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Las becarias de Ana Locking, al descubierto
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Las becarias de Ana Locking, al descubierto

Sentadas en el suelo del showroom, alrededor de una mesa baja, Rosa, Natalia, Marta y Virginia hablan de planes de futuro y sueños que nadie sabe

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Las becarias de Ana Locking, al descubierto

Sentadas en el suelo del showroom, alrededor de una mesa baja, Rosa, Natalia, Marta y Virginia hablan de planes de futuro y sueños que nadie sabe si algún día podrán cumplir. Son realistas. Trabajar en moda en España es cada vez más complicado. Tendrán que salir fuera si quieren llegar lejos. Separarse de los suyos y luchar por lo que quieren. Será duro, pero sus ganas de crear y demostrar lo que valen, les ayudarán en este camino. Así son las becarias de Ana Locking, jóvenes que empiezan su andadura en el mundo del diseño, cargadas de ideas frescas y sobre todo, mucha ilusión.

Han estudiado diseño. Algunas han completado su formación con un master y otras con estancias en el extranjero. Todas acaban de finalizar el training de un año con Ana Locking; eran las mejores alumnas y por ello, la diseñadora les ha brindado la oportunidad de trabajar con ella durante unos meses para conocer más de cerca su oficio: desde el nacimiento de la colección, hasta su venta, pasando por el tan esperado desfile.

“Al principio, cuando llegamos aquí, teníamos miedo de no servir. Pero con el tiempo hemos espabilado mucho”, comenta Rosa. La experiencia de poder trabajar en un taller de verdad ha permitido a estas chicas dar sus primeros pasos en lo que a partir de ahora será su día a día. “Todo lo que hemos aprendido en el training lo estamos aplicando ahora”, explica Natalia, tras hacer balance de estos meses junto a Ana.

Y es que, en el mundo de la moda, poder hacer prácticas en un taller es fundamental para adquirir la metodología básica y poner en práctica, técnicas y conocimientos adquiridos durante el periodo de formación. “Es muy importante que los alumnos hagan prácticas. Las harán en tres, cuatro o cinco sitios diferentes. De cada uno de ellos irán cogiendo diferentes maneras de trabajo. Es absolutamente indispensable que vean cómo se trabaja a nivel real”, explica la propia Ana Locking.

Los tiempos en el mundo de la moda son frenéticos. Los calendarios son muy ajustados y hay que coordinarse además de con el equipo de diseño, con los talleres y los proveedores, tanto dentro como fuera de España. “El tiempo que tienen en clase es mucho más relajado; tienen un año para hacer una colección. Un diseñador tiene tres meses, porque durante el resto del año se está ocupando de la producción, de las ventas, de miles de reuniones. Aquí aprenden a trabajar con rapidez y a resolver los problemas del día a día”, puntualiza la creadora madrileña.

De profesora a compañera de trabajo

Estas jóvenes sienten verdadera admiración y respeto hacia su profesora, una mujer que les está enseñando de primera mano los entresijos de esta profesión. Cuando se les pregunta qué destacarían de ella, todas lo tienen claro: su pasión, su generosidad, su esfuerzo y sus ganas por hacer bien su trabajo. Cualidades que seguro están adquiriendo también ellas, al aprender de esta ‘grande’ de la moda española.

“Los alumnos notan que si el profesor da mucho, ellos tienen que corresponder. Me comprometo con sus colecciones y en impartirles cultura visual de moda. Tienen que ver películas, leer, tienen que documentarse mucho, para que su trabajo tenga una base. Hay que saber de todo”, confiesa la creadora.

Planes de futuro, en el extranjero

Tras estos meses en el taller, tendrán que seguir adelante y buscarse un nuevo lugar donde continuar su carrera profesional. “Nos vamos a ir fuera”. Una respuesta unánime que deja entrever cierta tristeza, ante la imposibilidad de quedarse en su tierra. “En España no se valora esto. Creen que tenemos pajaritos en la cabeza y que nos aburrimos. No hay cultura de moda”, explica Virginia. “Hay trabajo de producción, pero de lo nuestro mucho menos”, añade Natalia.

Londres y Amberes parecen ser las opciones más atractivas. “En París es imposible, está muy cerrado. Nueva York  da más miedo, al estar más lejos y por  problemas de visado. Londres está saturado, pero hay todavía muchas oportunidades. Además, si no encuentras nada, coges un billete y te vuelves a España”, explica Natalia. Asimismo, la opción belga se ha convertido estos últimos años, gracias al éxito de sus creadores, en otro destino interesante para los jóvenes españoles que empiezan. “Son geniales. Marcan mucho la diferencia gracias a sus conceptos. Ponen más sentimiento y su trabajo te emociona un montón”, explica Virginia. De igual modo, Marta no duda en mostrar su admiración por gente como Van Noten o Simons.

A finales de septiembre, todas, salvo Natalia -que quiere seguir trabajando con Ana- abandonarán su actual puesto, un momento duro para todos, tanto para ellas como para la creadora madrileña. “Siempre me da pena. Es una empresa pequeña donde estamos en continua unión unos con otros. En empresas más grandes el becario se tira 4 meses haciendo lo mismo y el diseñador no ve al becario ni en pintura. Con ellas me va a dar mucha pena. Son muy buenas chicas”.

Sentadas en el suelo del showroom, alrededor de una mesa baja, Rosa, Natalia, Marta y Virginia hablan de planes de futuro y sueños que nadie sabe si algún día podrán cumplir. Son realistas. Trabajar en moda en España es cada vez más complicado. Tendrán que salir fuera si quieren llegar lejos. Separarse de los suyos y luchar por lo que quieren. Será duro, pero sus ganas de crear y demostrar lo que valen, les ayudarán en este camino. Así son las becarias de Ana Locking, jóvenes que empiezan su andadura en el mundo del diseño, cargadas de ideas frescas y sobre todo, mucha ilusión.