benito Antonio Martínez Ocasio, todavía con aura de promesa y no de leyenda, se subió al escenario del campo de fútbol de Puebla de la Calzada, un pequeño pueblo extremeño de apenas 6.000 habitantes. El artista, ya conocido como Bad Bunny, venía de revolucionar el reguetón en América Latina y Estados Unidos, pero aún era un fenómeno emergente en Europa.

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